7 claves para modificar el exceso de autoexigencia
La enorme autoexigencia, más que la envidia hacia Mozart, era lo que deterioraba a Salieri en el famoso film "Amadeus". Nuestra salud mental se verá favorecida si practicamos algunos ejercicios para no sucumbir ante el exceso de presiones interiores y sociales.Antonio Salieri (F. Murray Abraham) es un músico que se convierte en el maestro de cámara del Emperador José II de Habsburgo (Jeffrey Jones) en la película Amadeus, bella puesta en escena cinematográfica del año 1984 que se alzó con una gran cantidad de Oscars. Pero pronto se encuentra en su camino con un joven Wolfgang Amadeus Mozart (Tom Hulce) que, pleno de magia y virtuosismo, conquista el corazón del emperador y de toda la corte con sus excelsas composiciones musicales. Para el maestro de cámara, esto es el inicio de su autodestrucción y el guión de la película se deslizará a través de escenas de confabulación, acechanza y profunda envidia hacia el genio juvenil de Mozart.
Un observador sagaz concluirá que no es sólo la envidia lo que este músico siente por Amadeus. Sí, la envidia alimenta y corroe su corazón, pero lo que lo deteriora y lo perturba constantemente es su enorme autoexigencia, su comparación constante y sensación de disminución en relación al joven.
No es casual su frase: “a los mediocres del mundo yo los absuelvo”, dando a entender que los comprende y perdona porque él mismo se siente mediocre.
Uno de los aspectos de la mente que necesitamos transformar para potenciar nuestra salud mental y bienestar general es el de la ferocidad de los juicios y críticas hacia nosotros mismos. La verdad es que somos muy duros con nosotros mismos.
Lo observamos en cada clase de nuestro programa de reducción de estrés: un muchacho que se apresta a rendir una materia y piensa constantemente en que puede fracasar, un empresario que bombardea su cerebro con una impresionante cantidad de tareas que tiene en la semana y se presiona por cumplirlas, una mujer que se aflige y se culpa por no mantener su cuerpo adolescente luego de su segundo parto… los ejemplos son muchísimos.
No cabe duda de que hay un factor muy importante a considerar en el origen de esta modalidad de autocastigo mental: la presión social.
Con sólo mirar algunas notas emblemáticas del periodismo actual entendemos el mandato de la cultura que nos gobierna. Una de ellas, aparecida hace un tiempo en la portada de una revista, muestra a una reconocida cocinera mediática con un montón de instrumentos musicales en sus manos y una leyenda que reza: “mujeres orquesta: el tiempo no para y ellas tampoco, un día en la vida de las argentinas de hoy”. Se deduce que una mujer de éxito debe ser multitasker (hacer muchas cosas y bien al mismo tiempo).
Pero además de esta presión social, hemos internalizado una forma muy severa de relacionarnos con nosotros mismos. Lo que en el inicio de nuestra especie eran estresores externos, como los animales amenazantes, el frío o el calor extremos, las otras tribus, son ahora estresores internos: el trabajo, los roles sociales, nuestro cuerpo… no paramos de criticarnos y compararnos con aquello que pensamos que debería ser de determinada manera (ideal).
¿Qué podemos hacer? Te propongo algunos tips para comenzar a cambiarlo.
- Observá la relación que tenés con tu parte exigente: ¿está “susurrándote” constantemente? Date cuenta: ése es el primer paso, darse cuenta nos permite no dejar que esa dinámica inconsciente nos intoxique.
- Cuando identifiques ese ruido mental, tomá conciencia de tu respiración, de tu cuerpo, y disponete a volver a lo que estabas haciendo. Quizás sirva que te digas a vos mismo: “estoy acá, haciendo esto, ésta es mi mente exigente que siempre vuelve”.
- Es bueno contar con tiempo libre en el día y cambiar del modo de hacer al modo de ser (más contemplativo y receptivo).
- Practicá la amabilidad y la bondad hacia vos mismo, especialmente cuando te equivoques o falles. A veces, el humor es un gran aliado para restarle solemnidad a los hechos.
- Sé realista con tus exigencias y objetivos. Es conveniente planear pasos cortos y progresivos y no sumirte en inalcanzables metas que te presionan.
- Intentá ser muy consciente de tu entorno. No te involucres todo el tiempo en grupos de crítica juiciosa o implacable severidad. Diversificá tus amistades e incluí personas más relajadas, optimistas y sencillas.
- Recordate que sos un ser humano vulnerable, y que es imposible ser perfecto y también injusto correr detrás de las demandas que tu parte exigente te propone.