Semana Santa: ¿Por qué se celebra la pascua?
Recordar algunos aspectos de la Pascua Judía puede esclarecer la comprensión de la Pascua Cristiana.
El pueblo hebreo celebra las Pascuas en conmemoración de la víspera del éxodo de la opresión egipcia en busca de la Tierra Prometida por Dios a Abraham. Para los cristianos, la Pascua es el paso de Cristo de la muerte a la vida y es la más importante de las fiestas cristianas.
El domingo anterior a la Pascua Judía, Jesús llega a Jerusalén para celebrar esta fiesta con sus discípulos. Al llegar es recibido como Mesías pero, a la semana, es condenado a muerte y crucificado. Se consuman así la redención del pecado y la victoria sobre la muerte. En la Semana Santa se recuerda la entrada triunfal a Jerusalén, la Última Cena, la Crucifixión y la Resurrección de Cristo. Durante el Triduo Pascual (jueves, viernes y sábado) se realizan las celebraciones centrales de Semana Santa.
Jueves Santo
El Jueves Santo es una especie de "profecía" de la Pascua. En el Monte de los Olivos Jesús vive, concientemente y de manera anticipada, su Pasión y su Muerte. Este día se bendice el Santo Crisma, que se utilizará hasta el siguiente Jueves Santo. También se realiza la Misa de la Cena del Señor, en la que se recuerda la Última Cena que Jesús tuvo con sus amigos, los apóstoles. La Última Cena puede interpretarse como la instauración de la Misa.
Viernes Santo
Éste es un día de silencio, pues se recuerda la Crucifixión de Cristo y es, por eso, el único día del año en que no se realiza misa. En su lugar se hace una celebración en la que se recuerda la Pasión del Señor, se reza por la salvación de todo el mundo y se adora la cruz. Una de las tradiciones populares que ha tomado mucha fuerza en la celebración del Viernes Santo es la representación en vivo del Via Crucis.
Sábado Santo
El sábado por la noche se celebra la Solemne Vigilia Pascual o la Misa de Gloria. Es el punto final del Triduo Pascual. Cuando llega el momento de rezar la oración de Gloria se hacen repicar las campanas para anunciar a todo el mundo que Cristo resucitó. Según una antiquísima tradición los fieles cristianos encienden velas simbolizando la invitación de Cristo a su mesa.
Domingo de Pascua
El domingo es el día más importante del año litúrgico: se celebra la Resurrección de Cristo. La Resurrección es el fundamento de la fe en Jesús, ya que en ella se basa la esperanza de la salvación del mundo. La iglesia entera festeja el triunfo de Cristo sobre el pecado y es por ello que todas las iglesias se embellecen de flores y reúnen a toda la comunidad cristiana.
El misterio de la Encarnación se completa con el misterio de la Redención.
La conmemoración de tal acontecimiento otorga a los días de la Semana Santa el carácter de un tiempo sagrado.
¿Qué es la Pascua?
El tiempo pascual comprende cincuenta días (en griego = "pentecostés", vividos y celebrados como un solo día: "los cincuenta días que median entre el domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo" (Normas Universales del Año Litúrgico, n 22).
El tiempo pascual es el más fuerte de todo el año, que se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas hasta Pentecostés. Es la Pascua (paso) de Cristo, del Señor, que ha pasado el año, que se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas, hasta Pentecostés. Es la Pascua (paso) de Cristo, del Señor, que ha pasado de la muerte a la vida, a su existencia definitiva y gloriosa. Es la pascua también de la Iglesia, su Cuerpo, que es introducida en la Vida Nueva de su Señor por medio del Espíritu que Cristo le dio el día del primer Pentecostés. El origen de esta cincuentena se remonta a los orígenes del Año litúrgico.
Los judíos tenían ya la "fiesta de las semanas" (ver Dt 16,9-10), fiesta inicialmente agrícola y luego conmemorativa de la Alianza en el Sinaí, a los cincuenta días de la Pascua. Los cristianos organizaron muy pronto siete semanas, pero para prolongar la alegría de la Resurrección y para celebrarla al final de los cincuenta días la fiesta de Pentecostés: el don del Espíritu Santo. Ya en el siglo II tenemos el testimonio de Tertuliano que habla de que en este espacio no se ayuna, sino que se vive una prolongada alegría.
La liturgia insiste mucho en el carácter unitario de estas siete semanas. La primera semana es la "octava de Pascua", en la que ya por tradición los bautizados en la Vigilia Pascual, eran introducidos a una más profunda sintonía con el Misterio de Cristo que la liturgia celebra. La "octava de Pascua" termina con el domingo de la octava, llamado "in albis", porque ese día los recién bautizados deponían en otros tiempos los vestidos blancos recibidos el día de su Bautismo.
Dentro de la Cincuentena se celebra la Ascensión del Señor, ahora no necesariamente a los cuarenta días de la Pascua, sino el domingo séptimo de Pascua, porque la preocupación no es tanto cronológica sino teológica, y la Ascensión pertenece sencillamente al misterio de la Pascua del Señor. Y concluye todo con la donación del Espíritu en Pentecostés.
La unidad de la Cincuentena queda también subrayada por la presencia del Cirio Pascual encendido en todas las celebraciones, hasta el domingo de Pentecostés. Los varios domingos no se llaman, como antes, por ejemplo, "domingo III después de Pascua", sino "domingo III de Pascua". Las celebraciones litúrgicas de esa Cincuentena expresan y nos ayudan a vivir el misterio pascual comunicado a los discípulos del Señor Jesús.
Las lecturas de la Palabra de Dios de los ocho domingos de este Tiempo en la Santa Misa están organizados con esa intención. La primera lectura es siempre de los Hechos de los Apóstoles, la historia de la primitiva Iglesia, que en medio de sus debilidades, vivió y difundió la Pascua del Señor Jesús. La segunda lectura cambia según los tres ciclos: la primera carta de San Pedro, la primera carta de San Juan y el libro del Apocalipsis.