El cerebro social en la neurobiología de las decisiones

El impacto de las emociones y la interacción social en la toma de decisiones.

La hipótesis del marcador somático es una de las teorías más influyentes y debatidas en las neurociencias modernas, propuesta por António Damásio a principios de los años 90. Esta teoría revolucionó nuestra comprensión sobre la relación entre emociones y decisiones, al sugerir que los procesos de toma de decisiones no son puramente racionales, sino que están profundamente influenciados por marcadores somáticos, es decir, señales biológicas que guían nuestras elecciones de manera inconsciente. Paralelamente, la teoría del cerebro social ha ganado terreno en el estudio de las decisiones humanas, al explorar cómo nuestras interacciones sociales influyen en la actividad cerebral y, en última instancia, en nuestras decisiones.

Entendiendo la hipótesis del marcador somático

La hipótesis del marcador somático (SMH, por sus siglas en inglés) sostiene que nuestras decisiones están influenciadas por señales biológicas o "marcadores somáticos", que se originan a partir de experiencias pasadas y se asocian con emociones específicas. Estos marcadores actúan como señales que facilitan o inhiben ciertas elecciones, afectando nuestro juicio incluso sin que seamos conscientes de ello. Damásio argumenta que las emociones y el cuerpo juegan un papel esencial en la toma de decisiones, sugiriendo que las emociones no son solo reacciones secundarias, sino fundamentales para tomar decisiones efectivas.

La importancia de la gestión de las emociones
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La teoría se opone a la visión clásica de la toma de decisiones, que se basaba en la idea de que la razón y la lógica eran las principales fuerzas impulsoras de nuestras elecciones. En cambio, Damásio sostiene que las emociones, procesadas a través de los marcadores somáticos, son claves para tomar decisiones, especialmente en situaciones complejas y con alto grado de incertidumbre.

La teoría del cerebro social: cómo las interacciones moldean nuestras decisiones

La teoría del cerebro social complementa la SMH al explorar cómo nuestras decisiones no solo están influenciadas por nuestras experiencias emocionales individuales, sino también por nuestras interacciones sociales. Según esta teoría, el cerebro humano ha evolucionado para manejar interacciones sociales complejas, y gran parte de nuestra actividad cerebral está dedicada a procesar información social. Esto incluye la interpretación de las intenciones de los demás, la empatía, y la construcción de relaciones sociales.

El cerebro social se refiere a la red de áreas cerebrales que se activan durante las interacciones sociales, incluyendo la corteza prefrontal, la amígdala, el hipocampo, y la corteza cingulada. Estas áreas trabajan en conjunto para evaluar la información social, tomar decisiones que favorezcan la cohesión social, y anticipar las respuestas de los demás.

Este enfoque tiene implicaciones significativas para la toma de decisiones. Por ejemplo, nuestras decisiones no solo están influenciadas por nuestras emociones individuales (como sugiere la SMH), sino también por las expectativas, normas y dinámicas sociales en las que estamos inmersos. En situaciones de toma de decisiones, las interacciones sociales pueden servir como marcadores somáticos que guían nuestras elecciones, especialmente en contextos donde la cooperación, la competencia, y la reputación están en juego.

La amígdala y su influencia en decisiones inconscientes

Dentro del marco de la SMH, la amígdala juega un papel crucial en la evaluación emocional de las situaciones y en la creación de marcadores somáticos. Esta estructura cerebral es esencial para procesar emociones como el miedo, que pueden influir en nuestras decisiones de manera inconsciente. Si una persona experimenta una consecuencia negativa tras una decisión específica, la amígdala puede asociar esa experiencia con una emoción negativa, y en futuras decisiones similares, ese marcador somático puede activarse, guiándola a evitar la misma elección.

Sin embargo, la influencia de la amígdala no es absoluta. No todas nuestras decisiones están gobernadas por respuestas emocionales automáticas; existen otras regiones cerebrales que juegan un papel significativo en las decisiones más conscientes y racionales, como la corteza prefrontal ventromedial (vmPFC).

La corteza prefrontal ventromedial y las decisiones racionales

En contraste con la amígdala, la vmPFC se ha asociado con decisiones más deliberadas y racionales. Esta región del cerebro está involucrada en la evaluación de riesgos y beneficios, y en la integración de información emocional y lógica para tomar decisiones equilibradas. La vmPFC permite un procesamiento más profundo y consciente de la información, lo que facilita decisiones más consideradas, especialmente en contextos donde las consecuencias a largo plazo son importantes.

Por lo tanto, mientras que la amígdala puede ser responsable de las reacciones emocionales inmediatas que influyen en nuestras decisiones, la vmPFC modera estas influencias, permitiendo un equilibrio entre emoción y razón. Esto no significa que las decisiones racionales estén completamente libres de influencias emocionales, sino que la vmPFC juega un papel en la integración de estas influencias para tomar decisiones más ponderadas.

Integrando la hipótesis del marcador somático con la teoría del cerebro social

La integración de la SMH con la teoría del cerebro social ofrece una visión más completa de cómo tomamos decisiones. Mientras que la SMH destaca el papel de las emociones individuales en la toma de decisiones, la teoría del cerebro social resalta la influencia de las interacciones y contextos sociales. Por ejemplo, en una situación de grupo, los marcadores somáticos individuales pueden ser modulados por las dinámicas sociales, donde las decisiones son influenciadas no solo por lo que sentimos, sino por cómo anticipamos que otros reaccionarán a nuestras elecciones.

Además, en contextos sociales, nuestras decisiones pueden estar orientadas a mantener o mejorar nuestra posición social, lo que añade otra capa de complejidad. Aquí, las emociones como la vergüenza, el orgullo o la empatía, que son fuertemente influenciadas por el contexto social, pueden actuar como marcadores somáticos que guían nuestras elecciones.

Críticas a la hipótesis del marcador somático y estudios mixtos

A pesar de su influencia, la hipótesis del marcador somático ha sido objeto de críticas. Los resultados mixtos obtenidos en estudios como el "Iowa Gambling Task" han planteado preguntas sobre la universalidad de la SMH. Mientras algunos estudios apoyan la idea de que los marcadores somáticos guían nuestras decisiones, otros han encontrado que no todos los individuos siguen este patrón, y que factores contextuales, como las influencias sociales, pueden jugar un papel más importante del que se había considerado originalmente.

Además, la dificultad de medir directamente los marcadores somáticos plantea un desafío. Aunque se intentó hacerlo mediante la medición de respuestas fisiológicas como la conductancia de la piel, estos métodos no siempre proporcionan una imagen clara de cómo los marcadores influyen en la toma de decisiones. Asimismo, en algunos casos, estos marcadores pueden llevar a decisiones desadaptativas o irracionales, especialmente cuando las influencias sociales son intensas.

Más allá de la dualidad cuerpo-mente: la visión social del cerebro

La SMH ha sido crucial para desmantelar la idea de que la toma de decisiones es un proceso puramente racional, y la teoría del cerebro social ha ampliado este entendimiento al mostrar que nuestras decisiones están profundamente influenciadas por nuestras interacciones con los demás. Esta perspectiva sugiere que nuestras decisiones son el resultado de una compleja red de procesos emocionales, fisiológicos y sociales.

Por lo tanto, mientras que la SMH sigue siendo una pieza clave en la comprensión de la toma de decisiones, la teoría del cerebro social nos recuerda que no tomamos decisiones en un vacío, sino en un contexto social que moldea y guía nuestras elecciones. Esta integración continúa siendo un tema de investigación activa en la neurociencia moderna, y es probable que sigamos descubriendo nuevas formas en que nuestras emociones y nuestras interacciones sociales se entrelazan en la toma de decisiones.

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Redacción Vida Positiva