Ángel Magaña, un caballero

Su talento y nobleza fueron protagonistas de la época de oro del cine argentino.

Cuándo uno evoca a las grandes figuras del mundo del cine, las observa, las admira y proyecta en ellas sus propios sueños. En este soñar, puede pasar desapercibido, cuál fue el camino de los consagrados para llegar al éxito. Es cierto, que algunos tuvieron el camino más fácil, pero hay otros que debieron que salir a pelear la esperanza.

Este es el caso del gran Ángel Magaña, emblema del espectáculo nacional, un caballero del cine que estuvo a punto de no serlo por la cantidad de limitaciones y padeceres que atravesaron su juventud. Magaña nace el 24 de agosto de 1915. Su familia lejos de la opulencia, era de clase trabajadora y se dedicaron a sacrificarse para cumplir las metas de su hijo. Ya en la adolescencia Ángel, tuvo que salir a trabajar para ayudar a su padres, y mientras tanto soñaba con verse en alguna pantalla grande. Quería ser parte del mundo de la ilusión de su infancia. El cine era su vocación en el mundo.

La voluntad y el sacrificio fueron el vehículo para lograrlo, mientras trabajaba para aportar dinero en su hogar, no dejó de intentar en distintas pruebas cinematográficas. A mediados de la década del treinta tuvo su primera oportunidad en el film “El caballo del pueblo” de Manuel Romero, en dónde participó como extra. La actuación fue breve, y no tuvo parlamento pero fue esta película su incentivo para seguir adelante. Además, en el rodaje de esta película conoció a las figuras que él tanto admiraba como Olinda Bozán, Irma Córdoba, Enrique Serrano y Pedro Quartucci, El sueño estaba más cerca.

Su pequeña participación en el filme no pasó desapercibida. Su rostro, porte y talento fueron descubiertos por el director Mario Soficci quien notó que en ese joven de 20 años había un gran futuro por delante. Así, Magaña le puso el cuerpo y la voz a un personaje en la película “Cadetes de San Martín”, dirigida por Soficci y protagonizada por Enrique Muiño, estrenada en el año 1937.

Este rol fue decisivo para la carrera de Ángel, quien no sólo se había destacado por su gran talento sino que el público femenino quedó encantado con su galantería y estilo. A partir de entonces, los directores comenzaron a convocarlo cada vez más y rápidamente se convirtió en el actor más taquillero del cine nacional de la década del ´40. Magaña era uno de esos actores a los que era muy difícil de estereotipar. Su virtuosismo le permitía interpretar roles en la comedia o el drama, sin ninguna dificultad. Era un artista de cine al cual el espectador le creía todo lo que decía y hacía. Podía conmover, despertar carcajadas y hacer pensar a través de sus parlamentos.

Así, lo vivieron quienes hayan visto algunas de las máximas películas que los tuvieron como protagonista, como: “Kilómetro 111”, “Prisioneros de la tierra” y “La Guerra Gaucha”, “Los ojos llenos de amor”, “Cosas de mujer” y “Esposa último modelo”, entre otras.Además del drama y la comedia, también supo interpretar roles de suspenso e intriga como lo hizo en el inolvidable film “No abras nunca esa puerta”, de Carlos Hugo Christensen, en la que Ángel Magaña interpreta el personaje protagónico del episodio titulado “Alguien en el teléfono”.Pero no sólo de cine se trató su trayectoria. Magaña supo dejar todo su arte en las tablas, destacándose como uno de los más importantes actores teatrales del momento, participando en obras como el clásico “Así es la vida”, junto a Luis Sandrini y Mecha Ortiz.

Si hay una cualidad que definía Ángel Magaña era su capacidad enorme de trabajo, por lo tanto no le bastaba una sola profesión. Así, su amor por el teatro lo llevó a convertirse en productor, fundando en la década del cincuenta la Compañía Teatral de Ángel Magaña y Nury Montsé. Por si fuera poco, todavía faltaba un gran capítulo en su biografía. Con la llegada de la televisión al país, Magaña fue convocado por Canal 9 para encabezar un ciclo que se llamó “La boite de Angelito”, dedicado a la difusión del tango. . Además, en esa misma señal , el actor protagonizó el ciclo “Los argentinos somos así ¿o no?”, con guiones de Rodolfo M. Taboada, que había debutado en radio convirtiéndose en un éxito.

Fue el gran caballero del cine, el teatro y la televisión. Nadie olvida a Ángel Magaña, un obrero de su sueño quien traspasó la pantalla grande y se convirtió en un actor amado por los argentinos.

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