La historia de un hombre que inmortalizó su solidaridad en miles de pequeños corazones

Hubo una vez un hombre llamado Reinaldo Cabrera Polanía, cuyo sueño desde su más temprana infancia fue sanar física y emocionalmente a los niños de bajos recursos de su amada Colombia.
Las personas se conocen a través de sus obras. La trascendencia  y el legado de los seres humanos cobra sentido cuándo su acción vive en el prójimo, aquel destinatario de los valores de un hombre o una mujer que dejó huella. La trascendencia es sinónimo de solidaridad.

Hubo una vez un hombre llamado Reinaldo Cabrera Polanía, cuyo sueño desde su más temprana infancia fue sanar física y emocionalmente a los niños de bajos recursos de su amada Colombia.

Reinaldo estudió medicina y se convirtió en cardiólogo  en la Universidad Nacional de Bogotá. Su vocación plena por cuidar, contener y curar a los niños de escasos recursos con enfermedades cardiovasculares fue su máximo objetivo y  misión en la profesión y en la vida.

Hace 40 años atrás se unió con un grupo de amigos y junto a su hermano en el Hospital de la Misericordia de Bogotá para comenzar a trabajar a favor de los niños excluidos del sistema de salud.

Un día el Dr. Cabrera Polanía conocería a un pequeño paciente que le cambiaría su vida. Carlos Zuleta, se llamaba el niño y fue diagnosticado con un tipo de enfermedad que sólo tenía tratamiento en los Estados Unidos.

En aquel instante, Reinaldo no se dejó abrumar por la desesperación sino que decidió hacer lo posible y sobre todo, lo imposible para crear soluciones concretas ante un sistema de salud con mayor tecnología y recursos para atender en Colombia a todos los niños, a todos sus pequeños pacientes.

La acción fue inmediata, conmovedora y contundente. Junto a la ayuda y  el esfuerzo del papá de Carlos, su paciente, crearon la Fundación Cardioinfantil, que ante la ausencia de recursos para comprar una sede, funcionó en las salas y los pasillos del Hospital de la Misericordia.

Junto a Reinaldo trabajaron de manera totalmente gratuita sus amigos médicos, enfermeras y los padres de sus pacientes que ayudaban como voluntarios. El grado de convicción y compromiso de las personas que acompañaron al Dr. Cabrera Polanía en aquellos primeros años multiplicó los esfuerzos y contribuciones de la población de Bogotá que permitió la construcción de una sede para la fundación.

Por ese entonces, la entidad atendía 400 mil  pacientes y hoy en día Fundación Cardioinfantil recibe a un millón que acceden al Programa de Diagnóstico y Cirugía Gratuitos, mediante el cual se sanan a niños enfermos del corazón que necesitan tratamiento.

Reinaldo falleció en el año 2010 y es para el pueblo colombiano aquel héroe de la salud y de la vida, que no admitía un no como respuesta. Fue quien ante los desafíos buscaba la forma para reparar, sanar, contener y aliviar el dolor del cuerpo y del alma.

En la actualidad su acción y su legado viven en los profesionales de excelencia de la fundación y en los miles de pequeños  pacientes que hoy son adultos, colaboran activamente con la fundación y replican su tenacidad y pasión por la vida a fuerza de valores.

La Fundación Cardioinfantil, además de ser un  centro médico de excelencia y referencia para toda Latinoamérica, es un sitio que alberga a los niños y a sus familias  de todo el país durante días, semanas o meses  y así tengan un sitio donde vivir durante el tratamiento.

La fundación también cuenta con espacios para que los pacientes puedan estudiar y así no perder el año escolar y una ludoteca en dónde los niños tienen la posibilidad de ejercer su infancia con juegos, lectura de cuentos infantiles y actividades recreativas.

“Soñemos el mismo sueño, el corazón de los niños de Colombia”, solía decir el Dr. Cabrera Polanía y sin dudas, su deseo y su sueños están más vivos que nunca.

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Por Eugenia Plano