El coronavirus y su mutación socioeconómica

Economía en primera persona. Primera entrega semanal para nuestros lectores del joven Fund Manager del fondo ETL Capital, sobre el otro aspecto que desvela al mundo, el futuro económico y el cambio de paradigmas. ¿Hacia donde nos lleva el COVID-19? El mundo cambió, y como siempre, de cada crisis surgen oportunidades.

Por Santiago Bellomo
Fund Manager : ETL Capital
:: Argentina ::

De desayuno, café -negro y sin azúcar- como todos los días, muy temprano en la mañana de este 24 de enero pasado. Era el último día de reuniones y presentaciones del WEF (Foro Económico Mundial) reunido en Davos, Suiza. En las oficinas de ETL Capital, el fondo de cobertura que presido del otro lado del mundo, estábamos expectantes ante la tonelada de información de impacto financiero, para analizar durante la jornada. Dándole una rápida lectura al programa y así mantenerme un paso adelante de lo que iba a discutirse, noté algo curioso. Uno de los temas, ligeramente supérfluo para el momento, rezaba “¿Qué sabemos sobre el coronavirus de Wuhan y los planes para desarrollar una vacuna con urgencia?”

La palabra urgencia subraya siempre un tono llamativo, pero en este caso particular, extraño para ser un programa normal de las reuniones anuales del WEF, a las cuales ya les tenemos costumbre y familiaridad, en sus tópicos. Algo urgente estaba ocurriendo en China desde noviembre 2019, pero las máximas autoridades del mundo discutían la situación tres meses después. El director general de la Organización Mundial de la Salud reunió al comité de emergencia, para determinar si el foco infeccioso debía considerarse una emergencia pública en materia de salud, con necesidad de preocupación internacional. Decidieron postergar la decisión 10 días más, para obtener más información. A la fecha, 450 ciudadanos de la ciudad de Wuhan se contaban como los únicos infectados del mundo.

Rayos UV vs. Coronavirus
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Rayos UV vs. Coronavirus

A finales de 2019, los mercados emergentes se habían convertido de nuestro especial interés para inversiones e iniciamos en ese momento posiciones en Asia, Europa y algunos países de la región LATAM. Conocíamos la situación en Wuhan, como también todos los focos infecciosos presentes en nuestras regiones de inversión. Por el momento, no era una preocupación, ni merecía atención especial.

En Europa, el Brexit había generado oportunidades importantes, con posibilidades de arbitraje entre las líneas de provisión de varias empresas en determinadas industrias. El mercado estadounidense corría a paso locomotora, ayudado por el constante discurso belicoso de Trump. China siguió mostrando datos industriales fuertes. Mientras tanto, nosotros analizábamos datos preocupantes: los bancos del mundo empezaban a realizar despidos masivos y reestructuraciones, Deutsche Bank como caso primero durante julio 2019. La FED imprimía dólares y compraba activos estadounidenses, creando una burbuja de proporciones históricas. Las empresas Chinas no mostraban movimientos reales en cuanto a créditos o gastos de capital.

Cuando observamos con pavor durante Enero al mercado asiático desplomándose debido al creciente número de infectados, y a los mercados americanos y europeos siguiendo adelante viento en popa como si nada pasara, fue momento de ser precavidos. Liquidamos todas las posiciones a principios de febrero e iniciamos una única posición de venta en corto, con el objetivo de generar rendimientos ante una eventual caída en el índice S&P 500 (que nuclea al mercado americano y es nuestro principal índice comparativo).

Lo que siguió fue espeluznante. El índice S&P 500 se tropezó el 27 de febrero. Los mercados durante la semana siguiente mostraron una volatilidad inédita. El 9 de marzo, los índices cayeron más del 7%, en respuesta a la guerra de precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita. Fue el nuevo Lunes Negro y fue la peor caída desde la Gran Recesión en 2008. Tres días después fue el nuevo Jueves Negro, donde las acciones en Europa y Estados Unidos cayeron más del 9%. El 23 de marzo, el mercado había caído casi un 35%.

Otra situación crítica, la cual ayudó a detonar a esta situación, fue la guerra de precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita. Con su peor fecha el 8 de marzo, tras la ruptura en enero de Rusia con la OPEC, generó una caída importante del precio (el cual ya venía -30% desde principios del año) debido al caída de la demanda desde las aerolíneas ante la situación COVID-19, que prohibió los viajes internacionales en gran cantidad de países. Esta caída de precios afectó violentamente a los exportadores de petróleo estadounidenses. No mucho después, los desempleados en Estados Unidos llegaron a las decenas de millones.

Nuestra posición, como la de varios otros fondos que predijeron al situación, fue cerrada con un rendimiento positivo rondando las decenas porcentuales. Nuestros clientes, satisfechos. Su capital, protegido y aumentado. Sus mentes, aún inquietas, tras haber recibido nuestra carta trimestral, contándoles nuestros predicciones de lo que pasará a partir de ahora, basándonos en nuestro análisis macroeconómico y sociológico, hemos llegado a varias conclusiones interesantes.

Una de ellas nos dice que los gobiernos de la mayoría de los países van a ser una parte muy importante de sus economías, incluso más que antes, convirtiéndose en grandes agentes compradores y vendedores, capaces de perturbar la oferta y la demanda. Por otro lado, la mayoría de los ciudadanos del mundo van a perder -o ya han perdido- muchos derechos y privacidad, definido por los extensos períodos de aislamiento obligatorio y uso de las fuerzas armadas para mantener el orden. En LATAM se observó el uso del monitoreo web para analizar el “humor” de los ciudadanos.

Los sectores vulnerables, las personas debajo de la línea de pobreza, van a ser beneficiados en países de tinte socialista, por nuevos programas económicos dedicados a la creación de nuevos impuestos, en detrimento de las clases medias, que van a comenzar a llevar a cabo un alto nivel de ahorro en negro como nueva forma de administrar su capital. Los sectores de alto poder adquisitivo experimentarán un aumento sustancial de su capital, pero también un aumento sustancial de los controles legales requeridos a su patrimonio.

Producto de las cuarentenas de emergencia vistas en todo el mundo, empresas de todo tipo observan los beneficios que supone mantener más del 90% de su planta laboral en modalidad home office (trabajo remoto), evitando costos en alquileres y expensas edilicias que nunca pudieron probar como evitables. Los seguros de salud laborales experimentarán cambios legislativos para reflejar el nuevo paradigma, escuchándose ya estas conversaciones en los parlamentos de varios países asiáticos y europeos.

Las instituciones educacionales, con el 100% de sus alumnos estudiando y asistiendo a clases en forma virtual, se plantean la necesidad real de un espacio físico para nuclear estudiantes, siendo más seguro dar clases a distancia, proveyendo y recibiendo el material educativo (entre ellos tarea y exámenes) de forma digital. En consecuencia, las univesidades y colegios privados que no se adapten, tendrán severas pérdidas financieras, por la pérdida de estudiantes en favor de instituciones modernas.

Las tecnologías como la nube y big data comienzan a ser indispensables para el trabajo y estudio remoto, acelerando el paso con el cual se desarrollan nuevas plataformas, sistemas y programas dedicados a estas nuevas realidades, generando grandes ganancias para empresas dedicadas al software y el análsis de datos.

La medicina, sin ir más lejos, ya experimentó un tsunami de cambios de emergencia, ante los aislamientos obligatorios. Entre ellos, la telemedicina y la implementación de documentos digitales como pedidos médicos y recetas encriptadas que no requieren del uso de papel para la entrega de medicamentos, o la autorización de prácticas quirúrgicas. Las sesiones de terapia a distancia reciben una oleada de nueva legislación necesaria para poder llevarlas a cabo sin riesgos legales o éticos. La interacción física entre profesionales y pacientes se reserva a los casos de necesidad absoluta, como cirugías (que también pueden ser llevadas a cabo por cirujanos con robots de forma remota) y estudios. La biotecnología está recibiendo un fuerte impulso producto del estrés que conlleva en el sistema la necesidad de nuevas vacunas en menos tiempo, incluso significando una disrrupción de los sistemas políticos y burocráticos que autorizan la comercialización y distribución de dichas vacunas.

Por otro lado, cada vez más personas empiezan a utilizar los servicios digitales ofrecidos por los bancos (homebanking) y supermercados (compra digital), independientemente del rango etario. Esto desencadena una caída en la demanda de sucursales, ahorrando costos para dichas empresas. Se produce un acortamiento de la cadena de producción, evitando el almacenamiento de productos pudiendo ser directamente distribuídos a los consumidores en sus casas; consumidores que comienzan a mostrar signos de acumulamiento de productos a largo plazo, recordados de la importancia de estar preparados ante eventos inesperados. La mayoría de los trabajos denominados “de oficio” perdieron relevancia y están quebrando, como también lo hacen varios centros comerciales alrededor del mundo. Todos estos cambios llevarán al mundo financiero a experimentar una masiva deflación en todos los países, seguida de una masiva inflación, en un plazo corto de tiempo.

Verán, cuando un evento modifica durante un tiempo extendido la forma de vida de la población humana, inevitablemente se modifican todas las variables conectadas con dicha población, su economía y sociedad. Nos encontramos ante un cambio de paradigma, un punto de inflexión: los cambios descritos arriba se encuentran en curso, y son mucho más profundos de lo que se ve hoy día.

Una especie de estornudo final, al curarse el mundo de esta horrible virulencia. Virulencia que se retira, dejándonos cambios como suerte de anticuerpos, responsables de defendernos (¿de nosotros mismos?) la próxima vez.

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