48 horas en Viena

Majestuosa e imperial, la capital de Austria propone un paseo entre palacios, parques, cafés y tortas.

Imponente, magnífica, majestuosa. Por su arquitectura que rememora el esplendor de la Edad Media, el período barroco y su pasado como centro del imperio austro-húngaro, Viena, la capital de Austria, resalta por su belleza. Con su manera tan elocuente de expresarse, el dramaturgo Karl Krauss enunció una vez que “las calles de Viena están pavimentadas con cultura; las de otras ciudades con asfalto”. Y sin desmerecer a las otras urbes europeas, en ésta, donde se vio nacer a genios como Wolfgang Amadeus Mozart y Sigmund Freud, se respira esa inmensa fastuosidad de los tiempos de antaño en cada uno de sus rincones.

Con sus cafés y restaurantes que se disparan por doquier, Viena tiene, en cierto modo, ese qué se yo porteño que incita a recorrerla por completo. Si bien es una ciudad grande, gran parte de su patrimonio histórico se concentra en el área central por lo que se la puede recorrer a pie en toda su dimensión.

Y si no también, como se retrató en “Antes del Amanecer”, aquél filme protagonizado por Ethan Hawke y Julie Delpy, uno puede dejarse llevar por las líneas de los tranvías antiguos y disfrutar. Aquí, un plan de dos días para conocer lo imprescindible.

PRIMER DIA

9.00 Casco histórico. Por su riqueza arquitectónica y urbana, el casco histórico de la ciudad ha sido declarado “Patrimonio de la Humanidad” por la Unesco. Sus calles presentan edificios emblemáticos, fieles testimonios de épocas pasadas. A pocos minutos de caminata desde la estación de subte Herrengasse, se divisa el Palacio Hofburg que originalmente fue un castillo en el siglo XIII, luego convertido en residencia de la familia de Habsburgo por más de 600 años. En él, se encuentran atractivos importantes. Allí se puede visitar el Museo Sissi que retrata los misterios y realidades de la vida de la emperatriz, los apartamentos imperiales y el despacho presidencial actual.

11.00 Hacia la muralla. Al salir del museo, se puede seguir por la Escuela Española de Equitación (dan espectáculos ecuestres y visitas guiadas) y la Biblioteca Nacional Austríaca que, con ocho millones de libros, es la más grande de estilo barroco en Europa. Al cruzar el parque Burggarten se llega a la avenida que recorre todo el centro, la Ringstrasse, que tanto a pie como en las vías 1 o 2 del tranvía, se pueden vislumbrar otras obras históricas. Desde el siglo XIII, Viena estuvo protegida por una muralla. A medida que fue aumentando su población a partir de 1850 se fueron formando otros asentamientos por fuera de la ciudad. Siete años más tarde se derribó aquella gran pared divisoria y se construyó esta avenida “del anillo” donde están la Universidad, la Iglesia Votiva, el Ayuntamiento de Viena, los museos de Historia Natural y de Historia del Arte, el Parlamento y el Antiguo Ministerio de la Guerra, entre otros edificios emblemáticos.

13.00 La gran milanesa. A pocas cuadras de la estación Stephansplatz, sobre la calle Wollzeile, se encuentra el restaurante Figlmueller que hace más de 100 años sirve una de las especialidades austríacas: el Schnitzel. Es bastante turístico, pero no deja de ser atractivo ya que se puede encontrar la milanesa más grande que se haya probado en Europa. Se recomienda probarla junto a una ensalada de papas y una copa de vino austríaco como el Gemischter Satz, el Junge Wiener, el Grüner Veltlinero y el Blauer Zweigelt.

15.00 En la Catedral. Una de las mejores vistas en altura de Viena se encuentra en la Catedral de San Esteban (Stephansdom). De estilo gótico, se accede al mirador a través de una intensa escalera caracol para dar con un paisaje panorámico único. También se puede visitar el resto del interior y las catacumbas a través de visitas guiadas y/o audio guías.

16.00 La casa de Mozart. Sobre la calle Domgasse, detrás de la Catedral, se descubre la Casa de Mozart donde el músico vivió junto a su familia entre 1784 y 1787. Su interior alberga muestras acerca de su vida –sus otras pasiones, como los juegos – y obra.

16.30 Sarcófagos imperiales. A menos de 500 metros, la Cripta Imperial de Viena situada debajo de la iglesia de los Capuchinos invita a pasar a ver donde descansan gran parte de los restos de la familia imperial austríaca. Con una entrada económica, se pueden conocer unos 150 sarcófagos que resultan obras de arte entre los que se encuentra el de Francisco José I, del príncipe Rodolfo y el de Sissi.

17.00 El parque más antiguo. Parada verde. Con una cantidad de estatuas y especies vegetales, el Stadtpark, el más antiguo de la ciudad cuenta con paseos tranquilos y pintorescos. Cuenta con una variedad de puentes que unen las dos partes de este predio de 65 mil metros cuadrados divididos por el río Wien.

18.00 La Opera de Viena. No hay ópera más famosa que la de Viena. La historia del teatro es trágica y conmovedora. Con la presentación de una obra de Mozart, fue inaugurada en 1869, pero su estilo renacentista no fue bienvenido entre los locales y el arquitecto se quitó la vida. Su sucesor también falleció de un infarto no pudiendo aguantar la presión que significaba este diseño. A fines de la Segunda Guerra, una bomba dañó la ópera por lo que fue cerrada durante diez años. Hoy es una visita obligada para turistas. Conviene vestir de forma elegante y hacer la cola temprano para conseguir las entradas más económicas. Se pueden adquirir tickets desde 3 euros (de pie) y las funciones comienzan entre las 19 y las 20.

22.00 Café con torta. Para finalizar la jornada, es un hábito nocturno de la capital degustar alguna delicia dulce como la torta Sacher o los Buchteln (dumplings dulces de masa rellena con mermelada) que esconde la amarga atención por momentos recibida de los mozos de los cafés. Algunos sitios legendarios son el Pruckel, Hawelka (es caro, pero resulta un viaje a la antigua Viena), Central Braunerhof, Imperial y el Schwarzenberg.

SEGUNDO DIA

9.00 Palacio de Schönbrunn. Alejado del centro de la capital austríaca, llegando por el subte U4 o por el tranvía 60 o 10, está el palacio de Schönbrunn, también llamado el Versailles vienés por ser la residencia de verano de la familia imperial. Al igual que su par francés, se puede recorrer el interior con audio guías en español donde predomina el estilo rococó. Un recorrido interesante y gratuito es por sus jardines que cuentan con un sinfín de estatuas grecorromanas, la fuente de Neptuno y una glorieta donde se puede tener una gran vista del palacio. Además, posee un laberinto, el zoo más antiguo del mundo y un museo de carruajes imperiales.

12.00 La casa de Freud. Sobre Bergasse 19 se puede pasar por la Casa Museo Freud donde el padre del psicoanálisis trabajó y vivió junto a su familia desde 1891 hasta su exilio en 1938. Hoy funciona un archivo, una biblioteca y se puede pasar por salas que repasan la vida y obra del médico.

13.00 Delicias de mercado. Saliendo de la estación del metro Kettenbrückengasse, a los costados de la calle Wienzeile el Naschmarkt llama a almorzar en sus puestos. Existen otros mercados más étnicos y alternativos como el Brunnenmarkt en Yppenplatz, pero este es el más famoso y concurrido por la oferta de especias, variedades de tés, pescado y mariscos frescos, frutos secos. Se consiguen sándwiches de todo tipo, falafel y wraps que van perfecto con las cervezas locales (Murauer, Stiegl Puntigamer y Gösser) que sirven en los distintos paradores o restós bajo techo.

15.00 Cruceros de río. Para tener una perspectiva distinta de la ciudad, hay cruceros para navegar por el “pequeño Danubio”, el afluente sur del río que recorre el centro de Viena. Las empresas que ofrecen el servicio son Twin City Liner y la DDSG con varias opciones de precios. Sus rutas parten del puerto fluvial Wien City cerca de la Schwedenplatz (metros líneas U1 y U4), aunque también se puede embarcar desde el puente Reichbrüke (en Marina Wien).

18.00 Hundertwasserhaus. A orillas del torrente se puede apreciar el Hundertwasserhaus, un colorido complejo residencial construido en la década de los 80 por el pintor Friedensreich Hundertwasser. Entre ladrillos y construcciones más modernas, estas casas serpenteadas con árboles que asoman al exterior desde sus ventanas resultan verdaderas obras de arte modernas.

19.00 Parque de diversiones. Con sillas voladoras, una gran calesita, un tren fantasma y otros juegos, el Prater es un viaje en el tiempo hacia los parques de diversiones de antaño. Desde su apertura en 1897, es una insignia de la ciudad. Mirar el atardecer desde su vuelta al mundo es una experiencia impresionante. De 60 metros de altura se inauguró durante el 50º aniversario de la coronación de Francisco José I. Abierto hasta las 24, se accede a sus atracciones de forma barata y rememora las mejores épocas del Italpark de Buenos Aires.

21.30 Cena con goulash. Una cena en un restaurante característico de la ciudad es un buen final. En Gasthaus Poschl (Weihburggasse 17) se puede saborear un rico goulash antes de partir de esta ciudad.

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Por Florencia Vergniaud / Fuente: www.clarin.com