Éxito ≠ Felicidad
Comencemos con un pequeño ejercicio. Piensa qué necesitas para ser feliz: ¿una pareja, un mejor trabajo, más dinero…?Muchas personas creen que si alcanzan algunos de los objetivos anteriores serán más felices, pero la ciencia ha demostrado que no es así. Cuando edificamos nuestra felicidad en base a los logros el resultado es muy efímero. Dijimos hace un tiempo que nos reconforta anticipar (de ahí que los viernes sean el día de la semana más deseado), sin embargo, en la medida que necesitemos alcanzar un objetivo para ser felices, después necesitaremos otro y así sucesivamente. Por lo tanto, algo se nos escapa, como ha demostrado Shawn Achor.
Achor ha cuestionado la fórmula tradicional del éxito (muy calvinista, por cierto, pero que en el mundo latino también acampa a sus anchas): “trabaja duro y tendrás más éxito, si tienes más éxito serás más feliz”…. ¿Cuántos lo hemos pensado? Pues bien, Achor desmontó esta creencia el mismo día que entró a estudiar a Harvard. Ser aceptado por dicha universidad es ya un éxito y el resultado de mucho, muchísimo esfuerzo.
Achor esperaba encontrarse con compañeros entusiasmado por el mero hecho de haberlo conseguido, pero no fue así. A las dos semanas de empezar el curso, los estudiantes no pensaban en la suerte de estar en Harvard sino en ser competentes, en la carga de trabajo, en el alto nivel de exigencia, en la presión… Y quizá muchos de nosotros actuemos del mismo modo pensando que el éxito es la causa de la felicidad. Como sugiere Achor, necesitamos partir con una posición de ventaja con respecto a la felicidad y esto se logra con un cerebro que funciona de un modo positivo.
Y, ¿cómo conseguimos dicha ventaja? Solemos creer que lo externo predice nuestra felicidad. Si disfrutamos de salud, éxito profesional, una economía que nos permita satisfacer nuestras necesidades… nuestro entorno e incluso nosotros mismos nos consideramos en la obligación de ser felices. Pero la realidad es que el mundo exterior predice tan solo un 10% de nuestra felicidad a largo plazo. El otro 90% depende de cómo procesemos lo externo, y esto es una decisión propia.
Como hemos tratado otras veces en este laboratorio, el camino adecuado para encaminarnos hacia el éxito es trabajar nuestro nivel de optimismo, nuestra red de contactos para conseguir apoyo social, percibir retos donde otros ven amenazas… Estos factores tienen mucho más peso que otros menos controlables como la inteligencia académica.
Si queremos ser felices no tenemos que poner el foco en lo que no hay que hacer o hay que evitar, sino en las cosas que debemos hacer. Investigadores como Shawn Achor, Sonja Lyubomirsky, Laura King y Ed Diener, estudian qué hacer para ser más positivos y comenzar un camino en el que la felicidad sea el punto de partida y no la meta a la que llegar.
Veamos qué nos proponen para conseguir una ventaja de felicidad:
Desarrollar nuevos hábitos. El trabajo para entrenar a nuestro cerebro en un pensamiento positivo, es similar al trabajo que hacemos para entrenar nuestro cuerpo. Puede requerir esfuerzo y constancia, pero no hay que buscar tareas complejas. Para conseguir pensar en positivo podemos incorporar cositas muy simples diariamente, pero muy efectivas que luego, con el tiempo se vuelven inconscientes:
- Buscar tres motivos para estar agradecidos.
- Dedicar un mensaje positivo a una de nuestras personas queridas.
- Meditar para aprender a enfocarnos en lo importante.
- Tomarnos un espacio para pensar en las experiencias positivas que hemos vivido durante el día.
En un estudio experimental que Shawn Ancor llevó a cabo en 2008 con managers, vio como los que llevaban a cabo estas tareas durante tres semanas mostraban niveles más altos de satisfacción vital y optimismo.
Ayudar a las personas que nos rodean. Pueden ser familiares, amigos, personas que forman parte de nuestro equipo de trabajo… Fijémonos en algo importante, hablamos de dar apoyo y no de recibirlo. Ambas cosas son importantes, pero tal y como este investigador demostró en 2011, al considerar qué es lo que nos hace más felices el peso del respaldo social que damos es mayor que el del apoyo social que recibimos.
Cambiar nuestra relación con el estrés. Nuestra actitud hacia aquello que consideramos estresante, puede cambiar cómo nos afecta. Entre los factores estresantes, hay elementos que podemos controlar y otros que están fuera de nuestro control. Es algo muy lógico, solo tiene sentido centrarnos en los que controlamos y dar pequeños pasos para tratar de reducir el estrés que nos generan.
Tal y como señala la investigación de Lyubomirsky, un cerebro positivo consigue mejores resultados, es más preciso, más rápido, más productivo… Las compañías en las que trabajan personas positivas tienen mejores resultados de negocio. Las personas que cultivan una mente positiva afrontan mucho mejor los desafíos y esta es la ventaja de la felicidad. Por lo que tenemos que esforzarnos por invertir la fórmula tradicional del éxito.
Si encontramos la forma de ser positivos en el presente, estaremos trabajando en los éxitos del futuro.
Referencias:
Achor, S. (2012). Positive Intelligence. Harvard Business Review.
Lyubomirsky, S., King, L. & Diener, E. (2005). The Benefits of Frequent Positive Affect:Does Happiness Lead to Success?. Psychological Bulletin.
Intervención de Shawn Acor en TED en 2011.