Después de 30 años, pudo reencontrarse con su mamá
Una historia de novela. Al nacer, un joven mendocino fue separado de su madre por sus abuelos y dado en adopción. Y la buscó hasta dar con ella.En la primavera de 1983, una adolescente de 15 años, integrante de la comunidad mapuche quinchao, fue separada de su hijo y dado en adopación por sus padres a un matrimonio mendocino. Después de más de tres décadas, y tras una intensa búsqueda, Diego Belluschi logró reencontrarse con Isabel Guaiquillán, su madre biológica.
“Yo siempre supe que era adoptado. Mis padres, un gendarme de Tutuyán, y mi madre, de Tupungato, nunca me lo ocultaron. Él estaba destinado a Las Lajas; querían adoptar un niño”, contó Diego al diario Uno, que lo entrevistó junto a su madre en un café mendocino.
Cuando los abuelos de Diego se enteraron de que su mamá estaba embarazada, no permitieron que su hija tuviera un bebé sin pasar por el altar y la echaron de la casa. "Estaba sola y con la panza de siete meses. Unos maestros de la zona me recibieron, me dieron techo y comida. Pero cuando ellos se enteraron y les dijeron a los maestros que avisaran cuando fuese a tener el crío, porque lo iban a regalar", recordó.
Isabel y Diego fueron separados el 25 de noviembre de 1983, cuando al gendarme Juan Carlos Belluschi, que desde hace tiempo se encontraba en una lista de adopción, lo llamaron del hospital para avisarles que tenían un niño para él y su mujer.
Pero el destino de Diego con su mamá parecía alejarse cada vez más. Al gendarme lo trasladaron a Córdoba y la posibilidad de conocer a su quien le había dado la vida se alejaba cada vez . “Siempre decía que cuando fuese grande iba a averiguar", aseguró. Con el paso de los años, la tecnología a su favor y gracias a una cadena de favores, el encuentro entre madre e hijo parecía tener una segunda oportunidad.
Diego y su esposa Lorena encontraron datos de Isabel, se enteraron que se había criado en el campo y que probablemente nunca se había ido de la zona. “Buscamos en Internet hasta que dimos con Isabel Guaiquillán, pero no teníamos el número de documento ni la dirección. Sólo sabíamos que era de Zapala”, recordó Lorena, quien fue la clave para que su esposo conociera a su mamá.
Pero todavía les quedaba un recorrido. A través de una mujer que vivía en Zapala y de un hombre que trabajaba con la comunidad mapuche, se enteraron de que Isabel trabajaba en la posada La Escondida, en Villa Pehuenia. Lorena le comentó la historia a una psicóloga que trabajaba en los mismos consultorios médicos que ella, y la mujer le consultó a su consuegra, que es de Neuquén. Así fueron tejiendo la red para que Diego pudiera dar con su mamá.
“Siempre esperaba el llamado de mi hijo”, señaló Isabel. La comunicación telefónica finalmente se realizó cuando Diego "tomó coraje" y llamó a su mamá. "Soy Diego o Juan Pablo, como me quieras decir”, fueron las primeras palabras que le dijo a su mamá. Ella, pidió disculpas, y confesó: "Nunca quise regalarte, los dos fuimos víctimas".
Gentileza MLA