Las siete edades del apetito: cómo cambia y afecta nuestra salud a lo largo de la vida
Conocer sus cambios a lo largo de la vida puede mejorar nuestra salud.
"Apetito" es una palabra que encierra una realidad compleja y fascinante. El apetito no es simplemente el deseo de comer, sino un fenómeno que cambia y evoluciona con nosotros, afectando nuestra salud de diversas maneras a lo largo de las distintas etapas de la vida. Entender estas transformaciones puede ofrecernos herramientas para mejorar nuestra calidad de vida.
¿Comemos para vivir o vivimos para comer?
Nuestra relación con la comida es compleja y está influenciada por factores como el costo, la disponibilidad y la presión social. Sin embargo, hay algo que todos compartimos: el apetito, ese impulso que nos lleva a buscar alimentos.
El apetito puede tener una dimensión física o psicológica. Aunque el hambre —la necesidad biológica de alimentarnos— es un componente crucial, no es el único factor en juego. Muchas veces comemos sin tener hambre o ignoramos el hambre por diversos motivos. Estudios recientes destacan que la abundancia de señales de comida en nuestro entorno, como olores, sonidos y anuncios publicitarios, es una de las principales causas del consumo excesivo.
Nuestro apetito varía a lo largo de nuestra vida. Estas variaciones son importantes porque las decisiones alimentarias influyen significativamente en nuestra salud y bienestar. Podríamos hablar de “siete edades” del apetito, y conocer estas fases puede ayudarnos a enfrentar mejor los problemas relacionados con una alimentación deficiente o excesiva y sus efectos en la salud, como la obesidad.
Primera etapa del apetito: de 0 a 10 años
Durante la primera infancia, el cuerpo experimenta un crecimiento rápido. Los hábitos alimentarios que se adquieren en esta etapa pueden perdurar hasta la adultez, por lo que es crucial fomentar hábitos saludables desde temprana edad. Los temores alimentarios pueden convertir la hora de comer en una batalla para los padres, pero una estrategia que promueva la degustación y el aprendizaje en un entorno positivo puede ayudar a los niños a aceptar nuevos alimentos, especialmente las verduras.
Es fundamental permitir que los niños ejerzan algún control sobre su alimentación, particularmente en el tamaño de las porciones. Obligar a los niños a "dejar el plato limpio" puede llevarlos a ignorar sus propias señales de apetito y hambre, fomentando la sobrealimentación en etapas posteriores.
La publicidad de comida basura es otro factor que influye negativamente en los niños. Se ha solicitado a los gobiernos que protejan a los menores de estos anuncios, no solo en televisión, sino también en aplicaciones, redes sociales y videoblogs, ya que estos aumentan el consumo de alimentos poco saludables y promueven el sobrepeso.
Segunda etapa del apetito: de 10 a 20 años
En la adolescencia, el apetito y la estatura aumentan debido a los cambios hormonales, señalando la llegada de la pubertad. La relación con la comida durante este periodo crucial determinará en gran medida el estilo de vida en años posteriores. Las decisiones alimentarias de los adolescentes están estrechamente relacionadas con la salud de las generaciones futuras. Sin la orientación adecuada, los jóvenes pueden adoptar hábitos alimenticios poco saludables.
Se necesitan más estudios para encontrar las mejores maneras de combatir la creciente carga de hipernutrición y desnutrición, especialmente su vínculo con la pobreza y la desigualdad social. Las jóvenes tienen una mayor probabilidad de sufrir deficiencias nutricionales en comparación con los hombres, debido a la biología reproductiva. Las adolescentes embarazadas corren un riesgo aún mayor, ya que deben soportar su propio crecimiento junto con el del feto.
Tercera etapa del apetito: de 20 a 30 años
La transición a la edad adulta joven trae consigo cambios en el estilo de vida que pueden causar un aumento de peso, como asistir a la universidad, casarse o tener hijos. Una vez acumulada, la grasa corporal es difícil de perder. Nuestro cuerpo envía fuertes señales de apetito cuando consumimos menos de lo necesario, pero las señales para evitar comer en exceso son más débiles, lo que puede resultar en un círculo vicioso de consumo excesivo.
La saciedad, o la sensación de haber comido lo suficiente, es un área de creciente interés en la investigación. Este mecanismo es útil cuando se intenta perder peso, ya que la sensación de hambre es una de las principales barreras para comer menos de lo que el cuerpo cree necesitar, es decir, mantener un "déficit calórico". Los distintos alimentos envían diferentes señales al cerebro. Por ejemplo, es fácil consumir una tarrina de helado porque la grasa no envía señales al cerebro para detenerse, mientras que los alimentos ricos en proteínas, agua y fibra nos hacen sentir llenos por más tiempo.
Cuarta etapa del apetito: de 30 a 40 años
La vida laboral en la edad adulta presenta sus propios desafíos. El estrés puede causar cambios en el apetito y en los hábitos alimenticios en el 80% de la población, ya sea aumentando o disminuyendo el apetito. La "adicción alimentaria" y otros rasgos de personalidad, como el perfeccionismo, también pueden influir en cómo manejamos el estrés y nuestra relación con la comida.
Estructurar el entorno laboral para reducir los hábitos alimentarios problemáticos, como el acceso a máquinas expendedoras, es un reto. Los empleadores deben promover una alimentación saludable y gestionar el estrés para mantener una fuerza laboral productiva y sana.
Quinta etapa del apetito: de 40 a 50 años
Somos criaturas de hábitos y a menudo resistimos cambios que podrían beneficiarnos. La palabra dieta proviene del griego "diaita", que significa "régimen de vida". Sin embargo, queremos comer lo que deseamos sin alterar nuestro estilo de vida y aún así mantener una buena salud.
Numerosos estudios demuestran que una dieta incorrecta es un factor principal de mala salud. La Organización Mundial de la Salud resalta que el tabaquismo, una dieta poco saludable, la falta de actividad física y el consumo excesivo de alcohol son los factores de estilo de vida que más afectan la salud y la mortalidad. En esta etapa, los adultos deben cambiar su comportamiento en función de sus necesidades de salud, pero muchos no toman medidas debido a que los síntomas de enfermedades como la hipertensión o el colesterol alto son invisibles.
Sexta etapa del apetito: de 50 a 60 años
A partir de los 50 años, comienza una pérdida progresiva de masa muscular, entre 0.5% y 1% anual, un fenómeno conocido como sarcopenia. La disminución de la actividad física, el consumo insuficiente de proteínas y la menopausia en las mujeres aceleran esta pérdida.
Mantener una dieta saludable y variada y realizar actividad física es esencial para mitigar los efectos del envejecimiento. Sin embargo, las personas mayores no suelen satisfacer su necesidad de alimentos ricos en proteínas, sabrosos y económicos. Los refrigerios ricos en proteínas podrían ser una solución, pero hay pocos productos diseñados para este grupo de edad.
Séptima etapa del apetito: de 60 a 70 años y más
El aumento de la esperanza de vida trae consigo el desafío de mantener la calidad de vida. Una nutrición adecuada es crucial en la vejez, ya que esta etapa conlleva una disminución del apetito y del hambre, resultando en pérdida de peso involuntaria y mayor fragilidad. La disminución del apetito puede ser consecuencia de afecciones como la enfermedad de Alzheimer.
La alimentación es una experiencia social, y factores como la pobreza, la pérdida de la pareja o comer solo afectan el placer de comer. Otros efectos de la vejez, como las dificultades para tragar, problemas dentales y la pérdida de gusto y olfato, también interfieren con el apetito y los beneficios de la alimentación.