21/01/2013

Raúl Barboza, el grande

En la infancia le decían “Raulito, el mago”, y tal como sucede en la niñez las palabras no se equivocan, revelan la verdad en su máxima expresión. Aquel niño de 9 años hoy es el máximo “Embajador del Chamamé”, un artista que ha develado al mundo la riqueza de la cultura guaraní

Raúl Barboza se presenta hoy en el Festival de Cosquín, aquel escenario soñado desde su primera infancia. Hoy es un músico imprescindible en la misión de disfrutar de lo mejor del folklore argentino con éxito internacional. La presentación de Barboza se realizará en el escenario Atahualpa Yupanqui y será el protagonista de la tercera noche del festival junto con el Chango Spasiuk, quien también cultiva y reivindica sus raíces litoraleñas. El concierto de Raúl Barboza en el festival es sin dudas, uno de los eventos más esperados y aclamados por el público de Cosquín. Su talento y virtuosismo convocan a personas de todo el país, que esperan desde muy temprano la presentación de un artista que deja el cuerpo y el alma en el escenario. Porque además de ser uno de los máximos referentes de la historia del folklore argentino, Raúl Barboza se destaca por su extremo respeto hacia el público de Cosquín y también hacia los músicos y la organización del festival.

Una persona fuera de serie

Un detalle describe su humildad y calidad humana. Raúl Barboza podría apelar a su prestigio, trayectoria , talento y nivel de convocatoria para ser el máximo protagonista del festival. Cuenta con esa posibilidad, pero no la elige. En declaraciones públicas, en varias oportunidades, el Embajador del Chamamé ha dicho que él no tiene ningún tipo de inconvenientes de subirse al escenario con lluvia, a todo horario o con un tiempo estipulado por los organizadores, si existe otro músico que quiere extenderse en su presentación, él puede ceder espacio e interpretar sus obras en los minutos que le fueron destinados. Su grandeza y generosidad son su sello en Cosquín. "Yo hago mi trabajo. No importa si me toca subir a las cinco de la tarde o a las cinco de la mañana. Lo voy a hacer sin quejarme. Tocaré contra viento y marea, haya frío o calor. Lo que sirve es el valor de lo que uno mismo tiene, no lo demás", sostuvo durante la conferencia de prensa realizada ayer.

El valor de Raúl Barboza a nivel artístico es indiscutible, pero su calidad humana trasciende a un músico que elige ser diferente. Por ello, en Cosquín y en todos los escenarios del mundo, es reconocido por su permanente trabajo y dedicación no sólo para si mismo sino en su misión de dar espacio a los nuevos talentos y a los que alguna vez, como él, soñaron vivir de su vocación.

Una trayectoria mágica

Raúl desde muy pequeño tenía un sueño. Su esperanza no era simplemente convertirse en uno de los mejores folkloristas de la Argentina. El “mago” iba más allá, ¿por qué no soñar que el chamamé trascienda las fronteras? Y así es Raúl Barboza, desde su más corta edad sabía que nada iba detenerlo, llevaría su chamamé hasta adónde el mapa lo permitiera. Pero, la misión primero debería comenzar por la Argentina ya que por ese entonces, el chamamé sólo se escuchaba en el norte del país. A Raúl le llevó 10 años lograr que su adorada música natal se escuche en su propia tierra y lo logró. En 1950 graba su primer disco “Irupe” y luego en 1953 formaría un grupo que hasta 1961 viajaría por toda la Argentina contagiando su arte. Sucedió, lo que nadie había pensado. El chamamé ese género de algunos empezó a ser de todos. Los ortodoxos del folklore no pudieron resistirse y quienes lo desconocían, lo abrazaron para siempre.

El mundo a los pies del chamamé

En 1961 realiza su primera gira en Sudamérica, comenzando por Brasil, país que adoptaría a Barboza como uno de sus máximos artistas y promediando la década del ´60, volvería en reiteradas oportunidades a tocar su acordeón, en una tierra que abrazó su género. Pero, la década del ´70 sería la oportunidad para que el chamamé viaje por el mundo. En 1971, tras 20 años de intentos, Raúl Barboza sería protagonista de un hecho histórico para la biografía de la música argentina: fue convocado por la U.R.S.S para realizar una gira. El viaje recién comenzaba y su consagración en la Argentina fue definitiva. Durante los años setenta edita más de 20 discos y graba junto a otros grandes como Mercedes Sosa y Jairo.

El sueño se hace realidad

¿Qué pasó luego? En 1981, Japón se rinde a los pies del acordeón de Raúl Barboza. En 1985 recibe el premio "Konex" designándolo como una de las cinco mejores figuras en la historia de la música popular argentina como instrumentista de folklore. El gran José Carreras lo escucha y en 1987 lo convoca para su grabación de la “Misa criolla” en el chamamé "La anunciación". Ese disco será presentado en el Vaticano y ese mismo año se instalaría junto a su esposa Olga en París, su lugar en el mundo hasta el día de hoy. Éxito absoluto en Francia, Raúl Barboza fue convocado a tocar en distintos escenarios de todo Europa, en dónde fue galardonado con los premios: "Grand Prix Charles Cros", "4 ciefs événement Télérama", "Diapason d'or" y "Choc Le Monde de la Musique", convirtiéndose en el tercer artista argentino, después de Atahualpa Yupanqui y Astor Piazzolla, en recibir estas distinciones. Hoy, nadie duda en llamarlo con toda razón, sentido y coherencia el “Embajador del Chamamé”. Si pasa por algún barrio parisino y se escucha un acordeón, es sin duda gracias a Raúl Barboza.

Redacción

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