El arte de liderar

El neuroliderazgo es un nuevo ámbito de estudio que explora lo que ocurre en la fisiología del cerebro, con una perspectiva revolucionaria y novedosa para liderar mejor en el trabajo, en la casa, en donde se lo proponga.
Foto: Javier Valdez.
"Un líder gestiona personas y recursos. El neuroliderazgo incorpora a esto el conocimiento sobre el cerebro", explica Marta Romo, licenciada en Pedagogía por la Universidad Complutense de Madrid y máster en Dirección de Recursos Humanos. La experta visitó Paraguay para presentar workshops (talleres) para profesionales, empresarios y gente interesada en saber más sobre este proceso de autoconocimiento y transformación.

¿Qué diferencia a un líder de un neurolíder?

El neuroliderazgo aporta el conocimiento de cómo funciona el cerebro para poder liderar mejor. No solo se lidera a los que están debajo, también se lidera a superiores y a uno mismo. Al neurolíder se lo define como el líder que se preocupa por conocerse a él y a su fuente, al que se interesa porque la gente trabaje feliz. Está demostrado que los seres humanos tienen dos opciones a la hora de funcionar: modo de amenaza, que se activa a través del miedo; y modo de recompensa, que se mueve a través de las emociones relacionadas con la paz y la tranquilidad. Está comprobado que cuando se está con el circuito de amenaza, no se da lo mejor de uno mismo y se está a la defensiva. Entonces no se desarrolla el potencial. El neurolíder es capaz de desactivar esta función y preocuparse por el bienestar en el trabajo. Si estamos bien mientras trabajamos, daremos lo mejor de nosotros mismos. Al final conseguiremos más rentabilidad y buenos resultados.

¿Cómo afecta al equipo de trabajo un líder positivo y uno negativo?

Muchísimo. Hay datos que demuestran que el 90% de las personas que se marchan de una empresa no se van del trabajo, se van del jefe. Entonces realmente el impacto que hay en la relación con el jefe es alto, porque es la figura de referencia, quien evalúa, valora y observa. Si esa imagen está dañada por sus actitudes, eso afecta la manera de trabajar. Y esas emociones de miedo, de angustia y de enfado tienden a salir por algún sitio, rematándolas por la familia, ya que en el trabajo es difícil resolverlo.

¿Cuáles son los comportamientos que hacen a un buen líder?

Perfiles de liderazgo hay muchos. Las épocas van transformándose y hoy un líder debe ser muy versátil, capaz de adaptarse a las situaciones, flexible mentalmente hablando. Un líder debe conocer sus fortalezas y vulnerabilidades. Muchas veces pensamos que eso te hace más débil, pero es todo lo contrario. Cuando uno es capaz de reconocer ante su equipo un error o que tiene dificultades para algo, eso le da mucha más credibilidad, la gente lo respeta más y lo hace más fuerte. Un líder tiene que mandar, pero no es autoritario. Por ejemplo, si eres capitán de un barco que se está hundiendo, tienes que decir a cada uno que se ponga el salvavidas y enseñar a nadar en otro momento. A veces hay que mandar, otras hay que orientar a la gente, otras hay que entrenarles. Hay que tener esa capacidad de visión de futuro y de representar al equipo cuando las cosas se hacen bien o mal. Se podría resumir en autoconocimiento, porque cuando uno se conoce, tiene más confianza, ya que sabe con lo que cuenta y con lo que no.

¿Cuál es el modelo ideal de liderazgo?

No estoy de acuerdo con que haya tipos de líderes. Encasillar a las personas en un solo estilo no tiene sentido. Un líder no debe aplicar lo mismo a todo el mundo. Por eso es importante entender las distintas formas de trabajar y de pensar, para comprender que cada uno es diferente.

En la casa y en el seno familiar, ¿cómo se puede ser líder?

Normalmente, los padres son las figuras de liderazgo en las casas. El primer paso es que ellos asuman el rol de responsables de la familia. Es importante que el liderazgo entre la mamá y el papá sea compartido. Ambos tienen que coliderar, dividir tareas y que los dos se apoyen en ese sentido. Por ejemplo, si uno lidera el ocio, que le consulte a la otra persona y lo tenga en cuenta, que sean como un equipo. Lo ideal es asumir el rol y compartir, con eso es suficiente.

¿Hay diferencias entre liderazgo masculino y femenino?

Tenemos cerebros diferentes, somos diferentes. Se habla mucho de igualdad de género, y a mí esa palabra me genera cierta molestia, porque tratar por igual a los que son diferentes es injusto. La palabra es equidad. La igualdad es colectiva, la equidad es individual. Lo mismo que un líder con su equipo: no puede tratar a todos por igual, ya que no todos necesitan lo mismo. Se puede hablar de igualdad de derechos, pero tenemos necesidades diferentes y eso hay que respetarlo. El liderazgo masculino siempre estuvo presente en el ámbito del trabajo. Antes, el liderazgo femenino estaba más relegado a la vida privada y del hogar, pero hoy, la mujer necesita salir y autorrealizarse. Ahora, ambos somos muy parecidos en lo que buscamos, y si la mujer quiere eso, tiene que ceder el poder que tenía en el hogar y compartirlo con él. Resulta que no solamente los hombres se tienen que adaptar y ceder en el entorno de trabajo, las mujeres también tienen que aceptar y ceder el poder en la casa. Muchas veces las mujeres somos más machistas, porque educamos a nuestros hijos igual a como educaron a nuestros maridos. Tenemos los mismos derechos, ahora falta que nosotras hagamos uso de ellos. Hoy las mujeres somos más del 50% de la población mundial, por lo que no es necesario copiar el comportamiento de los hombres. El sentido es que la mujer sea femenina como líder, que sea ella misma.

Un líder, ¿nace o se hace?

Los líderes no nacen. Sí, es cierto que hay una predisposición que es innata y que tiene que ver con que le guste liderar o no; pasa por la motivación. Hay niños a los que desde pequeñitos les gusta ser protagonistas y organizar, que no tienen vergüenza de hablar en público y que lo disfrutan. A ellos se les va reforzando ese tipo de comportamientos y al final es más probable que lleguen a ser auténticos líderes. Hay personas a las que no les gusta liderar, esto no significa que nunca lo vayan a hacer, pero deberán esforzarse más para desarrollar ciertas actitudes.

Texto: Fátima Schulz

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Fuente: http://www.ultimahora.com/