Los chinos y el bife de chorizo
La oportunidad de alimentar mejor al mundo. Extracto del libro "Economía 3D" de Martín LousteauLos principales países en desarrollo están creciendo a tasas no vistas anteriormente. Y con ello están mejorando la calidad de vida de sus ciudadanos. Así, centenares de millones de personas han salido de la pobreza extrema en las últimas décadas. China sola saca de esa situación al equivalente a media Argentina por año.
¿Qué es lo primero que hace una individuo que deja de ser pobre? Consumir más, obviamente. Pero, en particular, comienza a mejorar su dieta: ingiere paulatinamente cada vez más proteína animal (carnes y lácteos) en desmedro de la proteína vegetal. Quizás para un país tan rico como Argentina para la producción alimenticia esto suene raro, pero hay muchos donde la carne de cualquier tipo o los quesos no forman parte de la ingesta habitual. En China, por ejemplo, dicen que los occidentales olemos a leche. Es natural que así sea puesto que ese producto y sus derivados constituyen un componente primordial de nuestra alimentación. Pero a ellos les llama la atención porque su realidad es diferente. Hace veinte años, su consumo de productos lácteos por habitante era una veinteava parte del promedio mundial. Creció, pero aún hoy es tres veces menor. También es cinco veces más pequeño que en Brasil, ocho veces más menor que en Argentina, y casi quince en comparación con la Unión Europea.
Lo anterior significa que a la mejora de la dieta en China le resta aún mucho camino por recorrer. Ahí radica precisamente nuestra oportunidad, ya que para producir alimentos hace falta tierra y agua. Y son pocos los países que se encuentran en condiciones tan ideales en ambos frente como Argentina. Supongamos que cada chino aumenta su ingesta diaria de leche en 100 cm3, algo así como medio vaso más por día. Ello equivale 50.000 millones de litros de mayor consumo por año, que es cinco veces la producción anual entera de nuestro país.
Sólo para que te des una idea del dinamismo del crecimiento chino: se está abriendo un Mc Donalds cada 2,5 días y YUM (la compañía madre de Kentucky Fried Chicken, Pizza Hut y Taco Bell) inaugura uno por día. Esos son compradores potenciales de carne, pollo, leche para sus helados y hasta juguetes (de hecho, hoy una empresa Argentina, llamada Zott, ya le está vendiendo estos últimos para sus combos a la famosa casa de hamburguesas de los arcos dorados).
Se trata de una oportunidad excepcional. Y también un gran desafío. Porque el objetivo no es vender productos primarios sin procesar como soja, maíz, arroz o trigo. Ese podía ser el caso a fines de siglo XIX. Hoy se trata de industrializarlos y agregar valor y trabajo argentinos.
Con una tonelada de maíz, otra de soja y quince mil litros de agua se puede hacer alimento balanceado para criar una tonelada de pollo vivo. Pero luego se lo puede faenar, deshuesar, y hacer trocitos. El valor de éstos últimos en diez veces mayor que el de los insumos originales. Y en el medio se generaron muchísimos puestos de trabajo, en la propia cadena y en otras relacionadas (la planta de alimentos, el cartón, el diseño de las cajas, etc.).
En una oportunidad llevé a la Presidenta a conocer una de las principales granjas de pollos, que está en Entre Ríos. El espectáculo es asombroso. Después de que en la Convertibilidad llegamos a importar pollos, esta empresa crecía a tasas exorbitantes cada año. En una visita anterior uno veía en el estacionamiento bicicletas, algunos ciclomotores y unos pocos autos; a la siguiente también había algunas bicicletas más, pero sobre todo crecían los ciclomotores y también los autos. Es decir que se contrataba más gente que cada vez estaba mejor. Su dueño explicaba que seguía incorporando trabajadores y que capacitarlos le llevaba entre dos y tres semanas. Fascinante.
Además contaba que se usa prácticamente la totalidad del pollo. La carne, las plumas…y hasta las garras. Al ver unas bandejas repletas de estas últimas uno no podía menos que quedarse observando y pensar que ello se estaba por desechar. Sin embargo, esas garras se exportan a China donde son consideradas un plato de lujo, una suerte de delicatessen. Y al lado había otras bandejas pero con los muñones que quedaban una vez extraídas las garras. Estas también se exportaban porque hay algunos millones de chinos que alcanzan a comprar las garras, ¡pero también hay otras decenas de millones que ahora llegan a comprar los muñones! Increíble.
Un amigo mío una vez me dijo: “La soja vale mucho porque los chinos todavía no descubrieron el bife de chorizo”. Más allá del chiste, el concepto es real. A medida que sigan mejorando su nivel de ingreso (lo mismo que los indios y otros países) van a pretender mejorar su alimentación. Y eventualmente les venderemos tiernos lomos y deliciosos malbec, si es que somos capaces de pensar de otra manera.
Esa es la gran tarea que tenemos pendiente. Si logramos cambiar la mentalidad del rédito en el corto plazo, si los gobiernos se animan a pensar este tema (y algunos otros) con otra escala y otros tiempos, se puede inundar toda la Argentina de fábricas que procesen nuestros productos y los vendan después, en lugar de exportarlos en crudo, a precios históricamente elevados como los actuales pero que son sólo una fracción del potencial que conllevan. Nuestra meta debería ser exportar alimentos industrializados a una escala tal y con un precio tal que sobre en cada hogar argentino el dinero para disfrutar de una buena mesa.
Antes decían que éramos el granero del mundo. Y algunos hasta pueden añorar esos tiempos y pretender volver. El desafío es ser el gran supermercado alimenticio del resto de los países y el proveedor de sus restoranes. Incluidos los Mc Donalds de China, con sus hamburguesas, panes, papas fritas, queso y helados. Ah…y los juguetes.
En Temátika $69: Economía 3D de Martín Lousteau. “Los chinos y el bife de chorizo. La oportunidad de alimentar al mundo”
Economía 3D, por Martín Lousteau
Martín Lousteau cumplió cuarenta años mientras estas páginas se imprimían. Es porteño e hincha de Independiente. Estudió y enseñó Economía tanto en nuestro país como en el exterior, pero desde la crisis de 2001 ha intentado infructuosamente que alguna universidad le aceptara el título de vuelta. Ahora se considera ex economista.
También es ex corresponsal de guerra, ex ministro de Producción de la Provincia de Buenos Aires, ex presidente del Banco Provincia y el Grupo Bapro y ex ministro de Economía y Producción de la República Argentina. Dirige LCG, su propia consultora, y tiene una columna radial en Perros de la calle.
Economía 3d es su tercer libro. Y amenaza con que el próximo será una novela.
¿La economía te resulta aburrida, ajena, difícil y sin alma? No desesperes. También puede hacerte reír, aprender y hasta darte un poco de esperanza. Para eso no hace falta ponerse solemnes: alcanza con redescubrir con nuevos ojos sus enseñanzas más valiosas. En estas páginas, Martín Lousteau se mueve como un guía experto entre los tópicos más diversos e inesperados.
El rol de los bancos y del sistema financiero, los esquemas mentales inconscientes que orientan nuestras decisiones, el desarrollo, la relación entre el dinero y la felicidad, la economía del sexo y del deporte, el consumo desorientado, la desigualdad, la crisis argentina y la debacle mundial, la ecología y el cambio climático son algunas de las estaciones de este recorrido repleto de realidad, humor y conocimiento.