Una voz en el micrófono

Recuerdo y homenaje a dos grandes voces de radio.

“Si vuelves, no lo hagas tarde.
El tiempo es húmedo ahora
y húmedas están siempre…
las pupilas que esperan”

El pasado Octubre (mes de “vino y rosas”, parafraseando al persa Omar Khayyam), se vio ensombrecido, sin embargo, en su último tramo.

Con escasa diferencia de días, enmudecieron dos voces que supieron ser las protagonistas de programas marcativos de una época donde todavía se priorizaba la cultura en los medios.

Conocidas por su “Nom de Guerre”, recuerdo a Íside Córdoba en la década del 60, haciendo sus pininos en LU2 Radio Bahía Blanca, transgresora, dinámica, intensa, combativa, enarbolando siempre la bandera del compromiso con la literatura. Había integrado en sus inicios la mítica Peña: “La Carbonilla” y su andar inquieto la condujo por los andaniveles de la vida sin medir riesgos. Escritora prolífica, desgranó sus versos en varias publicaciones, reflotó en los 90 la filial de la S.A.D.E en la ciudad y como acto final, condujo un micro en Radio Nacional volviendo a su viejo amor: el micrófono. Como aquella “Teresa Batista, cansada de guerra”, que creara Jorge Amado, se replegó en la soledad del ocaso para hundirse en el silencio.

Conocí fugazmente a Mariana Martí, pero me consta que la vida fue más pródiga con ella. Hacedora de programas en LU2 y conductora en los 90 del programa: “Mariana de tarde”, que transmitía Radio Nacional. Mujer de voz suave, gentil y afable, que encendía nuestras tardes con la calidez de su mensaje. Aunque privada de su compañero aún joven, su numerosa familia colmó los espacios vacíos del amor. Y así abandonó la radio para dedicarse al doble rol de madre y abuela.

En las postrimerías de un Octubre del año que se fue dos avisos en el diario informaron que Íside y Mariana habían entrado en el silencio. Sirva este homenaje para rendir tributo a dos mujeres de radio, que supieron ejercitar la cultura… y luchar por ella.

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Gentileza, Mariel Estrada