Ni los copistas medievales ni los comerciantes del Renacimiento… el símbolo que terminó conquistando el mundo digital
¿De dónde proviene el símbolo @? ¿Y por qué se utiliza en las direcciones de correo electrónico? A continuación, te presentamos una explicación lógica y completa sobre su origen y evolución. Su historia es más fascinante de lo que imaginas.
El inesperado viaje del símbolo @: de los manuscritos medievales al corazón de la era digital
El símbolo @, conocido en español como arroba, es hoy omnipresente en cada dirección de correo electrónico y en redes sociales. Pero lo que pocos imaginan es que este carácter tan moderno tiene raíces medievales y una historia que atraviesa siglos de evolución cultural, comercial y tecnológica.
Arroba: origen árabe y uso como medida
La palabra arroba proviene del árabe hispánico ruba, que significa “cuarta parte”, derivada del árabe clásico arba, que significa “cuatro”. En sus inicios, esta palabra no tenía nada que ver con el ámbito digital. En cambio, se refería a una unidad de peso empleada en España, equivalente a la cuarta parte de un quintal, es decir, 11,502 kilogramos.
Durante siglos, la arroba fue usada para medir productos agrícolas y mercancías, sobre todo en mercados del mundo hispano. En ese contexto, el uso del símbolo @ no era aún generalizado, pero la conexión entre la medida y el carácter gráfico que la representaba ya estaba en gestación.
Del latín al comercio: una abreviatura con siglos de historia
Mucho antes de la llegada de Internet, los escribas medievales ya utilizaban el símbolo @ como una abreviación de la preposición latina ad, que puede significar “a”, “hacia”, “en”, “por” o “contra”.
Este uso abreviado tuvo especial relevancia en los manuscritos, donde ahorrar espacio y tiempo era esencial. Sin embargo, su destino pudo haber cambiado radicalmente con la aparición de la imprenta. A diferencia de otros signos que desaparecieron con la tipografía moderna, el símbolo @ sobrevivió gracias a los comerciantes del Renacimiento.
@Arroba@: el viaje de un símbolo medieval al corazón de la era digital
En las transacciones comerciales escritas, era común ver notaciones como 12 @ 3L, que se interpretaban como 12 unidades a 3 libras cada una. Esta fórmula se hizo tan común en facturas y registros que el símbolo encontró una nueva vida, ahora como herramienta contable.
El error que lo bautizó como "arroba"
El uso del símbolo @ como sinónimo de “arroba” no fue originalmente intencional. Según el profesor Salesi Porta, experto en Lógica e Inteligencia Artificial de la Universidad Politécnica de Cataluña, todo comenzó por una confusión en los registros portuarios del siglo XIX en Cataluña.
En estos documentos, se empleaban fórmulas como 50 @ 100 duros, en las que el número inicial representaba la cantidad de unidades, seguido del precio por unidad. Como no se especificaba qué unidad se estaba utilizando, se asumió que se trataba de una medida de peso, y dado que la arroba era la más común, se estableció la asociación definitiva entre el símbolo y la unidad de medida.
Así, lo que comenzó como una abreviatura latina, y luego fue adoptado por comerciantes, terminó identificado erróneamente como una arroba, consolidando el nombre que usamos hoy en día.
La salvación a través del teclado
A fines del siglo XIX, cuando comenzaron a diseñarse las primeras máquinas de escribir en Estados Unidos, los ingenieros decidieron incluir el símbolo @ en el teclado. La razón principal era su utilidad en contextos comerciales, especialmente para redactar facturas.
Lo curioso es que muchas de las teclas que se incluyeron en esas máquinas fueron heredadas sin cuestionamiento por los teclados de computadora modernos, incluyendo el símbolo @. Esta decisión, aparentemente menor, sería clave para su integración posterior en la estructura del correo electrónico.
Ray Tomlinson y la elección que cambió la historia digital
El punto de inflexión ocurrió en 1971, cuando el ingeniero Ray Tomlinson, pionero de la informática, desarrolló el primer sistema de correo electrónico entre computadoras conectadas en red. Necesitaba un carácter que pudiera separar el nombre del usuario del nombre del servidor.
Según explicó el propio Tomlinson, el símbolo @ era poco usado en el lenguaje común, lo que lo hacía perfecto para esta función. Además, su significado histórico como “en” o “a” encajaba naturalmente con el concepto del correo electrónico. De este modo, una dirección como nombre@servidor.com podía interpretarse como “el usuario en el servidor”.
Fue una decisión pragmática que, sin embargo, marcó un antes y un después en la comunicación digital. Desde entonces, el símbolo @ se convirtió en un estándar universal en la arquitectura del correo electrónico.
El renacimiento digital del símbolo
Lo que Ray Tomlinson inició en los años 70 tuvo consecuencias globales. A partir de los 90, con la explosión del uso del email, el símbolo @ comenzó a formar parte de la vida diaria de millones de personas en todo el mundo.
Ray Tomlinson y el insólito origen de la arroba: de los mercados medievales a Silicon Valley
Y con el auge de las redes sociales, su rol cobró aún más fuerza. Plataformas como Twitter lo convirtieron en una herramienta para identificar usuarios y dirigir mensajes, consolidando su presencia como símbolo esencial de la identidad digital.
Hoy en día, no solo está presente en emails y redes sociales, sino también en formularios de registro, bases de datos, etiquetas, comandos de programación y plataformas de mensajería.
La historia oculta detrás de un ícono moderno
Pocas personas saben que el símbolo que tecleamos casi sin pensar en nuestros dispositivos esconde una historia de más de mil años. Desde su origen en los manuscritos latinos, pasando por las manos de comerciantes, contables y telegrafistas, hasta llegar a las decisiones técnicas de un programador visionario, el símbolo @ ha sido rescatado una y otra vez del olvido.
Gracias a una mezcla de necesidad, confusión, funcionalidad y oportunidad, terminó convertido en uno de los caracteres más influyentes del siglo XXI.
El viaje del símbolo @ es un ejemplo fascinante de cómo la evolución del lenguaje, la tecnología y la cultura pueden converger en formas inesperadas, transformando lo que alguna vez fue un simple atajo medieval en una pieza clave de la comunicación moderna.