Psicología positiva: la solidez científica de las emociones positivas

La psicología positiva hace foco en el estímulo de la felicidad como vehículo esencial de las fortalezas y virtudes humanas.

La psicología positiva se ha posicionado durante las últimas décadas como uno de los eslabones más visibles de todo la ciencia que estudia las emociones y la mente humana. Cómo nos relacionamos, cómo gestionamos nuestros sentimientos y la forma en la que vivimos la vida se ha dispuesto a ayudarnos mediante la psicología positiva, un marco de estudio en el que la positividad y las emociones juegan un papel fundamental.

El bienestar psicológico unido a la investigación científica que se lleva a cabo en universidades de todo el mundo ha dado como resultado una evidencia que lleva ya muchos años entre nosotros: la psicología positiva.

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Gracias a estos estudios científicos y a las instituciones que apoyan estas referencias, como puede ser en España IEPP (referentes en la psicología positiva en habla hispana), hoy por hoy la psicología positiva forma parte de la vida de muchas personas permitiéndoles enfocarse de una manera más beneficiosa en sus propios objetivos.

Sin embargo, por desgracia, la psicología positiva también debe hacer frente en los últimos años a todo tipo de pseudociencias y falsos gurús con intenciones claramente comerciales y alejadas por completo del ámbito de la salud. Movimientos que han intentado apropiarse de una corriente de estudio científico como es la psicología positiva que ha demostrado durante décadas su evidencia real.

Por este motivo, partiendo de estas bases, en el post de hoy queremos acercar a nuestros lectores el concepto de la verdadera psicología positiva, alejada de las pseudociencias y basada en la solidez científica que las emociones positivas provocan en la vida de las personas.

¿En qué consiste el estudio científico de la psicología positiva?

Principalmente, la psicología positiva se desarrolló como concepto en la década de los años 90 de la mano del refutado psicólogo americano Marting Seligman, profesor de Psicología en Universidad de Pensilvania y que, por entonces, también ejercía como Director de la Asociación Estadounidense de Psicología.

Seligman evolucionó el sentido del término de la psicología positiva durante años, basándose en las evidencias científicas ya demostradas por psicólogos precedentes como Abraham Maslow y Carl Rogers, ambos enfocados en la corriente conocida como psicología humanistadesarrollada en la primera mitad del siglo XX.

A partir de aquí, Seligman describió esta nueva corriente de estudio científico que hoy conocemos como psicología positiva como un enfoque dedicado a la psicología práctica que tiene como finalidad mejorar las fortalezas de las personas y reparar sus debilidades.

Además, la psicología positiva propuesta por Seligman también apuesta por una visión enfocada en la buena salud mental, en la felicidad de cada persona y, por supuesto, en potenciar los talentos de cada uno como una forma de alcanzar una mejor versión de uno mismo.

El gran abismo entre la psicología positiva y las pseudociencias

Como comentábamos al comienzo del artículo, el estudio científico de la psicología positiva se ha visto opacado en ciertos sectores por una corriente de pensamiento pseudocientífica. Estas nuevas corrientes pretenden adueñarse de un concepto validado por la ciencia para extraer beneficios comerciales que poco o nada tienen que ver con el ámbito de la salud mental.

En estos casos, no siempre fáciles de distinguir, los gurús que intentan adueñarse de la psicología positiva desde la pseudociencia aluden a métodos increíbles y secretos jamás contados para alcanzar la felicidad, con un movimiento que a menudo se denomina pensamiento positivo.

Mediante esta nueva corriente pseudocientífica se plantean fórmulas jamás contadas que pretenden engañar a las personas en la búsqueda de la felicidad, algo totalmente alejado de las metas y objetivos de la psicología positiva.

En el caso de la psicología positiva, todas las herramientas y metodologías que se proponen han sido objeto de estudio y se han demostrado con evidencias científicas desarrolladas en universidades de todo el mundo. Suponen un enfoque como cualquier otro dentro de la psicología y la salud mental y proponen un modelo basado en las emociones positivas y las fortalezas, pero que en ningún momento niega la existencia de emociones como la tristeza o el enfado.

El propósito demostrado de la psicología positiva

Dentro del enfoque de la psicología positiva podemos encontrar diferentes apoyos y metas que constituyen el propósito principal y científico que persigue esta corriente de estudio. Al fin y al cabo, la psicología positiva es uno más de los puntos que compone el estudio de la psicología general.

Este punto concreto se centra en que los pacientes, siempre orientados por un psicólogo titulado y colegiado, puedan aumentar sus emociones positivas, comprometerse a desarrollar más y mejores experiencias para su vida y establecer relaciones positivas con su entorno.

Además, también se busca que las personas establezcan sus propias metas y objetivos, dividiéndolos en estrategias para cumplirlos y llevando a cabo pequeñas acciones positivas que contribuyen a una salud mental óptima.

Todos estos conceptos, unidos a la motivación de las personas y al enfoque muy centrado en las fortalezas y la gestión de todo tipo de emociones dan como resultado lo que hoy conocemos y aplicamos como psicología positiva.

Esta es, por tanto, una ciencia del presente que reúne todos los requisitos y estudios necesarios para postularse como una fórmula que da como resultado una vida más plena y consciente.

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