El sentido del desencuentro
A veces la vida nos empapa con su nube negra. Miramos al cielo, pedimos piedad, rogamos, nos fastidiamos, lloramos y maldecimos. Lo llamamos "mala racha", "mala suerte", "infortunio" o simplemente, el desencuentro con la vida que parece no darnos tregua.Y sí, no hay ser humano que no se salve de malos momentos. Podemos pensar en que "siempre que llovió paró" o que "Dios cierra una puerta para abrir una ventana", pero el mientras tanto muchas veces puede llevar a la exasperación.
Además, en esos desencuentros sentimos que nadie nos entiende, que somos los exclusivos protagonistas de un sinfín de acontecimientos que relatados de una vez parecen una película del drama más lacrimógeno.
En muchas ocasiones sucede, que no todo depende de nosotros que aunque realicemos todos los esfuerzos posibles, hay algunas variables que se escapan de nuestra voluntad y sacrificio. Pero siempre, aunque no seamos los responsables del cambio, podemos curar a la esperanza, sacar a la utopía de la sala de espera.Tener fé, en el sentido religioso, es de gran ayuda y fuerza para fortalecer el alma y salir adelante. Pero, ¿qué pasa con los que no creen cuándo la derrota parece tocar la puerta? Apelar a la racionalidad extrema es quizá un tanto desolador, hay ocasiones en las que creer en los otros o en tratar de recobrar la actitud es un paso clave para recuperar la esperanza.
Julio Cortázar, en Carta a Mercedes Arias (Mayo 1940), explicaba cómo el mundo a pesar de ser un lugar plagado de desencuentros a gran escala todavía merece un sentido. El autor de Rayuela era un experto en darle aliento a la esperanza, su idiosincrasia se define con una sola palabra "magia". La mayoría de sus obras, reúnen un concepto en el cual se desafía la convención del espacio y el tiempo, y así, el escritor cree poco en las causalidades, hasta las malas rachas son lo menos casual de nuestras vidas, la biografía de cada uno de nosotros se encargara de darle un buen sentido a los desencuentros.
"El tiempo se encarga de colocar los hechos en su debido rango, y situaciones que en su inicio parecían triviales o adversas se revelan luego", considera el autor en "Conversaciones con Cortázar". Así, al ser humano le es inevitable darle sentido al pasado desde el presente, toda fatalidad será resignificada más adelante, el instante vivido sí es contrario a su realidad siempre es considerado un dolor innecesario.
Oscar Wilde también decía "el arrepentimiento transforma al pasado". Los dolores son duros, complicados y muchas veces desoladores, pero son eso un momento. No podemos darnos el espacio para la caída cuando luego, sabemos que le encontraremos un sentido o una causalidad.
En esos instantes, cuando sentimos que el consuelo se hace esperar, encerrarse trágicamente en el desconsuelo sólo demorará la esperanza. Si no hay nada que hacer, no está de más reconfortar el alma con antídotos contra la desesperanza: soñar con un buen futuro, rezar, abrazar a un ser querido, mirar la sonrisa de tus hijos, escuchar con los oídos bien abiertos las palabras de aliento o simplemente, leer a un autor como Cortázar que augura sabiamente que la mala racha se entiende con el tiempo, que hay que tenerle paciencia a la vida, ella está ahí siempre dando la oportunidad a la esperanza.