¿La leche es un alimento recomendable?
Los mitos sobre la leche han generado debate en redes y medios, pero ¿qué dice la ciencia? Conoce la verdad detrás de esta noble bebida.
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Dr. Alejandro Ugarte
Médico Nutricionista
Diabetólogo M.N.63208
doctorugarte.com
Cada tanto aparecen personas, incluso profesionales que exponen sus “teorías nutricionales” (incomprobables) como verdades reveladas, en medios de difusión pública como redes, libros, televisión, radio, diarios y revistas.
Sabemos que la leche contribuye a la formación y conservación de huesos y dientes, participa en la producción de hormonas y enzimas, es decir, aporta nutrientes que son indispensables para crecer, desarrollarse y mantener una buena salud.
La noble bebida no pude esquivar los cuestionamientos que reciben (casi) todos los productos que consumimos.
¿La leche es un superalimento, un enemigo para tu salud o ninguno de los dos?
Circulan multitud de mitos sobre la leche, la mayoría relacionándola con el incremento del riesgo de padecer numerosas enfermedades como las cardiovasculares, diabetes, síndrome metabólico, cáncer, autismo, etc.
Si nos basamos para cada uno de ellos en la actual evidencia científica, concluimos que no solo no son ciertos esos mitos, sino que el consumo de leche y lácteos en las raciones recomendadas reducen el riesgo de padecerlas o simplemente no establecen tales relaciones negativas.
5 Mitos en torno a la leche
- “El hombre es la única especie que bebe leche en la edad adulta, y además, toma la leche de otras especies. Por lo tanto, la leche de vaca no es un alimento apropiado para el hombre, ya que sus antepasados no la consumían”.
Respuesta: La realidad es que investigaciones han informado que el hombre comenzó a consumir leche de vaca cuando se empezó a desarrollar la agricultura y a vivir de la misma. Por otro lado, somos seres racionales teniendo así la posibilidad de elegir según sus necesidades y el dominio de la cadena alimentaria. - “Las proteínas de la leche de vaca no se pueden digerir bien, y además la leche neutraliza los ácidos del estómago, impidiendo que las proteínas se digieran completamente”.
Respuesta: Esto es erróneo, la leche posee proteínas completas y de alta biodisponibilidad que bien pueden ser digeridas por el ser humano. Existen personas que poseen patologías conocidas como intolerancia a la lactosa que sí no pueden digerir correctamente la lactosa ya que tienen insuficiente enzima lactasa, encargada de metabolizarla. - “Las vacas criadas en establos tienen problemas de salud que requieren del tratamiento con antibióticos, por lo tanto, la leche que bebemos contiene restos de antibióticos”.
Respuesta: Si bien es cierto el uso de antibiótico para el tratamiento y prevención de infecciones mamarias de la vaca, estudios sobre el control de la calidad de la leche, determinaron que los niveles residuales de antibióticos en la leche no eran significativos. - “Si los forrajes han sido cultivados con pesticidas, al utilizarse para alimentar a las vacas, éstos se acumulan en la grasa. Finalmente los pesticidas también se hallan en la leche y causan daño a la salud”.
Respuesta: Al igual que los niveles de antibióticos, los de pesticidas son analizados y sujetos a normas regulatorias para garantizar que no se excedan los límites aceptables ya que un contenido mayor a los mismos pueden causar problemas para la salud. - “El consumo de lácteos produce cáncer”; “el consumo de leche está relacionado con la diabetes de tipo 1”.
Respuesta: Ya sea para el cáncer o para la diabetes tipo 1, no hay ninguna evidencia científica que indique que la leche participa del desarrollo en estas enfermedades.
Lactosa, el “azúcar” de la leche
La leche tiene un azúcar llamado lactosa, que es un disacárido, porque está compuesto por dos azúcares: glucosa y galactosa.
Nacemos con una enzima, la lactasa, cuya función es «dividir» a la lactosa y así poder absorberla. La leche materna tiene 7% de lactosa. Mientras que, por ejemplo, la leche de vaca tiene menos, casi 5%.
A medida que crecemos, la enzima lactasa va disminuyendo. En algunos países la población tiene mucha menos lactosa porque no acostumbran a tomar lácteos, como por ejemplo Japón o la India.
Sin embargo, en algunas zonas de Europa o de América, gran parte población tiene persistencia de lactasa en adultos. Es decir, al crecer siguen teniendo la enzima. Cuando la lactasa está en falta, al consumir un lácteo aparecen síntomas, se te distiende el estómago, sufrís meteorismo (gases), diarrea, un malestar digestivo incómodo. Lo que se denomina intolerancia a la lactosa (como el personaje Leonard Hofstadter, en la serie The Big Bang Theory)
Pero acá entra en juego un delicado equilibrio: cuanto menos lácteos consumís, menos lactasa vas a tener, porque la función hace al órgano.
Intolerancia a la lactosa, autodiagnóstico de moda
Se habla mucho del SIBO, y es un autodiagnóstico de moda. Mucha gente va diciendo por la vida que tiene SIBO, aunque sólo sea una sospecha y no cuente con un diagnóstico real hecho por un profesional de la salud.
Algo similar ocurre con la intolerancia a la lactosa; muchos dicen que la sufren, pero solo pocos van al médico para que le indique un test de aliento que, al respirar en una boquilla, permite detectar si le falta la enzima lactasa y si esa es la razón por la que no digiere bien la lactosa.
Cuando efectivamente tenés intolerancia a la lactosa, con diagnóstico real, tendrás que evitar los lácteos.
Los lácteos fermentados, como algunos quesos o el yogur, tienen menos lactosa. Por lo general, aún un intolerante a la lactosa tolera un poco de leche por día, por ejemplo, en un café cortado.
Pero hay una esperanza. Existen las pastillas de lactasa. De manera que si sos intolerante a la lactosa y un día querés comer la torta o un helado de postre, podés pedirle a tu médico que te recete la pastilla de lactasa y, por ejemplo, pedirte unos canelones con salsa blanca.
Las falsas “Leches”
Existen varias bebidas de origen vegetal que llevan el título «Leche de…» sin ser leche. Según dice el Código Alimentario Argentino (y los del resto del mundo del mundo) no son leche, son bebidas vegetales (derivada de arroz, coco, de avena, de almendra).
¿Podés consumirlas?
¡Claro que si! Pero recordá que nunca la biodisponibilidad del calcio, es decir, la cantidad que vas a poder aprovechar de esas bebidas sustitutas de la leche, va a ser igual que la de un lácteo. En lácteo real biodisponibilidad está entre el 35% y 45% del calcio de un derivado de leche de vaca y en caso de una bebida de origen vegetal será de sólo un 5%-10%.
Por esto te digo que si te seduce el mundo de las bebidas alternativas, las podés consumir. Los humanos no necesitamos un alimento específico: necesitamos calcio y vitamina D, en este caso, que vienen contenidos en la leche. Si no los querés obtener de ahí, podés buscar otras fuentes. Es la flexibilidad humana y la del mercado alimentario, que si tenés el dinero, conseguís casi todo.
Si quitaste la leche de tu vida, tené en cuenta que te ven tus chicos si sos docente, tía, madrina, madre, padre, tío, abuelo. Qué las generaciones jóvenes, estarán aprendiendo a vivir con poca leche y poco lácteo, y a menos que tengan una completa educación nutricional (no se aprende en Instagram) pueden tener dificultades para tener huesos sanos y fuertes. Es que la densidad mineral que necesitamos se arma desde chiquitos hasta los 30 años y después la vamos perdiendo.
Está muy bien ser crítico y tener dudas, consultá a tu médico o nutricionista para obtener un diagnóstico real y un tratamiento adecuados. Pero eliminar por eliminar, salvo que sea porque te gusta, puede contener un peligro que verás mucho años después y puede ser irremediable.
Nota: Existen leches «con bajo contenido en lactosa» o «Parcialmente deslactosada» que van bien si la intolerancia no es tan marcada. Lo que hay que decir es: No son leches para personas con diabetes, ni tienen menos calorías.