Trascender el dolor y crecer es posible
El conocido mito de que “el tiempo lo cura todo” afecta la evolución del duelo y supone que el dolor disminuirá con el paso de los días. Sin embargo este no suele ser el caso cuando se trata de la pérdida de un ser querido.El duelo es el proceso natural que se da luego de la muerte de un ser querido, que busca encontrar el equilibrio emocional, físico y espiritual perdido luego del fallecimiento. El mismo se pone en marcha inmediatamente luego de haber perdido al ser querido, más allá que se perciban o no las reacciones y emociones habituales de este momento.
Muchas veces se confunde el inicio de un duelo por la ausencia de las típicas manifestaciones; sin embargo, hay tantos modos de manifestar el dolor como seres humanos existen. La negación, el shock, la ira, la parálisis, la aparente normalidad, como también la desesperación o el llanto ininterrumpido pueden acompañar los primeros momentos de un duelo normal.
El conocido mito de que “el tiempo lo cura todo” afecta la evolución del duelo y supone que el dolor disminuirá con el paso de los días. Sin embargo este no suele ser el caso cuando se trata de la pérdida de un ser querido. Por el contrario, es frecuente que a medida que pasan los días, el dolor se agudice y se sostenga la tristeza por algún tiempo. No obstante, en algún momento, luego de mucho trabajo interior, muy paulatinamente comienzan a aparecer nuevas emociones reparadoras.
Hablar de una duración específica del duelo no es lo recomendable, ya que es un proceso y cada proceso depende de cada persona. No obstante, hay que tener en cuenta que el primer año luego de la muerte del ser querido suele ser muy difícil ya que se transita por todos los aniversarios y recordatorios (cumpleaños, navidad, día de la madre o padre, etc). Es importante no confundir la duración del duelo con el grado de amor. Menor tiempo habitando la tristeza y angustia no significa querer menos a la persona que ha muerto, así como un mayor tiempo no significa quererlo más.
Por su parte, las ceremonias, como los funerales y los homenajes, permiten a amigos y familiares reunirse para compartir recuerdos sobre el ser querido al mismo tiempo que pueden apoyar y consolar a las personas más afectadas por la pérdida. Estas actividades pueden ayudar a sobrellevar los primeros días luego de la pérdida y a honrar la memoria de la persona que falleció.
En muchas ocasiones, la gente expresa sus emociones durante este período, por ejemplo llorando, sin embargo, hay para quienes la pérdida los paraliza o bien los abruma a tal punto que no les es posible expresar sus sentimientos de inmediato. Incluso, hay quienes pueden sonreír o hablar con otras personas durante un funeral como si nada hubiera ocurrido, sin embargo, sienten tristeza.
Cuando las ceremonias finalizan, algunos pueden pensar que el dolor también debería terminar. Pero a menudo el duelo apenas está comenzando. Las personas pueden retomar sus actividades normales, pero les resulta difícil dedicarse con entusiasmo a las cuestiones cotidianas. Aunque es posible que no hablen demasiado sobre la pérdida, el proceso de duelo continúa.
La elaboración del duelo dependerá de una combinación de factores: cómo era vínculo con el fallecido, la personalidad del que duela, la historia de otras pérdidas, como también el sistema familiar que acompaña para afrontar estas ausencias.
De la misma manera, enfrentamos duelos al finalizar una relación, al perder un trabajo, al envejecer, al pasar por algún tipo de situación que modifica nuestro estado de salud, al vivenciar una separación de los seres queridos porque migran, o simplemente cuando no se cumplen aquellos deseos y/o expectativas sobre una situación.
Todas estas pérdidas forman parte de nuestras vidas, son constantes, universales e inevitables. El duelo es un camino de aceptación, entendida no como resignación, sino como re-significación del dolor, y de qué hacer con él. Predecir cuánto tiempo nos llevará superar una pérdida es difícil. Algunos podrán hacerlo en meses, otros requerirán años.
Decimos que un duelo está resuelto cuando: hemos aprendido a vivir sin él o ella y podemos recordar a quien perdimos sin sentir tanto dolor. Sin olvidar el pasado, podemos generar nuevos proyectos y mirar al futuro. El amor nunca muere, no es necesario olvidar, podemos recordar sanamente y aprender a relacionarnos con quien se fue de una manera diferente.
Autor: Lic. Aldana Di Costanzo, psicóloga asesora en duelo de Grupo Jardín del Pilar.
Fundadora y directora Fundación Aiken - acompañamiento de la familia en duelo.