22/02/2017
Volver a empezar
¿Cuál es el motivo por el que los hombres no han podido capitalizar las experiencias de sus antepasados?
Como todos los estallidos, éste fue precedido por indicios que fueron desoídos. Y al igual que en todas las crisis, hubo un punto culminante ese día que será recordado por la historia como el “jueves negro”.
Ese funesto 24 de octubre de 1929 toda la expansión que se había producido luego de la primera gran guerra se hizo añicos. Antes de la noche, once financistas se suicidaron. Millones de personas vieron cómo se habían esfumado sus ahorros y su patrimonio.
Los signos que precedieron esta gran depresión estaban escritos en letras de molde.
El precio de las acciones se había duplicado. Algunos pidieron préstamos para invertir en la bolsa. La efervescencia creó una burbuja. Estaban los síntomas de una recesión en la economía mundial, lo que hizo que muchos inversores se retiraran. Pronto los rumores se precipitaron sobre la endeble emocionalidad de los especuladores. El miedo contagió a todos con miedo. Los precios comenzaron a derrumbarse.
La economía próspera de EE.UU se había desequilibrado por exceso de consumo. Los stocks crecían al ritmo del desempleo.
Cuando por fin quebró la Bolsa de Nueva York, los efectos se propagaron a todo el mundo. Más de 13 millones de títulos cotizaban en baja, no había compradores. Los inversores que se habían endeudado estaban en la ruina, ya no podrían pagar sus créditos. 30 millones de desocupados revolvían los tachos de basura en busca de algo con qué alimentarse.
En pocos días 600 bancos quebraron. Tiempo después, fueron casi 3000.
Y como en todos los cataclismos, el mundo se acostumbró a sus efectos, el tiempo curó las heridas, Roosevelt lanzó su New Deal. Luego vino la segunda guerra y el ciclo volvió a producirse, otra vez.
La historia nos muestra la repetición de períodos de: Prosperidad, expansión, consumo, especulación, exacerbación de las capacidades. Omnipotencia. Crujido de las estructuras existentes. Negación. Implosión. Depresión. Y vuelta a empezar.
¿Cuál es el motivo por el que los hombres no han podido capitalizar las experiencias de sus antepasados?
Quizá necesitan vivirlas, aunque conozcan el resultado, para volver a empezar.
Por Claudio Penso
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