El amor en los tiempos del mono
Cuando se analiza la relación entre monogamia y crianza en distintos animales, se encuentra que cuanta mayor evidencia haya de fidelidad genética, más se dedican los papás a sus hijosPor Diego Golombek | LA NACION
Ya no hay excusas: si hasta los monos pueden ser monógamos y buenos padres, ¿qué nos queda a nosotros? Y el culpable de tales datos es un investigador argentino, Eduardo Fernández Duque, que se graduó en la Universidad de Buenos Aires y es ahora profesor en la Universidad de Pennsylvania, aunque sus amores quedaron en el sur, y aquí es donde estudia a los monos del Chaco y de Formosa. Convengamos que el naturalista moderno ya no es más el típico observador de las películas, siempre vestido de uniforme caqui y con largavistas. No: hoy se puede investigar a los animales en su hábitat natural con diversas tecnologías, como sensores de movimiento y de posición, análisis molecular de lo que van dejando por el camino (sí, eso que huele mal) y varios otros yeites.
Así, Eduardo ha pasado toda una vida estudiando al mono Mirikiná en el norte argentino, que no deja de darle sorpresas. Por ejemplo, hace unos años descubrieron que la actividad nocturna de estos monos se ve también regulada por las fases de la luna. ¿Habrá tenido que ver con cómo otros monos, más humanos, se fueron acostumbrando a estar ahí afuera cuando había luz, en lugar de limitarse al confort de la oscuridad?
Pero ahora resulta que estos monos son perfectos ejemplos de la monogamia, algo que venían sospechando desde hace rato, pero que confirmaron en un estudio que se acaba de publicar en la revista de la Royal Society de Londres. Ojo: aún en las especies que parecen quedarse con la misma pareja, un análisis fino muchas veces revela que los papás y las mamás. bueno, se las arreglan para ir de parranda a nidos o cuevas vecinos. No es así para los mirikiná: madre se sabe, y padre también. Eduardo destaca que esta es la primera vez que se documenta esta monogamia real en primates, y que eso explica sus observaciones previas de por qué los papás monos le dedican tanto tiempo y esfuerzo a las crías: es, simplemente, porque están seguros de que ellos son los verdaderos padres (ya ven, la naturaleza no tiene nada de bondadoso o filantrópico). Es más: cuando se analiza la relación entre monogamia y crianza en distintos grupos de animales, se encuentra que cuanta mayor evidencia haya de fidelidad genética, más se dedican los papás a sus hijos.
Eduardo y sus monólogos vienen desarrollando el Proyecto Mirikiná desde hace 18 años. El naturalista que todos llevamos dentro había encontrado que se formaban parejas de por vida y que ambos padres colaboraban en la cría, jugando y dándoles de comer a los mirikinacitos. Pero faltaba lo más importante: demostrar que eran genéticamente monógamos, o sea que los hijos vinieran de esa mamá y de ese papá, sin cosas raras en el medio. Así, recolectaron material genético de 128 monos, incluyendo 35 crías que venían de 17 parejas muy monas. Y ahora sí, los genes demostraron que los mirikinás son más fieles que Lassie, sin ninguna evidencia de que se hubiera colado algún pata de mono en el asunto. Nada: ni una canita al aire, un orgullo para el norte argentino. Así, los mirikinás se unen al selecto grupo de mamíferos fieles. que son solo cuatro, incluyendo un coyote, un antípole y un par de roedores. Todos los otros. se parecen a los humanos.
Y sí, una cosa es el amor, o el quedarse cerca de una pareja por mucho tiempo (o de por vida), y otra muy diferente es la paternidad, esos locos bajitos que se incorporan y a veces no se sabe de dónde vienen. Habrá que aprender de los modestos monos monógamos. O no..