02/06/2015

Retrorunning: la insólita pasión de correr hacia atrás

Es una práctica minoritaria en la que se trabajan más músculos que al trotar hacia adelante, se gastan más calorías y mejora el equilibrio.

¿Por qué correr hacia atrás si lo natural es hacerlo hacia adelante? La pregunta se enuncia aquí al principio y lo más seguro es que al final, leyendo hacia adelante, quede sin respuesta. Pero como hay algunas personas que practican lo que se conoce como el retrorunning, se organizan carreras e incluso algunas competencias internacionales, hay que preguntar a quienes lo hacen.

Sandra Corcuera fue la primera sorprendida cuando hace ocho años se inscribió en una carrera en Mollerussa anunciada con el cartel de “retrorunning”. Ella y su marido recorrían Catalunya cada fin de semana de carrera en carrera por el placer de correr (hacia adelante) y allí se fueron. Su sorpresa fue mayúscula cuando al llegar vieron que se trataba de trotar hacia atrás, y que había unos chicos de Lleida, listos en la salida. Se lanzaron.

Sandra admite que al principio no le entusiasmó –a David, su marido, ni al principio ni nunca– ya que es un movimiento antinatural al que cuesta adaptarse. Pero al llegar a casa miró por internet y vio que tenía sus seguidores en otros países –es una práctica minoritaria–, y unos beneficios que a ella, corredora de largas distancias, le podían ayudar. Menor impacto en las rodillas, trabajo de los músculos antagónicos a los que se utilizan en la carrera normal, mejora del equilibrio y un gasto energético mayor debido precisamente a que no es un movimiento natural, relata. En sus entrenamientos diarios, añadió 15 minutos de retrorunning, aprendió su técnica y le fue encontrando el gusto.

Se mantenía informada a través de Internet hasta que un día vio que se celebraba un mundial en ¡Lleida! En Alemania, Italia, Irlanda o Estados Unidos esta práctica está más en boga, pero los chicos del club de atletismo Esbufecs de Mollerussa, que habían organizado la primera carrera “hacia atrás”, habían puesto manos a la obra. Especialmente Manel Porté, pionero desde que en 1978 hizo su primera carrera, en probar todo lo vinculado con el mundo del running. Cuando muy pocos salían por las calles o por el campo, él estuvo en la primera carrera de montaña, de playa, de ciudad, hasta que años después supo que en el neoyorquino Central Park se practicaba el retorunning y se propuso importar la experiencia. Era el 2012 y Sandra ganó cinco medallas, dos años después, en Italia. amplió sus oros y ahora se prepara para ir a Alemania en el 2016. Normalmente en un mundial acuden unos 200 corredores.

El retrorunning requiere una serie de cosas básicas, entre ellas entrenar en pista o en circuitos cerrados y revisados para evitar obstáculos. Las distancias suelen ser menores, ya que requiere de más esfuerzo, y según explica Sandra Corcuera, se necesita de una mayor concentración y técnica. En los campeonatos las distancias suelen ir de los 1.500 a los 10.000 metros. También se celebra alguna media maratón en trazados urbanos pasando varias veces por el mismo circuito y relevos. El principal problema, cuenta Sandra Corcuera, es caerse. Rápido y hacia atrás el golpazo se complica.Hoy el objetivo de esta corredora de doble dirección es participar en una maratón “normal”, pero haciéndolo al revés. Para ello necesitará de varios acompañantes que la escolten corriendo hacia adelante, para guiarla y para evitar tropiezos.

Bernat Buscà, profesor de Ciències de l’Activitat Física i de l’Esport Blanquerna, considera que esta forma de correr es una moda muy reciente vinculada al boom del running, en torno al que crecen nuevas experiencias que muchas veces no cuajan. En este caso no le ve mucho futuro ya que hay una cuestión lógica: los ojos están en la cara y no en la nuca. En cuanto a sus beneficios físicos, indica que hay muy poca investigación al respecto, ya que se necesita un tiempo largo de práctica para evaluar a fondo lo que sucede.

Sí está demostrado en un artículo en las revistas de referencia en temas de salud, señala Buscà, que el gasto energético es un 30% mayor que en la carrera normal. Pero tampoco es cuestión de contraponer el ir hacia adelante o hacia atrás, porque los beneficios de correr sí que están demostrados. Algunos recuerdan que en deportes como el fútbol o el básquet hay momentos en los que se corre hacia atrás para no perder de vista a la pelota y el atacante. Pero es eso, de a ratos.

Sandra empezó a correr cuando trabajaba como jefa de estación de trenes y necesitaba liberar tensiones. Se sacaba el uniforme, lo ponía en la mochila y trotando regresaba a casa. Hoy se enganchó con el retrorunning, quiere profesionalizarse y se prepara a fondo para el mundial de Alemania del año que viene. Manel, en cambio, explica que él y sus compañeros de club apenas corren hacia atrás durante el año y sólo se preparan cuando llega alguna competencia, que son pocas, y cuando pueden pagarse el viaje. Siempre hay dos formas de hacer las cosas.

Por Cristina Sen / La Vanguardia

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