Cómo manejar los celos
Nadie está exento de ellos pero, según el grado en el que se manifiesten, pueden llegar a convertirse en un problema a tratar: ¿existe una medida justa?¿debemos huir de quienes nos celan?Tanto la realidad como la ficción están plagadas de historias en las que los celos son los grandes protagonistas, y esto se debe a que se trata de un sentimiento que no le es ajeno a casi nadie. ¿Quién no celó o fue celado alguna vez?
Parejas, amigos, hermanos, padres o compañeros de trabajo o estudio son pasibles de convertirse en el blanco de estas emociones. "Los celos son un trastorno en el control del pensamiento", explica el doctor en psicología Gustavo Bustamante, director de la Fundación Fobia Club . ¿Trastorno? Sí, trastorno. Pero, tranquilos: "Los celos, tanto como la envidia, son reacciones y emociones naturales que tenemos todos los seres humanos.
Podemos sentir celos porque eligen a un compañero y no a mí para entregarle un premio, porque siempre tienen que ver con que se le destina el afecto a un tercero y no a mí.A partir de ahí, hay algunos que se encuentran dentro de lo normal, como que un hermano reciba un poco más de cariño por parte de los padres, y otros que son patológicos, es decir, que no están fundamentados y surgen porque la persona tiene una creencia y hace una asociación de ideas en relación al temor a que se le entregue el afecto a otra persona y no a ella", se explaya el director de Fobia Club .
Tipología
El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, aseguró que cuando una persona no siente nada de celos es porque los está reprimiendo. Ergo: nadie está exento . Pero, por supuesto, ése no fue su único aporte a este problema. Según el especialista, hay tres tipos diferentes de celos: de competencia, proyectados y delirantes. Los de competencia son los más normales y se basan en el dolor que siente la persona cuando cree que puede perder el objeto de amor o puede ser desplazado por otro. Los proyectados, en tanto, están basados en la infidelidad (es decir, quien siente celos está proyectando en el otro su propia infidelidad o su deseo por ser infiel y se convence, entonces, de que el otro lo está engañando). Y, por último, los celos delirantes, según Freud, son una forma de paranoia y tienen una alta dosis de represión homosexual (aunque hoy muchos discuten y ponen en duda esta teoría).
Esto es: los sentimientos reprimidos en la etapa edípica (en la que los niños sienten atracción por el padre de su mismo sexo) reaparecen en la edad adulta, de manera consciente o inconsciente. Así, el celoso se plantea:"No soy yo quien lo ama, es ella". Además de esta tipificación, Freud aseguraba que los celos son fáciles de ver y detectar, ya que están compuestos por tristeza (producida por la creencia de que se está perdiendo al ser amado), el dolor que produce la comprensión de que no podemos tener todo lo que queremos, el sentimiento de enemistad con el rival y una dosis de autocrítica (que nos hace sentir responsables de la pérdida).
El extremo
Por supuesto, la autoestima juega un rol muy importante en todo esto. Una persona que no confía ni cree en sí mismo, que se considera menos que el resto se siente constantemente amenazado por los otros, en todos los ámbitos de la vida."Si yo estoy capacitado para responderme algunas preguntas como qué me hace a mí más importante para una persona en relación al resto o por qué me elegiría a mí y busco datos concretos que puedan inclinar la balanza a mi favor (me dijo que me amaba, hicimos el amor anoche, etc.), dejo de sobredimensionar lo minúsculo", explica Bustamante.
"Lo hice por amor"
Padres, amigos y parejas repiten muchas veces este argumento para justificar decisiones, prohibiciones y demás actitudes. Sin embargo, no siempre es amor. Puntualmente, cuando los celos son extremos (los casos de crimen pasional son un buen ejemplo) no es amor lo que mueve a la acción sino egoísmo. "Uno tiene que considerar que las parejas eligen todos los días estar con el otro. Por eso, uno tiene que hacer mérito a diario para estar con el ser que ama. Si yo dejo de hacer algunas cosas, probablemente aparezcan otros competidores", ejemplifica el director de Fobia Club .
El que busca encuentra, dice el dicho. Si estás convencida de que tu pareja te engaña, cualquier mensaje, correo, foto, retraso o lo que sea puede convertirse en la prueba que tanto esperabas. Ahora bien, ¿cómo podemos reconocer a un celoso? Tomá nota: hace preguntas incisivas con suspicacia, siempre tiene necesidad de ampliar la información que le das, hace comentarios directos ("¿dónde estuviste?"), y plantea temas éticos ("¡cómo no me vas a decir la clave de tu mail si nosotros no nos ocultamos nada. Yo soy frontal, transparente y vos deberías ser igual").
Además, tiene dificultades para integrarse a los grupos y suele sobrecargar a los demás de cuestiones negativas porque quiere anularlos. Por último, es el que quiere cortar todo el circuito natural que tiene su pareja o amigo (o quien sea que esté celando). Así, por ejemplo, le niega la posibilidad de que se junte con su círculo, con sus compañeros de trabajo y le inculca el aislamiento.
Bajo control
Tal como explica Bustamante, los celos se centran en el temor a perder el amor de la persona a la que amamos. Sin embargo, en muchos casos, el miedo a ser abandonado lleva a la necesidad de aferrarse al otro y controlarlo. "Ya no podríamos decir que me gusta o que quiero compartir mi tiempo con mi pareja, sino que lo necesito y que el temor a perderlo o a que me abandone o me cambie por otro, me lleva a hacer cosas inesperadas", dice el psicólogo.Y agrega: "Son capaces de viajar, participar de reuniones que no le interesan y tantas otras cosas sólo por estar ahí". Para poder reducir los celos y controlar un poco este tipo de emociones, hay algunas cosas que podés hacer: primero, debés evaluar la situación (¿cuándo aparecen? ¿cómo se manifiestan? ¿con angustia, enojo, miedo?). Una vez que tengas estos datos, articulá un plan.
Por ejemplo, podés recordar cuántas otras veces pensaste algo parecido y no ocurrió nada de lo que temías. Además, es importante que cambies algunos hábitos como dejar de revisar sus cosas, llamar constantemente, espiar y conductas similares. Por último, terapia, autocrítica y voluntad de cambio son las condiciones necesarias para comenzar a desandar el camino de los celos y lograr una relación más sana con los otros.