Trabajar 4 días por semana: los resultados de una ecuación positiva para el mundo

La reducción de la jornada laboral a 4 días es una iniciativa que gana terreno en el mundo.

Luego del primer paso que dio Islandia en 2015 en el sector público, grandes empresarios decidieron apoyar esta medida. El antecedente más reciente es de principios de este año Reino Unido donde los trabajadores pasaron disminuyeron su semana laboral de lunes a jueves, 32 horas semanales, manteniendo el mismo sueldo.

El sentido común diría que se trata de un atentado contra la rentabilidad empresarial con resultados catastróficos en la productividad. Sin embargo, los datos obtenidos de las experiencias que nos anteceden indican que, no sólo aumentó la productividad producto de la motivación de los empleados, sino que disminuyeron gastos fijos asociados al ausentismo y el consumo. La clave no sólo está en el compromiso que asumen los trabajadores y su valoración hacia la empresa, sino en tener una dotación plenamente lúcida y fidelizada con el objetivo del organismo o compañía para el que se desempeña.

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El estrés es la otra pandemia que el mundo padece hace años. Según informes brindados por el Banco Mundial, el estrés es aliado de la pobreza en Latinoamérica, es “el mal del siglo XXI reduce la productividad y, como consecuencia, la capacidad económica y de desarrollo de cualquier país”. Los resultados negativos se extienden también al aumento de los trastornos de salud física y mental producto del estrés.

En términos macroeconómicos, la reducción de la jornada laboral evidencia otras consecuencias positivas, como el aumento del consumo cultural y la inversión en esparcimiento: gastronomía, turismo local, actividades familiares, etc. El tiempo en familia es valorado no sólo por el trabajador, sino por todo su entorno, y se extiende a un mejor equilibrio en la distribución de las tareas del hogar y crianza de los niños y niñas. Generando futuras generaciones más comprometidas con el otro.

Los beneficios de generar nuevos modos de producción, con mejoras en la calidad de vida de los trabajadores son múltiples, no se limitan a la particularidad de cada empresa. La experiencia de atravesar el Covid-19 ha motivado a locales gastronómicos y empresas pequeñas a focalizarse en una mejora sustancial de las condiciones laborales de sus empleados con alternativas que dinamizaron el negocio.

Incluso, en un contexto de pandemia, la disminución de tiempo compartido en espacios comunes también limita la propagación del Covid-19, un plazo de 3 días de receso permitiría mitigar la situación pandémica.

Como seres capaces de capitalizar la experiencia, debemos aprovechar los aprendizajes, con medidas positivas que promuevan la generación de nuevos recursos que faciliten el desarrollo y la vida de los sectores más productivos.

El proyecto Eureka en Argentina propone avanzar en este sentido, en un terreno aún inexplorado en nuestro país pero con resultados positivos a nivel mundial. El debate que genera el cambio en la jornada laboral ya tuvo un correlato a principios de 1900 cuando se quiso disminuir la cantidad de horas en las fábricas. Hoy, como un deja vú, volvemos a poner sobre la mesa los valores no sólo económicos que fomentan tal iniciativa, sino la necesidad de compartir otro tipo de experiencias y vivencias a nivel social y humano. Dejemos de lado temores infundados y apoyemos nuevos modos de desarrollo.

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Por Carlos Nicora, consultor de la Organización de Estados Iberoamericanos.