Sorpresa digital: la letra manuscrita se abre paso firme en las pantallas

Accesorios similares al lápiz y software que permite escribir con el dedo recuperan una práctica clave para el aprendizaje y la sociabilidad; qué están haciendo Microsoft, Samsung, LG y otros fabricantes.
Fuente: www.lanacion.com

Escribir a mano es uno de los hábitos más corroídos por las herramientas tecnológicas. Al tiempo que computadoras, teléfonos inteligentes y tablets estiran su alcance, las letras abandonan su carácter artesanal y son, cada vez más, el resultado de pulsaciones en teclados físicos y pantallas táctiles. En este sentido, no son pocos los sorprendidos por su propia impericia a la hora de escribir a mano, al completar un formulario o escribir una simple nota, como por ejemplo "vuelvo en cinco", por fuera del ámbito digital.

No obstante, la postergada ceremonia de escribir a mano podría encontrar su salvavidas en la industria tecnológica, la misma que antes eclipsó su difusión. Desde ese sector retoman el sendero de la letra manuscrita al incluir en la oferta, principalmente de dispositivos móviles, un accesorio similar al lápiz que propicia una escritura parecida a la tradicional.

De este modo, el mercado rescata un hábito que supone una serie de beneficios de valor considerable. Especialistas en caligrafía advierten que escribir a mano es un acto vital en los procesos de aprendizaje y también en la generación de vínculos sociales. "El texto manuscrito proyecta directamente la orden del cerebro, también nuestra personalidad y nuestras pulsiones emocionales y de temperamento, cosa que no sucede al golpear las teclas de una computadora o cualquier otro medio táctil o digital", explica a LA NACION Sandra Cerro Jiménez, perito calígrafo judicial y profesora de grafología en Madrid. La especialista, autora de Grafología en la gestión del talento (Editorial Plataforma, 2014), subraya asimismo la importancia de escribir en cursiva: "Las uniones entre letras también nos hablan de cómo nos relacionamos con los demás. Son como manitas unidas entre sí, por lo tanto, reflejan a personas sociables, afectivas, que saben relacionarse con los demás y que trabajan bien en equipo".

El debate tiene su anclaje: el tradicional dueto lápiz y papel comienza a ser removido de las aulas. En Finlandia han planteado un proyecto que elimina el aprendizaje de caligrafía en favor de la escritura en letra imprenta o, directamente, en computadora. En la vereda opuesta, un estudio de la Universidad de Bloomington, Estados Unidos, tuvo como objeto a un grupo de niños que aún no saben leer y arrojó una conclusión elocuente: el cerebro no responde del mismo modo cuando se aprende a escribir a mano o en un teclado. "Datos de escáneres cerebrales sugieren que escribir [a mano] prepara el cerebro para un sistema de aprendizaje que facilita la lectura cuando los niños llegan a esa etapa", dijo en declaraciones a la BBC la neurocientífica cognitiva Karin James.

Si bien la industria tecnológica fue la que diluyó el alcance de la letra manuscrita, son cada vez más las tablets, smartphones y equipos convertibles los que la contemplan. En esas presentaciones (que aún son minoría en el mercado) la capacidad de escribir con lápiz es mencionada como uno de los encantos del producto.

Una transacción reciente refleja el ánimo de algunas empresas tecnológicas por recuperar la costumbre de escribir a mano. A mediados del último febrero Microsoft anunció la compra de N-trig, una empresa con sede en Israel que desarrolla lápices digitales. De hecho, esta compañía es la responsable de la fabricación del accesorio para escritura que incluye la Surface Pro 3 de Microsoft, una tablet que cuenta con una generosa pantalla de 12 pulgadas (más extensa que cualquier iPad).

Acaba de ser lanzada también una actualización de la aplicación de Microsoft OneNote para equipos Apple, que agrega la posibilidad de escribir sobre el display del iPad con los dedos o con un lápiz digital, y que incluye un panel de configuración para indicar el modo en que el usuario sujeta el lápiz y, así, hacer más eficiente la escritura tanto para diestros como para zurdos.

La línea Galaxy Note de Samsung, que va por su cuarta versión, es uno de los paradigmas de este movimiento. Se especula además con que LG, otro de los patrones del universo Android, incluirá uno de estos accesorios en su próximo teléfono insignia, el G4, equipo que será presentado oficialmente en los próximos meses. Incluso si aquel teléfono no llegase con un lápiz, vale recordar que el catálogo de LG incluye el modelo G3 Stylus, el cual sí contempla esta característica.

Estos dispositivos incluyen un lápiz óptico útil para tomar notas en una pantalla que usualmente supera las cinco pulgadas, el tamaño aproximado de un libro pequeño. La posibilidad de anotar digresiones al margen de la hoja, garabatear y subrayar con la libertad de la mano, ventajas esgrimidas por los amantes de los libros físicos, ya no es exclusiva de éstos.

En eBay, la célebre plataforma de comercio electrónico estadounidense, se mencionan razones por las que es ventajoso emplear un lápiz sobre la pantalla antes que las yemas. Se anotan argumentos como la precisión del stylus, que es el lápiz, aliado de la pulcritud de la pantalla, y que escribir a mano, además, desarrolla la creatividad.

Inmersos en esta bifurcación, resulta válido indagar si la modalidad mixta (el manuscrito en superficies brillantes) también ofrece los beneficios de escribir a mano. Cerro Jiménez señala que "en el lápiz digital hay una proyección directa de la personalidad, al igual que sucede con la escritura sobre papel". Aunque anota la siguiente salvedad especialmente relevante para la grafología: "La presión de la escritura nos habla del carácter y de la vitalidad, tanto física como emocional de una persona, y en un lápiz digital no podríamos apreciar la presión en el escrito."

Cerro concluye que "sería un error que la letra manuscrita quedase completamente sustituida por la digital" y que los niños, particularmente, pueden adaptarse "a las nuevas tecnologías cuando sea necesario, pero sin abandonar la escritura tradicional".

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Por Uriel Bederman | Para LA NACION