Historia del Bandoneón
Nacimiento, Desarrollo y EvoluciónAl contrario de lo que sucedió con otros instrumentos del tango, el origen del bandoneón es un tema en el que los historiadores sólo se han puesto de acuerdo en el lugar de su nacimiento: Alemania. No así en el nombre de su creador. Algunos atribuyen su invención a Carl Friedrich (o Herman) “Uhlig” (1789-1874) nacido en un pueblo llamado Chemnitz en Sajonia.
Al rededor de 1830 y para la feria de Leipzig, Uhlig presenta allí un instrumento que, modificando la concertina inglesa de cajas hexagonales, va adquiriendo la forma que actualmente tiene pero solamente con cinco notas en cada uno de sus lados, ahora cuadrados. El instrumento recién nacido se mostró imprescindible para reemplazar al órgano, por su alto costo y difícil traslado, en los oficios religiosos y funerales así como en las procesiones callejeras. Se lo ejecutaba colgado del cuello y comenzó luego a ser utilizado para acompañar jubilosas danzas en Baviera y Hamburgo.
Pero quien inició su producción artesanal fue Heinrich “Band” (1805-1888), nativo de la ciudad de Krefeld. De su apellido deriva su nombre con que se lo conoce mundialmente “Bandoneón”, con sus diversas variantes como Bandonium, Bandonión, Bandonio, Bandoleón. En la Argentina se lo llama cariñosamente Bandola, pero su nombre más común entre los cultores del tango es “Fueye” Más tarde se comenzó a fabricar a escala industrial, Fue Alfred Arnold quien en 1864 lanzó al mercado su afamada marca “A-A”, y quien en 1911 fundó la “Alfred Arnold Bandonión, Konzertina und Piano Accordión Spezlal Fabrik”, que fabricó hasta 1949 con interrupciones durante las dos guerras mundiales, las marcas “Premier” y “América”, además de las antes nombradas.
La prestigiosa casa Hohner, produjo las marcas “Germania”, “Tango”, “La Tosca”, “Concertista”, “El Pentagrama” y “Cardenal. También la firma “ Mainer y Herold”produjo bandoneones con la marca “3B”. Fuera de Alemania se conocen instrumentos hechos en Brasil por “Danielson” los que no tuvieron éxito entre los ejecutantes argentinos, aunque en el sur de aquel país y en el litoral argentino se sigue usando para interpretar música folklórica de esa región. En Italia se elaboraron por la fabrica “Panzotti” , y se han hecho instrumentos en Japón.
El Bandoneón es un aerófono portátil con teclas, accionado con dos cajas armónicas de madera, en cuyo interior vibran por acción del aire provisto por un fuelle, unas lengüetas metálicas. Fue creciendo, con el tiempo y sus distintos usos en tamaños y cantidades de notas; desde aquel primitivo de Uhlig hasta el modelo actualmente usado de 71 teclas: 38 en la parte derecha y 33 en la izquierda, y un total de 142 voces. Los hay de colores negros, marrones, amarillos y aún blancos. Sus cajas tienen distintas presentaciones: desde los originales con vértices agudos, hasta los actuales con ángulos ochavados con la clásica lira. Algunos modelos tienen incrustaciones de nácar y como curiosidad, se señalan los llamados “Luis XV” con pequeñas elevaciones en sus extremos, los bordes externos de la caja ligeramente cóncavos y con un profuso varillado metálico.
- Su llegada a la Argentina
Si es discutido su origen, mucho más lo es cuando y quien lo introdujo aquí. Sobre el tema hay también numerosas hipótesis y versiones: Augusto P. Berto dice que fue un marinero inglés, Tomas Moor quien trajo consigo de 32 teclas. Héctor Bates sostiene que fue un brasileño de nombre Bartolo y Eros N. Sirl que un tropero de nombre Pascualín, traído de Alemania. Otros opinan que un hijo de Band vino con su instrumento que había fabricado su padre y dio las primeras lecciones sobre su uso a un nativo, José Santa Cruz, quien luego transmitió sus conocimientos a sus seguidores.
Lo único cierto es que llegó al puerto de Buenos Aires hacia 1870, sin que se conociera su mecánica y su técnica, sin tradición musical, virgen y vacío, es decir sin historia. Cuando alcanzó notoria difusión a través del tango, comenzó a importarse de Alemania, primero por la firma de “Emilio Pitzer”, luego por las de “Sharp y Veltrem”, “Oehrtmann”, “Romero y Fernández” y “Casa América”. Hubo un intento de fabricarlos en Argentina por la casa “Luis Mariani”, cuando su importación de Alemania quedo bloqueada por la 2a. guerra, pero esa loable iniciativa quedó trunca por diversas causas.