5 paseos para disfrutar de noche
En Egipto, Hong Kong, Argentina, México y España, una selección de circuitos que ofrecen un distintivo especial: todos se realizan luego de la puesta del sol. Fenómenos naturales, rascacielos iluminados, leyendas urbanas y amaneceres increíbles, sólo aptos para amantes de la noche.Tradicionales o de corte alternativo, los circuitos turísticos también empiezan a traspasar las barreras horarias convencionales. Porque... ¿no viajaba uno para romper algunos esquemas? ¿Y quién se quiere ir a adormir temprano cuando está de vacaciones? Sea para disfrutar de un cielo estrellado, para sentir el aroma fresco de un bosque cuando el sol no está; sea para dejar aflorar leyendas y misterios escalofriantes o para, simplemente, devorar, con los ojos boquiabiertos, la luna redonda. Aquí, cinco propuestas de paseos nocturnos que se pueden aprovechar a lo ancho del mundo.
1. Cataratas a la luz de la luna llena (Argentina)
Por muchas veces que uno lo vea, es imposible aburrirse del intenso espectáculo que ofrecen las Cataratas del Iguazú, en Misiones. No obstante, existe un consuelo para quienes ya fueron a este parque nacional demasiadas veces: los paseos bajo la luz de la luna llena. Para disfrutarlos habrá que reservarse alguna de las noches de plenilunio y disponerse a un paseo diferente, que se organiza cinco veces al mes.
Es en ese momento, tras la puesta del sol, cuando todo se vuelve magnífico. Por un lado, implica la experiencia única de vislumbrar ese torrente de agua interminable a la luz de la luna blanca y redonda, pero también, el circuito permite entender mejor -y con la piel- cómo es la frescura nocturna de la selva, sus sonidos. También, los silencios.
El recorrido comienza a bordo del Tren Ecológico de la Selva. El objetivo es arribar a la estación “Garganta del Diablo”, en compañía de guías y guardaparques. Desde allí, desde la Garganta, arranca una caminata de mil metros, que culmina en el mayor salto de agua del predio, precisamente, la Garganta del Diablo.
Un aspecto importante del tour es que tiene un cupo limitado de poco más de cien visitantes, lo que garantiza tranquilidad, sin multitudes a la vista. Domina la naturaleza del Litoral. Para cerrar una experiencia perfecta, se incluye un cocktail de cortesía en el restaurante La Selva. Y para después quedará la luna.
2. Chapultepec bajo las estrellas (México)
La ciudad de México deslumbra con su adrenalina de megalópolis archipoblada, el legado aborigen que se recorre en los museos, la vida de los intelectuales locales (escritores, artistas plásticos), rastreable en muchos de sus barrios (Coyoacán, San Angel, por mencionar algunos) y, claro, los sabores populares. Pero si hay un sitio que funciona como el ombligo urbano del DF es el Bosque de Chapultepec, nada menos que el pulmón urbano más grande de América Latina, con casi setecientas hectáreas.
Quizás haya que esperar un tiempo para programarlo (se organiza los miércoles, entre noviembre y marzo, cuando no es época de lluvias), pero el recorrido nocturno guiado por los bosques de Chapultepec constituye un plan divertido y original: se puede optar por hacerlo en bicicleta o a bordo de un simpático trencito turístico. No es menor el dato de que el paseo es liderado por un guía y un viejo vigilante del bosque, de esos que se conocen al dedillo las leyendas prehispánicas e historias de amor ocultas en este predio natural.
Por supuesto, en la visita -luego de apagar los celulares y respetar el silencio que impone la noche-, se apreciará una parte de las doscientas especies de flora y fauna que conviven en Chapultepec. El paseo lleva cerca de una hora y media, y atraviesa puntos como el Ahuehuete de Nezahualcóyotl, el “árbol mayor” del bosque, que ya cumplió quinientos años: dicen que fue plantado a pedido del mismísimo emperador Moctezuma.
Además de las fuentes “de las Ranas” (una reproducción de la que se encuentra en el Parque María Luisa de Sevilla, España) y “del Quijote” (puro encanto, con esas réplicas de Don Quijote y Sancho de los artistas Salvador Dalí y Diego Rivera), otro mojón interesante es la Casa del Lago, cuya construcción se remonta a 1906. En ese tiempo, bajo el gobierno del general Porfirio Díaz -un símbolo denso de la historia mexicana-, se mostraba, con toda su pompa, la aristocracia local, entre bailes y tertulias. Todavía, de noche, es posible imaginarlas.
3. Granada secreta (España)
La noche es también el momento adecuado para regodearse con los misterios y secretos que copan las calles de varias ciudades del mundo. Un destino europeo en el que las historias de fantasmas, espíritus maliciosos y crímenes legendarios (¡motivados por la creencia de seres poseídos!) dominan fuertemente el inconsciente colectivo es Granada, al sur de España, en la fascinante región de Andalucía.
Por suerte, la experiencia no se hace en forma autoguiada (¡de otro modo muchos declinarían en el intento!), sino que existen paseos organizados de unas dos horas y media a tres, que salen diariamente, desde las 20.
Hay que decir que de los paseos nocturnos de Granada, el más difundido, sin dudas, es el que se puede aprovechar en la Alhambra. Sin embargo, no hay que olvidar que esa visita excluye una parte nada menor de los espacios que se recorren en la visita diurna. Quizás convenga, entonces, lanzarse al recorrido nocturno Granada secreta, que pasa por casas “encantadas”, en busca de seres y lugares fantásticos como el fantasma de la Real Cancillería, el Maristán (primer manicomio de Europa) y la casa del último verdugo de la ciudad.
Además, los paseantes meterán las narices en la apasionante historia de un exorcismo que habría tenido lugar en Albaicín. Desde ya, no faltan las leyendas de duendes y, en el polo opuesto, los sitios vinculados a los aberrantes crímenes cometidos por la Inquisición.
Como la frutilla del postre, el recorrido es adecuadamente ambientado con varias proyecciones y audios “de ultratumba”.
4. Ascenso al monte Sinaí (Egipto)
Antes de emprender esta travesía hay que tomarse unos minutos y remontarse al texto bíblico. En el libro segundo del Antiguo Testamento ("Exodo") aparece la principal referencia a este destino, lo que sin dudas estimulará intensamente la visita: es precisamente ahí -reza el texto-, en el monte Sinaí (ubicado en la península egipcia que lleva el mismo nombre), donde Dios entregó las Tablas de la Ley a Moisés, es decir, los Diez Mandamientos.
Ese acto “fundacional” desde los puntos de vista ético y espiritual puede recrearse modestamente a través de una increíble experiencia de senderismo (a pie o a camello), que lleva unas tres horas de ascenso hasta alcanzar la cima rocosa del monte Sinaí, a 2.285 metros de altura. Y desde ahí, el amanecer naranja irrumpe, inolvidable, sobre tierra egipcia.
Dado que la subida se hace de noche (la dificultad del camino es media y se llega a la cima alrededor de las 4 de la mañana), conviene contratar la excursión guiada. En ciudades aledañas como Dahab, por ejemplo, se ofrece el tour completo, que incluye el traslado, el paseo guiado y la entrada al monasterio de Santa Catalina. Eso sí, hay que llevar algunos ítems básicos: agua y algo de comer (no obstante, hay algunos puestitos en el camino), abrigo (aunque sea verano, arriba suele ser ventoso y estar fresco) y, esencial, linterna, ya que el camino rocoso, rojizo, increíble, bajo el cielo diáfano que desborda en estrellas, no está iluminado de manera artificial.
Tras al descenso, que se hace de día, los grupos ingresan en la iglesia de Santa Catalina (abre de 9 a 12), una reliquia construida por Justiniano en el 527. Entonces habrá tiempo de un café con gift shop incluido.
5. Sinfonía de luces (Hong Kong)
Una metrópolis demoledora en cuanto a sus estímulos visuales y el encanto de ser, a la vez, sólo una pequeña isla en el ancho mar que define a la cultura oriental. Hong Kong es increíble de día, es cierto, pero si se ha logrado poner los pies allí, al otro lado del globo, no habría que perderse el brillo de la noche, cuando sobresale ese aire de estrella hollywoodense que nunca la abandona.
De los muchos paseos nocturnos para aprovechar sobresale uno que es tan corto como intenso: son sólo trece minutos, pero es considerado “el más grande show de luces y sonido permanente del mundo”. No lo decimos nosotros sino un dictamen emitido por la organización Récords Guinness.
La Sinfonía de luces, como se titula el espectáculo, se disfruta todos los días desde las 20, es gratuita y tiene lugar en el famoso puerto Victoria de Hong Kong. Desde allí, unos cuarenta edificios, algunos de ellos verdaderos rascacielos, encandilan con sus colores estridentes.
El show es guiado por una narración que divide la puesta en varios segmentos: “Despertar”, “Energía”, “Patrimonio”, “Compañía” y “Celebración”. Un dato clave es que para comprender el relato (y no morir en el intento tratando de desambiguar chino mandarín o cantonés), conviene ir lunes, miércoles o viernes. Quienes vayan el resto de los días pueden, por suerte, sintonizar la radio FM 103.4, donde se ofrece el audio en versión angloparlante. Es ideal combinar el espectáculo con alguno de los paseos en ferry que salen precisamente desde el puerto, tanto para disfrutar del atardecer como del cielo estrellado. La noche de oriente sin fin.