Turismo slow en la Argentina

Lejos de la pasividad, el movimiento Slow considera que hasta las personas perderían menos tiempo si sus actos, tareas y actividades se realizaran a conciencia y no de forma mecánica
El movimiento slow propone una mayor sabiduría a la hora de valorizar el tiempo encontrando un verdadero equilibrio en un entorno que favorezca a la concreción de este desafío en un contexto de vértigo y urgencia propio del siglo XXI.
 
Pero, lejos de la pasividad, el movimiento Slow considera que hasta las personas perderían menos tiempo si sus actos, tareas y actividades se realizaran a conciencia y no de forma mecánica. El lema es cualificar el tiempo en lugar de cuantificarlo y así sean los individuos los que regulen sus minutos, horas y días y sientan un genuino control de sus biografías.
 
El movimiento slow nació en el año 1986 a partir de la iniciativa del italiano Carlo Pretini, quien abrumado por las costumbres y los hábitos propios de la posmodernidad decidió crear una corriente contra cultural que convocó al mundo a desacelerar el ritmo de vida signado por la urgencia permanentes.
Así nació el Movimiento Slow con sus variantes en la gastronomía, la decoración, el turismo y las ciudades. Los primeros países que adaptaron sus centros urbanos y localidades a las parámetros propios de esta experiencia fueron Italia, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Holanda, Portugal, España, Finlandia, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Turquía, China, Canadá y Estados Unidos.
 
Argentina también hoy es protagonista de esta iniciativa a través de dos ciudades en la provincia de Buenos Aires: Mar de las Pampas y Balcarce. En el caso de esta última, la municipalidad lanzó el Plan Estratégico Balcarce 2020, que tiene como objetivo desarrollar un espacio urbano acorde con las bases del turismo sostenible, garantizando la preservación del patrimonio histórico y cultural como también el cuidado del medio ambiente en sus escenarios naturales.
 
El proyecto se desarrolla en la localidad de Villa Laguna Brava, ocupado por 600 habitantes que viven de manera permanente y que gozan de un entorno rodeado de sierras y espejos de agua natural.
 
Con el fin de incrementar el movimiento turístico en la zona y crear condiciones verdaderas para el relax y disfrute la intendencia incorporó a Villa Laguna Brava al movimiento slow y así, optimizó sus servicios para el visitante como la incorporación de guarda-parques y guías ambientales y la producción de cultivos orgánicos y alimentos artesanales, con el fin de estimular la economía social en la zona.
 
Otra localidad que goza de los beneficios de la cultura slow es Mar de las Pampas. Esta ciudad balnearia es un verdadero paraíso de bosques y playas despobladas y es sin dudas la favorita, para aquellos turistas que desean disfrutar y descansar en un entorno acorde a sus necesidades.
 
Mar de las Pampas es la ciudad pionera en el país en suscribir a los principios del movimiento slow. Desde el año 2006, la ciudad costera es un verdadero oasis natural cuyo lema es preservar y respetar al máximo su medio ambiente. Por ejemplo, el sitio cuenta con escasas edificaciones ya que el objetivo es no masificar la construcción con el fin de minimizar todo impacto ambiental que pueda perjudicar el entorno natural. Por lo tanto, las pocas casas que se emplazan en el lugar poseen el mismo estilo arquitectónico y son construidas con materiales y técnicas a favor del medio ambiente.
 
Además, con el fin de respetar y garantizar los principios slow, en Mar de las Pampas la velocidad máxima de tránsito permitida es de 30 km/h. En este marco, la mayoría de los habitantes y turistas utilizan bicicletas o hasta muchos de ellos realizan los trayectos cortos a pie con el fin de disfrutar del paisaje y realizar ejercicio.
 
Otra particularidad que hace la diferencia en Mar de las Pampas es que no existen locales de comida rápida. Todos sus bares, restaurantes y locales gastronómicos ofrecen sabrosos y abundantes platos de comida casera y los comensales disfrutan de largas tertulias con amigos o en familia.
 
Sin prisa, y con una enorme predisposición al verdadero relax, Balcarce y Mar de las Pampas son ciudades que han cualificado el tiempo y su contexto.

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Por Eugenia Plano