Hacerse cargo
La culpa tiene mala prensa y es pésima consejera en algunas oportunidades, pero no debería confundirse con responsabilidad.Hay muchas maneras de ser políticamente correcto, cuando un ser humano elige no hacerse cargo. "No es nada personal", "no me di cuenta", "en realidad, yo no lo sabía", "me lo contaron" o "no va a volver a pasar".
Lo escuchaste, lo dijiste o lo repetiste. Frases, lugares comunes o clichés que se usan como escapatoria cuando se ha cometido o se está por cometer un error. Entonces, en lugar de asumirlo, se apela a eludir la responsabilidad.
Cuántas veces te encontraste cometiendo un error con un amigo, pareja o compañero de trabajo y en lugar de decir, "sí, me hago cargo era mi responsabilidad", dijiste, "la verdad, no me di cuenta". Y sí en el fondo, lo sabías.
Y así se construyen las excusas, con retazos de errores involuntarios o no, con mentiras y verdades a medias, culpas que se prefieren endilgar a otros, responsabilidades ajenas y todo tipo de artimañas para no tener que hacerse cargo de aquello que es una obra o decisión propia.
La verdad siempre es más brutal y hasta puede ser políticamente incorrecta. Expresar lo que verdaderamente pensamos de otro, sin decir: "esto lo escuché" o "es lo que la mayoría piensa de vos", para decir lo que uno siente es mucho más fácil. El agravio queda instalado como "algo que se dice por ahí", y este fantasma legitima lo que en realidad se piensa. Así, el interlocutor, queda prácticamente inhabilitado para contestar ¿Cómo responder a quien no se hace cargo? ¿Cómo saber qué decir si quien ataca le hecha la culpa a quien no existe? Y si "se dice" ¿Quién lo dice? Nunca tienen nombre y apellido, la respuesta es "ah no sé lo escuché" Y encima, este tipo de episodios terminan con la cruel frase, "pero no te lo tomes a mal, no es nada personal".
Situaciones de este tipo son vividas a diario en todos los vínculos humanos. Es casi una rareza toparse con una persona que exprese su palabra sin cepillarla con frases "salvavidas" o excusas elegantes.
Y generalmente, hay quien pone el grito en el cielo, si alguien se le anima a la verdad sin edulcorarla con algunas mentiras piadosas. Es preferible, muchas veces que las acciones no tengan identidad, hasta para quien las sufre, no hay que lidiar con nadie, sólo con el fantasma de las excusas.
Idéntica situación parece repetirse cuando algo ha salido mal. Tal como reza la frase popular "el éxito tiene muchos padres, los fracasos son huérfanos" . ¿Quiénes son los responsables de los errores?: el destino, el vecino, un desconocido, la mala racha, los astros, un mal día o uno mismo, pero sin darse cuenta.
Realmente, sería toda una novedad escuchar a alguien decir: "Yo soy el culpable de que te haya sucedido esto" o "es mi responsabilidad, me hago cargo". Pero las más populares suelen ser: "No fue mi culpa", "no me di cuenta", "fue sin querer" o "bueno no te enojes, ya se te va a pasar".
Hacerse cargo es difícil, conlleva un análisis, una autocrítica y por sobre todas las cosas, muchas veces implica pedir perdón. Hay muchas personas que todavía confunden el tener que pedir perdón con humillación. Quizá no haya persona más digna que la que se hace responsable y lo comunica, y si es necesario pide disculpas, como un acto necesario para hacer justicia en un vínculo.
Humillantes son las excusas, las mentiras, la falta de autocrítica y evaluación. La grandeza se construye en base a responsabilidades y verdades, por más difícil que sea lograrlo.