Esteban Laureano Maradona (1895-1995)
Argentinos de ValoresObtuvo su título de médico en la Universidad de Buenos Aires, en 1926, con diploma de honor. Fue durante sus estudios, discípulo de Bernardo Houssay. Hacia 1930, se radicó en Resistencia (Chaco), y hacia 1932 se alistó y trabajó como voluntario en el Hospital Naval de Asunción, durante la guerra del Chaco o "del petróleo". Llegó a ser director del hospital, sobre el final de conflicto.
Desde 1935, y durante 25 años, vivió en Estanislao del Campo, un pequeño pueblito en donde el tren que lo llevaba a Tucumán se detuvo a hacer un trasbordo de pasajeros, y donde se quedó a atender a una parturienta que se debatía por su vida y la de su hijo en un parto distóxico en medio del monte formoseño.
Durante todos esos años, Maradona no solo atendió a los nativos sino que también estudió sus costumbres e incorporó a sus conocimientos los de la medicina tradicional aborigen.
La Universidad de Formosa se encargó de destacar su figura a nivel internacional: en tres oportunidades fue propuesto para el premio Nobel de la Paz, sin embargo y a pesar de no obtener nunca esa distinción, la Organización de las Naciones Unidas le entregó el premio Estrella de Medicina para la Paz.
Entre sus obras se destacan la construcción de una colonia para personas enfermas de lepra y también la fundación de la primera escuela bilingüe del país, una pequeña escuela que, en Formosa, impartía las clases para aborígenes, utilizando en parte su lengua.
Entre sus otras obras, las producciones escritas, pueden citarse A través de la selva (1936); Recuerdos campesinos; Dendrología; Animales cuadrúpedos americanos (1935); El problema de la lepra; Vocabulario indígena toba-pilagá (1938).
Murió en Rosario el 14 de enero de 1995 a los 99 años.
Fue el "Doctorcito Dios", el "Doctor Cataplasma", el "Doctorcito Esteban", el "médico de los pobres", como lo llamaban sus pacientes, con profundo amor y devoción.
“Asi viví muy sobriamente cincuenta y tres años en la selva – dijo poco antes de morir – hasta que el cuerpo me dijo basta. Un día me sentí morir y me empecé a despedir de los indios, con una mezcla de orgullo y felicidad, porque ya se vestían, se ponían zapatos, eran instruidos, Creo que no hice ninguna otra cosa mas que cumplir con mi deber”