Netflix: lo que revela esta película tailandesa sobre la familia cuando ya es casi tarde

Está en Netflix: «Cómo ser millonario antes de que muera la abuela» es una comedia dramática que explora el egoísmo, la herencia y la posibilidad de sanar antes del adiós.

Esta comedia tailandesa retrata el egoísmo moderno con ternura y verdad.

Cómo ser millonario antes de que muera la abuela: una historia sobre codicia, despedidas y lo que queda por reparar

En medio de un mundo saturado por relaciones digitales, apuros laborales y una marcada desconexión emocional, Cómo ser millonario antes de que muera la abuela aparece como una propuesta inesperada, entrañable y profundamente humana. Esta comedia agridulce tailandesa dirigida por Pat Boonnitipat se convirtió en un éxito sorpresivo en su país y otros mercados asiáticos, al tocar una fibra universal: la fragilidad de los vínculos familiares frente al paso del tiempo.

La película arranca con una escena que condensa su espíritu: en el Día de los Muertos, Amah (Usha Seamkhum) espera, como cada año, que sus hijos y nietos la acompañen en una sencilla ceremonia para honrar a los difuntos. Pero su familia está más interesada en sus celulares, reuniones aplazadas y la prisa constante de la vida moderna. Incluso su nieto, M (Putthipong Assaratanakul), cumple con los rituales de forma mecánica, esperando volver a su consola cuanto antes.

Cómo ser millonario antes de que muera la abuela: una tragedia mínima, un gesto interesado

Un accidente doméstico y una visita al hospital terminan revelando una enfermedad terminal en Amah. Y es ahí donde surge el verdadero conflicto: su nieto, más que alarmarse por el estado de salud de su abuela, ve una oportunidad. Decide cuidarla con la esperanza de heredar su casa en el barrio chino de Bangkok.

Este gesto inicial de codicia se presenta sin juzgamientos morales inmediatos. La película, en lugar de condenar, se permite observar: a través de este vínculo forzado entre M y Amah, emerge una convivencia donde las emociones reprimidas, los rencores no dichos y los recuerdos compartidos comienzan a reconfigurar el presente.

Un tono amable que evita el melodrama

Pat Boonnitipat no intenta esconder las intenciones emocionales de su ópera prima. Al contrario: las asume con honestidad y construye una historia donde los personajes, a pesar de sus defectos, resultan cercanos, reales, vulnerables. La película evita el sentimentalismo fácil sin por eso dejar de conmover. Apuesta a una ternura contenida, a la reconciliación posible sin grandes discursos, a los pequeños actos que reconstruyen vínculos rotos.

Una herencia, una abuela y una oportunidad: el retrato más sincero sobre familia

El director logra encontrar un equilibrio justo entre lo gracioso y lo conmovedor, permitiendo que el relato se sostenga tanto en los diálogos íntimos como en los silencios cargados de significados. Lo que parece una comedia con moraleja se transforma, poco a poco, en una mirada sensible sobre la dignidad de la vejez, el abandono familiar y la posibilidad de redención.

La casa, la sopa y el legado invisible

Uno de los aspectos más poderosos del film es su capacidad para mostrar sin explicar. A través de escenas cotidianas, como la venta de sopa de arroz al amanecer o las charlas con vecinas, descubrimos que Amah no es solo una figura entrañable: es el pilar silencioso de una historia que sus hijos no conocen, ni se tomaron el tiempo de escuchar.

El vínculo que se recupera cuando ya parece tarde: la película que emocionó en Asia

Su pequeño mundo —hecho de recetas, recuerdos y costumbres— es también una cápsula del tiempo que está a punto de desaparecer. Y es en ese espacio, físico y emocional, donde su nieto comienza a resignificar lo que creía entender sobre la vida, el éxito y la familia.

De la pantalla al cuerpo: la distancia generacional

La transformación de M se construye en contraste con su entorno. Gamer en ascenso, ensimismado en pantallas y juegos, su vida gira alrededor de logros digitales y metas materiales. Pero el contacto con la enfermedad, el cuidado físico y las rutinas de su abuela —más su prima, que le da una lección silenciosa sobre lo que implica cuidar— lo enfrentan a una realidad que lo obliga a madurar.

La película no opone generaciones de forma simplista. En lugar de eso, Cómo ser millonario antes de que muera la abuela muestra con delicadeza lo que una generación ignora sobre la otra, y cómo esa brecha puede empezar a cerrarse con gestos pequeños: preparar una comida, acompañar al médico, atender sin mirar el reloj.

Cómo ser millonario antes de que muera la abuela: lo que enseña una despedida

Una herencia más allá de los bienes

En última instancia, la película plantea que la verdadera herencia no es material, sino emocional. Que los valores, el tiempo compartido, el reconocimiento del otro en su fragilidad, son lo que permanece cuando la vida empieza a irse.

A través de una puesta en escena simple pero efectiva, con una fotografía cálida y actuaciones contenidas, esta producción tailandesa logra algo que pocas películas familiares consiguen: hablar del dolor sin solemnidad, y del amor sin cursilería.

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Redacción Vida Positiva