El cumpleaños de "Gabo"

“La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado“, así Gabriel García Márquez con su magnífica pluma nos ha enseñado que en cuestión de presencias y olvidos, el corazón es el órgano más sabio a la hora de elegir.

El gran maestro cumpliría 93 años. El tiempo sólo lo ha hecho más grande en cuestiones creativas, su alma curiosa idéntica a la de un niño que agota todas las instancias para seguir imaginando, sigue viviendo en su magníífica obra.

García Márquez fue el hermano mayor de una familia de 12 hermanos. Su padre, Gabriel Eligio García, fue uno de famosos inmigrantes que con “la fiebre del banano” se radicaron el Aracataca a principios del siglo XX. En cambio. Luisa Santiaga, su madre, pertenecía a una de las familias “tradicionales” del lugar. Hija del coronel Nicolás Márquez y de Tranquilina Iguarán, tuvo algunos inconvenientes a la hora casarse con el que sería su esposo. Su padres rechazaron al humilde telegrafista al que llamaban parte de la “hojarasca”, como se denominaba despectivamente a los inmigrantes.

Ante la negativa de Nicolás Márquez y de Tranquilina Iguarán, la pareja se casa y se aleja de la familia, instalándose en Riohacha. Pero Gabo cambió todo. Al nacer el primer nieto, sus padres convencieron a Luisa Santiaga que diera a luz en Aracata y así fue. Apenas, nació Gabriel García Márquez, sus padres regresaron a Riohacha y él quedó en cuidado de sus abuelos maternos. Gabo vivió gran parte de su infancia en el universo del coronel Márquez, hasta que al cumplir los 8 años su abuelo fallece.

Su infancia junto a él en Aracata fue para el escritor colombiano la musa constante. “Fue la figura más importante de mi vida”, reconoció García Márquez. El coronel Nicolás Márquez fue su mayor inspiración a la hora de escribir tanto sus obras como personajes, el emblemático Coronel Buen Día de Cien Años de Soledad fue creado en su honor. Además, García Márquez relató en varias oportunidades como esos primeros ocho años de su niñez fueron protagonistas para crear un mundo mítico y mágico que reflejó en sus máximas obras como Cien años de soledad, El amor en los tiempos de cólera y La hojarasca, entre otros.

La desmesura, la fatalidad, lo entrañable y lo absurdo eran la cotidianeidad de un pueblo que Gabo jamás pudo olvidar y hasta lo convirtió en el parámetro de una originalidad insuperable: “Después todo me resultó bastante plano: crecer, estudiar, viajar.... nada de eso me llamó la atención. Desde entonces no me ha pasado nada interesante”, admitía el escritor en alusión a su biografía después de su primera infancia. Sus obras literarias son el reflejo de una niñez signada por el gran patriarca que fue su abuelo y también, la crianza de su abuela o su “mamá grande” como él la llamaba de niño.

En su cumpleaños, Aracata y el mundo literario celebra a su máximo referente, quien convirtió a su tierra en ese sitio en el que la magia es cosa de todos los días.

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