El límite de la juventud
¿Por qué estamos viviendo una era en la cual ser joven es sobre valuado?Cuándo ya la edad cronológica indica que se nos ha pasado la hora, ¿es posible volver a ser quienes ya no somos? ¿Por qué crecer es un estorbo? En un mundo que exige una imagen distorsionada del adolescente que se fue, ¿cómo es posible construir un contexto adulto?.
La prensa refleja cada vez más a menudo historias de personas que llegan a perder la vida en muchos casos, obsesionadas por parecerse a quien se fue.
En todos los casos el ímpetu por mantenerse joven o modificar su cuerpo, expone a muchas mujeres a consultar y someterse a tratamientos, con médicos no matriculados, en consultorios clandestinos o a aplicarse sustancias que no son del todo legales y que pueden desarrollan septicemias o síndromes alérgicos graves, que pueden dejar secuelas de por vida o incluso llevarlas a la muerte.
La extensa difusión, popularidad y consenso colectivo de transmitir un modelo de ser humano delgado, esbelto y joven, es un ideal que ya es difícil conseguir en la adolescencia y si se es adulto, alcanzar este parámetro sólo sería posible a través del bisturí.
En caso de decidir realizar una operación de cirugía estética, siempre se debe acudir a profesionales e instituciones serias y con amplia trayectoria médica. Antes de la intervención, consultar con tu profesional médico de confianza para realizar un seguimiento y estudios prequirúrgicos completos a fin de minimizar los riesgos al mínimo posible durante la intervención.
La subestimación de estas riesgosas operaciones y tratamientos ha llegado a límites peligrosos. Mercenarios, negociantes u oportunistas, son seres que el mundo lamentablemente albergará siempre. Las que deben cambiar son las personas. Realizar una toma de conciencia de que la juventud es una etapa que se vive durante un lapso, y luego se crece, se madura, se aprende y un individuo se convierte en adulto.
La obsesión por transformar el cuerpo adulto en uno adolescente, es un absurdo que se refleja en caras en serie, ningún rostro que emula la joven que se fue se parece en lo más mínimo a quien se era, sino a todas las personas que se han hecho innumerables cirugías con el mismo objetivo.
Una operación no hace milagros, no detiene el paso del tiempo. El disimulo es sólo eso; simulación, no realidad.
Disfrutar de la sabiduría y el crecimiento que significa ser adulto sea quizá el mejor camino para que el ser joven sea la etapa de sus verdaderos protagonistas.