23/05/2010

Tan argentinos como la milanesa a la napolitana

Los italianos no sólo emigraron a Argentina sino que la refundaron

El destino quiso que Miguel De Luca (Calabria, 1930) recalara en Argentina. Tomó el pasaje de barco de su hermano, que se rompió una pierna, y se embarcó en el vapor "Santa Fé". El objetivo de enviar dinero para que los seis hermanos y los padres pudieran sobrevivir en Italia permaneció intacto.

Con lo puesto y sin saber leer ni escribir, este campesino llegó a Buenos Aires con 19 años, una mano atrás y otra adelante, a hacerse la América, la otra, la del sur. Encontró esposa, argentina pero de padres calabreses, y tuvo dos hijos. En el camino, consiguió el sueño de la casa propia, progresó, se alfabetizó y hasta olvidó el dialecto calabrés.

Entre 1998 y 2002, cuando realizó un doctorado en Florencia, vio en la vida de sus primos la que le hubiera tocado. "Ninguno pudo estudiar. Tienen una vida sacrificada en un país rico, como campesinos o camioneros, y yo soy profesional en un país ¿pobre, rico?", dice.

La escuela pública primero y la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad de Buenos Aires después fueron su motor de movilidad social. "En Italia me di cuenta que Argentina es mi lugar. Sí, soy más argentino que el dulce de leche", ríe.

Su historia se construye a partir de la de su padre, cuya vida se asemeja a la de aproximadamente dos millones de italianos que llegaron a Argentina en tres oleadas migratorias, desde 1870 a 1970, huyendo del hambre y la guerra.

Con el objetivo de poblar el inmenso territorio, Argentina era un país que invitaba a los inmigrantes. Pero la vida no era color de rosa. No hay que engañarse. "El proceso de integración fue muy exitoso, pero no barato", opina Mario Santillo, director del Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos, segunda generación de italianos, que se doctoró en sociología en Italia.

Eran los culpables de las plagas, se los recluía en cuarentena en la isla Martín García si llegaban enfermos, en 1902 se aprobó la Ley 4144 que expulsaba a los extranjeros acusados de delitos comunes o de actividades sediciosas, una ley a medida contra los obreros anarquistas y los criollos se reían de ellos en los teatros populares.

La argentinización, dice Santillo, "llega con los hijos que acceden a la escuela, aprenden la épica histórica nacional y cumplen el servicio militar. Hoy, el racismo reinante hace que los hijos de los bolivianos se sientan avergonzados de sus padres y los rechacen. Yo soy argentino", dicen. Lo mismo pasaba con españoles e italianos.

La cocina es donde pervive la semilla más italiana. Y ningún plato explica mejor el mestizaje en suelo argentino que la milanesa a la napolitana. Carne rebozada del norte + queso y tomate del sur + un plato concebido en Argentina. Símbolo de la integración trifásica, la "mila a la napo" se sirve por igual en un restaurante español, vascofrancés, italiano o argentino.

Redacción

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