Elegir a la persona equivocada

¿Qué pasa cuando se vuelve a escoger una pareja con las mismas características y los mismos defectos que una anterior?
POR NICOLÁS PARRILLA

24/10/13 - 12:24

Dice la frase que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, aunque también sea el único animal capaz de reconocer a una piedra como tal y aprender a no volver a cometer errores del pasado. Existen muy pocos casos de historiales de relaciones románticas inmaculados, ya que los casos de rupturas, separaciones o divorcios son numerosos. Muchas veces, a la hora de volver a formar una pareja, las experiencias anteriores son fundamentales para subirle o bajarle el pulgar a un candidato.

“Cuando se forma una nueva pareja, generalmente lo que se busca es algo contrario a lo que ya se tuvo, a lo que ya se vivió. Siempre se trata de conseguir una nueva persona, alguien diferente”, asegura la neuropsicóloga Alicia de la Fuente. “Sin embargo, y aunque no sean los casos más comunes, pueden darse patrones de repetición, es decir, personas que eligen para una nueva pareja a alguien con características similares a una relación anterior”.

Muchas veces, un fracaso amoroso, y su posterior ruptura puede derivar en un período de “odiar el amor” y un “los hombres/las mujeres son todos/as iguales”. Y en otros casos, se puede volver a buscar a un “igual” para una nueva relación, como el caso de Mariela S., que prefiere no dar su apellido por cuestiones personales: “Tuve una relación de doce años con Hugo, el padre de mi primer hijo, que terminó muy mal por su adicción al alcohol. Muchas veces lo quise ayudar, incluso durante un largo tiempo lo acompañaba a sus reuniones de Alcohólicos Anónimos, pero cada recaída era peor. Y llegó un momento en que la convivencia se hizo insostenible”. Luego de unos años, Mariela volvió a formar una pareja, hasta llegándose a casar con Luis, pero nuevamente el alcohol volvió a separarla.

“Mi segundo marido resultó ser un adicto también. Cuando lo conocí estaba en plena etapa de desintoxicación, llevaba cinco años sin tomar. Nos fuimos a vivir juntos, nos casamos, parecía que llevábamos una vida normal, hasta que en 2008 lo despidieron de su trabajo, y ahí volvió a recaer”, recuerda Mariela. A partir de ese momento, la casa familiar se volvió un campo de batalla donde no faltaron las peleas y la violencia. “Yo le insistía a él para que volviera a dejar de tomar, lo alentaba y trataba de convencerlo de que podía salir, pero todo fue en vano. La gota que derramó el vaso fue cuando quiso agredir a mi hijo: ahí me dije que tenía que tomar una decisión”. A pesar de los varios intentos de seguir adelante, la relación entre ellos dos estaba destinada a fracasar. “Durante mucho tiempo estuve como ciega, quería pensar que había una posibilidad de ser felices juntos. Después de nuestra separación supe que mis dos maridos, casualmente habían llegado a compartir un grupo de tratamiento que se había formado en una parroquia de mi barrio”.

Casos como el de Mariela, donde se impone la esperanza de poder recuperar a la persona que padece una adicción, suelen darse con frecuencia. “Cuando un hombre o una mujer, elige una y otra vez para sus parejas a un tipo de adicto, ellos son co-adictos. Inconscientemente saben que la relación está destinada a fracasar, pero igual lo vuelven a escoger, es patológico”, asegura De la Fuente, quien desde hace varios años dirige un taller de terapia ocupacional y es co-fundadora del grupo Renacer, destinado a padres que perdieron a sus hijos. “Una persona que arma estas relaciones conflictivas, muchas veces busca jugar un rol de salvador, cree que puede sanar o recuperar al otro. Pero ellos mismos se convierten en adictos a personas que tienen adicciones, aunque no consuman nada. Esta tendencia a la repetición a la hora de elegir puede venir de un mandato familiar, o deberse a que la persona sencillamente no puede elegir algo que la haga feliz”, sentencia De la Fuente.

Cansada de las relaciones que la dejaron marcada, Mariela no duda a la hora de afirmar que no volvería a repetir su error. “Actualmente estoy soltera, y no estoy buscando a nada ni nadie, pero nunca sabes cuando podes encontrar al amor de tu vida. Pero antes de formar una nueva pareja voy a asegurarme por todos los medios de que no sea adicto a nada, ni siquiera al dulce de leche”, se ríe.

Lea la nota central de esta entrega: Monogamia a repetición: 7 parejas en 20 años. Por Julián Herbert

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