20/10/2024

Resiliencia biológica: ¿por qué después de los 40 cuesta más recuperarse de una mala noche de sueño?

A partir de los 40 años, muchas personas notan que recuperarse de una mala noche de sueño o de una lesión parece más complicado. Lo que antes podía solucionarse con un poco de descanso ahora requiere más tiempo y paciencia.

Este cambio tiene una explicación científica: a partir de esa edad, el cuerpo experimenta una serie de transformaciones biológicas que afectan su resiliencia, es decir, su capacidad de recuperarse rápidamente de eventos estresantes para la salud.

Según diversos estudios, el envejecimiento no es un proceso uniforme y lineal, sino que está marcado por momentos de aceleración y declive en diferentes áreas del cuerpo. Entre los 40 y 60 años, este proceso se vuelve más evidente, afectando desde el metabolismo hasta la capacidad de los músculos para recuperarse. Estos cambios no solo son biológicos, sino que también se ven influenciados por el estilo de vida, el estrés y los hábitos adquiridos a lo largo de los años.

La ciencia detrás de la resiliencia biológica

La resiliencia biológica es un concepto que hace referencia a la capacidad del cuerpo de recuperarse después de un estrés de salud, ya sea una enfermedad, una lesión o una mala noche de descanso. Sin embargo, con el paso de los años, esta capacidad disminuye debido a factores como el envejecimiento natural, cambios en el estilo de vida, el estrés laboral o personal, y la disminución de la actividad física.

Diversos estudios han señalado que la resiliencia empieza a decaer entre los 30 y 40 años, coincidiendo con un punto de inflexión en el envejecimiento biológico. Un estudio de la Universidad de Stanford, por ejemplo, sugiere que el envejecimiento se acelera en dos momentos claves: alrededor de los 44 y los 60 años. Los investigadores analizaron miles de moléculas y microbiomas de personas de entre 25 y 75 años, y descubrieron que muchas de estas moléculas no cambian de manera gradual, sino que experimentan modificaciones bruscas en esas dos etapas.

Cambios metabólicos que afectan la recuperación

Uno de los grandes desafíos después de los 40 años es que el metabolismo empieza a transformarse. Según el doctor Michael Snyder, profesor de genética en Stanford y uno de los autores del estudio sobre los hitos del envejecimiento, estos cambios no son paulatinos, sino que suceden de manera abrupta. Entre los 40 y los 60 años, se producen alteraciones importantes en las moléculas relacionadas con el metabolismo del alcohol, la cafeína y los hidratos de carbono, lo que afecta la forma en que el cuerpo procesa estos elementos y dificulta la recuperación tras su consumo o mal manejo.

A partir de los 40, las personas notan que una copa de vino o una noche de insomnio les afecta más de lo que solía hacerlo. Esto puede deberse a cambios en el metabolismo de las enzimas que descomponen el alcohol y otras sustancias. Además, la disminución de la masa muscular y el aumento de la masa grasa también juegan un papel crucial en la recuperación, ya que el tejido muscular es clave para almacenar agua y facilitar la hidratación del cuerpo. Este desequilibrio entre músculo y grasa, junto con el descenso de las enzimas metabólicas, explica por qué es más difícil para el cuerpo recuperarse tras una noche de alcohol o una mala alimentación.

El impacto del estilo de vida y el estrés

El estilo de vida a menudo contribuye a que estos cambios biológicos sean aún más notorios. A los 40 años, muchas personas enfrentan más estrés relacionado con el trabajo, las finanzas o la familia, lo que puede intensificar los efectos negativos del envejecimiento. El doctor Benjamin Missick, médico de familia en Carolina del Norte, explica que durante esta etapa es común que los pacientes se pregunten por qué su colesterol aumenta repentinamente o por qué ganan peso a pesar de mantener una dieta equilibrada. Este declive, señala, no es constante, sino que se presenta en momentos específicos de la vida.

La menopausia, en el caso de las mujeres, también tiene un impacto significativo en la resiliencia del cuerpo. Los cambios hormonales asociados con esta etapa pueden afectar la forma en que el cuerpo maneja el estrés, el sueño y el metabolismo, lo que a menudo lleva a una recuperación más lenta frente a enfermedades o lesiones.

El estrés también es un factor clave en la disminución de la resiliencia biológica. Los especialistas explican que el aumento de las responsabilidades laborales y familiares en esta etapa de la vida suele llevar a un incremento del consumo de alcohol, la falta de sueño y una menor práctica de ejercicio, lo que acelera los efectos del envejecimiento.

Cómo contrarrestar los efectos del envejecimiento

A pesar de los retos que trae consigo el paso del tiempo, hay formas de mejorar la resiliencia biológica y contrarrestar los efectos del envejecimiento. Los expertos coinciden en que mantener una vida activa y saludable es clave. Algunos de los hábitos más recomendados incluyen:

El doctor Gabriel Ércoli, genetista, también subraya la importancia de la medicina preventiva a partir de los 40. Realizar chequeos médicos periódicos puede ayudar a detectar problemas metabólicos antes de que se conviertan en afecciones crónicas. Además, las intervenciones médicas personalizadas basadas en biomarcadores pueden ofrecer soluciones específicas para prolongar la salud durante el envejecimiento.

Estrategias para enfrentar el estrés

Otro aspecto crucial para mejorar la resiliencia del cuerpo es la gestión del estrés. Estudios recientes sugieren que el cuerpo se adapta mejor a situaciones estresantes si se expone regularmente a pequeños niveles de estrés físico, como el ejercicio. Este fenómeno, conocido como hormesis, puede preparar al cuerpo para recuperarse mejor de situaciones de mayor estrés emocional o físico.

La doctora Elissa Epel, profesora de psiquiatría en la Universidad de California, explica que los factores estresantes de baja intensidad, como la actividad física regular, generan picos de estrés biológico seguidos de períodos de recuperación profunda. Esto no solo mejora la capacidad de recuperación física, sino también la emocional.

La doctora Heather Whitson, geriatra y directora del Centro de Envejecimiento de la Universidad de Duke, concluye que cuanto más saludable esté una persona antes de enfrentar un evento estresante, mayores serán sus probabilidades de recuperarse de manera efectiva.

Redacción

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