Practica el slow life y disfrutarás más de tus hijos

Cada niño tiene su ritmo. Los padres tenemos que adaptarnos a él y no al revés. Es lo que defiende el movimiento Slow Life. ¿Cómo ponerlo en práctica?

Las prisas nunca son buenas y menos para el desarrollo y la educación de nuestros hijos.

Esta idea está en línea con lo que propugna el Movimiento Slow, que aboga por llevar una vida más plena y desacelerada, detenerse y disfrutar de un presente prolongado que en demasiados casos queda sepultado por las obligaciones del futuro más inmediato. ¿Cómo ponerlo en práctica con nuestros hijos?

Buenas ideas slow

1. Apaga el móvil cuando estés con tus hijos y, siempre, en reuniones familiares o en momentos de ocio compartido.

2. Enséñales desde pequeños que hacer las cosas en su momento es la mejor forma de evitar las prisas y los agobios futuros.

3. No tengas la televisión constantemente encendida a modo de banda sonora de la casa: ese sonido de fondo puede incrementar los niveles de estrés.

4. Anima a tus hijos a que dediquen tiempo a, simplemente, pensar. Recibir constantemente estímulos e información impide que el cerebro establezca las conexiones entre los conocimientos y que se ordenen las ideas.

5. Un poco de “dolce far niente”. Una cosa es la pereza como actitud y otra criminalizar sistemáticamente los momentos de inactividad: no pasa nada porque el niño disfrute de tiempos muertos en los que estén sin hacer nada.

6. Fomenta en tus hijos la idea de que lo importante en el deporte y otras actividades en equipo es disfrutar, no competir. Expertos en la filosofía slow, como Carl Honoré (autor de “Elogio de la lentitud”) advierten que el exceso de actividades al que están sometidos muchos niños puede reforzar conductas como el egoísmo o ver al otro sistemáticamente como un rival a eliminar.

7. Respetad los usos y costumbres. Cada vez son más las personas que comen delante de la televisión o el ordenador. Los expertos insisten en la importancia de las comidas familiares, no sólo para fomentar buenos hábitos alimenticios sino también para reforzar los vínculos con los más pequeños.

8. Es muy importante el contacto frecuente con la naturaleza: se trata de la mejor escuela de calma y, también, el mejor antídoto frente al estrés.

9. Proporciónales experiencias que propicien la observación y despierten una curiosidad que no puedan saciar a través de la pantalla de un dispositivo, y enséñales juegos sencillos, de los de siempre, que les permitan dar rienda suelta a su creatividad.

10. Y, siempre, recuerda que los niños son niños: no hay que pretender que se comporten como adultos antes de tiempo.

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Fuente: www.serpadres.es