Montevideo viaja del pasado al futuro con su bienal de arte
La ilusión de la obra de Erlich y los organizadores de la bienal.No es casual que la 2a Bienal de Montevideo, abierta al público hasta el 22 de noviembre, ocupe el hall central del Banco de la República, majestuoso edificio de comienzos del siglo pasado.
Es el lugar de un tesoro. Tampoco lo es que el fondo para la foto sea la instalación de Leandro Erlich, la fachada de una casa burguesa, muy Carrasco, proyectada sobre un papel-espejo gigantesco traído de China.
Gran maestro de la ilusión, Erlich logra un efecto imán para el espectador entrenado y para el recién llegado. Jorge Srur, Leticia d'Arenberg y Graciela Rompani, motores de la bienal, eligieron posar colgados de ese vacío virtual, aunque, en realidad, estén acostados en el piso. Una instalación taquillera que Erlich mostró ya en París, Tokio y Buenos Aires con mucho éxito.
A minutos de la inauguración oficial, el curador Alfons Hug -alemán de nacimiento, sudamericano por elección- hace su ingreso triunfal con Jennifer, elegida Miss Education en un concurso de belleza panameño por el artista uruguayo Luis Camnitzer.
La performance lleva la firma de Humberto Vélez. Y si no se tratara de una bienal, donde casi todo está permitido, podría ser un chiste. Miss Education es un metafórico llamado de atención sobre las urgencias presupuestarias en países donde la educación sufre recortes sucesivos.
Con el lema "500 años de futuro", la bienal oriental propone un viaje hacia el pasado y el futuro con obras de Adriana Bustos, Adrián Paci, Eduardo Stupía, Franz Ackermann, Gian Paolo Minellli y una selección de 50 artistas de 11 países.
Hay mucho para mirar, escuchar y pensar en una convocatoria global hecha con la medida uruguaya: sin gestos ni gastos pomposos, empeñada en darle al arte el lugar que siempre ocupó en un país chico de artistas grandes