Paula y Fabiana Chávez: Por amor a la música
Paula y Fabiana son gemelas. Quedaron ciegas a los 13 años por una enfermedad genética y progresiva. Se recibieron de licenciadas y una de ellas dicta clases a chicos hipoacúsicos.Tendemos a relacionar las palabras triunfo y éxito con personas que son muy conocidas, que ganan mucho dinero y a las que, aparentemente, les va muy bien en una determinada actividad. Muchas personas anhelan este “éxito” y se frustran cuando sienten que no pueden alcanzarlo. Es una lástima que así piensen, pues nuestro verdadero triunfo en la vida radica en la manera en que superamos los obstáculos que se nos presentan. Así, los triunfadores son muchos más que esas pocas personas.
Esta entrevista se la realizamos a dos artistas que han triunfado en la vida, Paula y Fabiana Chávez, porque vencieron un obstáculo que parecía ser una infranqueable barrera para que continuaran unidas a la música. La paciencia, la perseverancia y la plena convicción de sus metas lograron que ellas pudieran volver a tocar el piano luego de haber perdido la vista y, lo que es mejor, disfrutaran mucho de volver a hacerlo.
Paula y Fabiana son hermanas gemelas. Ambas estudiaron en el Instituto “Santa Ana” y obtuvieron el mismo título: Profesora Nacional de Música; también se graduaron como Licenciadas en Artes Musicales en el Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA). Desde hace muchos años, son alumnas de la pianista Nélida Sánchez.
Paula, en el campo de la investigación, aborda la temática de la discapacidad visual y su vinculación con la técnica y la práctica pianística. Fabiana se ocupa de la educación musical para alumnos con discapacidad y realiza trabajos de investigación que se centran en el estudio de nuevas tecnologías para facilitar la lectura de partituras musicales para músicos con disfunciones visuales.
En la primera respuesta, nos cuentan parte de su historia.
· ¿Cuáles fueron sus inicios musicales?
Paula: Nuestro padre estudió piano en la provincia de San Juan; él decidió, en un momento muy difícil de nuestras vidas, comprarnos un piano. Fue nuestro primer profesor. Era tal nuestro entusiasmo por el piano que las dos esperábamos ansiosas que la otra, por alguna razón, dejara de tocarlo para ocupar su lugar. Como ambas protestábamos, nuestros padres nos pusieron horarios.
Fabiana: Fue un amor inmediato. Nuestro padre decidió traer un piano nuevo a casa cuando recibió el diagnóstico de nuestra enfermedad de la vista. Sabía que era degenerativa y que no tendría cura. Nosotras teníamos sólo trece años.
Como siempre nos gustó la música, él consideró que nos ayudaría mucho anímicamente tocar el piano. Aún teníamos un resto visual y, con unos anteojos bien gruesos, podíamos ver las partituras. Además, nos compraban enciclopedias, porque nos gustaba leer las biografías de los compositores. También escuchábamos música clásica por radio, nos compraban discos e íbamos al Teatro Colón.
Paula: Después ingresamos al Instituto “Santa Ana”, que tenía, en esa época, el mismo programa que el Conservatorio Nacional de Música “Carlos López Buchardo” y otorgaba el mismo título. Ahí conocimos a Nélida Sánchez.
Fabiana: Seguimos estudiando con ella de manera particular, empezamos a dar conciertos y se nos ocurrió tocar a cuatro manos. Ya habíamos tocado así en nuestros comienzos una adaptación de un vals sencillo realizada por nuestro padre.
· ¿Cómo estudiaban?
Paula: En ese momento, teníamos la visión muy disminuida; no podíamos leer las notas de las partituras tradicionales. Para poder estudiarlas, nuestro padre nos transcribía las partituras en grande, con un marcador, nota por nota. Él era muy prolijo, tenía una excelente caligrafía; lo hacía también con los libros de estudio. Cuando íbamos a estudiar con los profesores, llevábamos esa partitura grande y también una chica, porque, si no, los profesores se mareaban.
Fabiana: Igual, siempre tratábamos de estudiar de memoria, ya que, para tocar, debíamos acercarnos mucho a las partituras para verlas y quedábamos en posturas incómodas para un pianista. Además, nos restaba velocidad para tocar, porque tardábamos en leer las notas. Por eso, las memorizábamos, como hacen todos los ciegos.
· ¿Nunca pensaron en abandonar la música?
Paula: Todo lo contrario, nos aferrábamos más a ella. Sin embargo, con el tiempo, nuestra vista disminuyó tanto que ni siquiera podíamos ver esas partituras grandes. Eso fue determinante. No pudimos dedicarnos más a estudiar y a tocar. Yo me senté un par de veces al piano, pero me frustraba, porque leía dos notas, y ya me cansaba la vista. Me enojaba y lloraba mucho.
Fabiana: Pensamos que la música también podía ser una salida laboral, que era algo que les preocupaba a nuestros padres: de qué trabajaríamos. Así fue que nos recibimos de Profesoras de Música y comenzamos a trabajar en jardines de infantes y escuelas primarias. A pesar de que casi no veíamos, podíamos dar clases.
· ¿Por qué pudieron retomar?
Fabiana: Volvimos al piano gracias a la informática, que nos permite acceder a partituras clásicas. Otro tipo de música, como el folclore o el tango, se puede tocar de oído, pero, en la música clásica, hay que tocar la partitura tal cual está escrita.
En un momento, conocimos un programa de computación que leía cualquier texto en voz alta y nos preguntamos si no habría uno parecido, pero que lea notas musicales. Me puse a investigar y encontré uno que leía notas, pero en inglés. Recordemos que, en inglés, los nombres de las notas son letras, como en alemán, y eso nos dificultaba mucho el solfeo.
Me comuniqué con la empresa que hizo el programa y me mandó una versión de prueba. Yo leo y hablo inglés, pero, igual, me costaba mucho. Les pregunté si tenían una versión en castellano, me contestaron que no, pero querían saber para cuándo la necesitaría. Les respondí: “¡Ya mismo!”, y fue así como les ayudé a realizar una versión en castellano del programa. De esta manera, de a poco, obtuvimos algo que nos sería útil no sólo a nosotras, sino también que podría ayudar a muchas personas ciegas o con alguna discapacidad visual.
· El programa, ¿lee cualquier partitura?
Fabiana: No, las partituras deben tener un determinado formato. No se consiguen con facilidad. Para eso, es necesario escanear una partitura común y hacer un reconocimiento óptico de las notas y de todo lo que en ella está escrito. Pero el resultado no es excelente. Por eso, luego necesitamos una persona con visión normal para corregir los errores.
· ¿Cuánto tiempo estuvieron sin tocar?
Paula: Veinte años, aproximadamente.
Fabiana: No fue fácil retomar. Debíamos acostumbrarnos a una nueva manera de aprender una partitura, porque antes podíamos leerla y memorizarla, pero ahora, debíamos escuchar qué nota era, cómo debía ser tocada y recordarla; así, nota por nota. Al escuchar la voz, tenemos que imaginarnos la partitura.
Paula: Además, ahora no vemos el teclado. Antes, se nos presentaba difuso, pero lo veíamos. Por eso, debimos crear algunas estrategias para poder abordar sonidos alejados o grandes saltos.
Fabiana: Nosotras creamos soluciones para problemas que, en realidad, no lo son para la gente que ve. El otro día, por ejemplo, debía dar un salto en el teclado y me di cuenta que podía evitarlo, tocando esas notas con la misma mano que está de ese lado. Algo complejo, porque debía diferenciar las voces, pero me resultó menos difícil que acertar con el salto.
· ¿Por qué no utilizaron el sistema braille?
Fabiana: Louis Braille no sólo inventó el sistema de lectura para las letras convencionales, sino también para leer notas musicales; él era organista. Yo había estudiado su sistema cuando aún veía un poco, pero no me era práctico, ya que estaba acostumbrada a leer la partitura con los signos comunes.
Quizá sea para nosotras más difícil, porque nuestra ceguera es adquirida. Para un músico ciego de nacimiento, quizá la musicografía braille sea la más recomendada.
Paula: La musicografía braille no tiene nada que ver con la notación tradicional. Resulta muy compleja para las personas que aprendieron a leer en tinta, es como estudiar otro idioma. Además, se debe tener en cuenta la dificultad que representa el aprendizaje a través del tacto.
Tanto las partituras en sistema braille como las que están en formatos electrónicos accesibles para personas con discapacidad visual son realmente muy difíciles de conseguir.
Fabiana: De todos modos, con el braille o con el programa de computación, un músico ciego tarda muchísimo más que uno que puede ver para aprender una partitura. Eso limita la cantidad de obras que podemos incorporar.
· ¿Sienten que cada vez les resulta más fácil tocar?
Fabiana: Sí, memorizamos más rápido lo que nos dice el programa y ya nos estamos acostumbrando a tocar sin ver el piano. El dedo y el brazo tienen memoria, y eso nos ayuda mucho; es algo que quizá resulte incomprensible para alguien que no toque instrumento alguno.
· ¿Pensaron en tocar por separado?
Paula: Por ahora, no lo haremos; más que nada, por falta de tiempo para incorporar nuevo repertorio. Además, nos gusta mucho tocar juntas, ya lo hacíamos antes, cuando veíamos un poco.
Fabiana: También consideramos que, al tocar solas, se nos “agranda” el teclado. Tal como tocamos ahora, cada una se ocupa de la mitad.
· ¿Puede cualquier profesor darle clase a un alumno ciego?
Fabiana: No creo, nosotras tuvimos la suerte de encontrar a Nélida, que sabe ponerse en nuestro lugar y hace que avancemos y que todo nos sea más plácido.
· ¿Les interesa difundir ese método de aprendizaje?
Fabiana: Sí, nos interesa mucho. Aunque, tal vez, a los jóvenes ciegos aprender por medio de la informática les resulte más fácil que a los adultos, que están acostumbrados al braille.
Sabemos de chicos ciegos que han dejado el piano contra su voluntad, por falta de un método y un profesor adecuados para enseñarles. Quizá cambian por otro instrumento, como la flauta; precisamente, para evitar esos desplazamientos que se hacen al tocar el piano. También es probable que, ante la falta de profesores capacitados o con voluntad de enseñarles, abandonen el intento de estudiar música, con la frustración que eso puede generarles.
Paula: Hemos dado conferencias y clases en distintos institutos para difundir el método. Incluso, ofrecimos dar charlas en instituciones de formación musical para docentes y brindar herramientas que podrían ser útiles a la hora de enseñarle a un alumno ciego.
· ¿Qué lugar ocupa la música en sus vidas?
Paula: No ver trae muchas frustraciones, encontramos dificultades hasta en las tareas cotidianas más sencillas.
Fabiana: Por eso, para nosotras, la música tiene mucha importancia. En el único momento en que nos sentimos plenas, es tocando el piano. Podemos afirmar que, tal como nuestro padre lo pensó cuando nos regaló el piano, la música nos salvó la vida.