11/05/2016

Mindfulness: Estar despiertos es un arte

Existe una profunda relación entre la felicidad y el sufrimiento, según el maestro Thich Nhat Hanh, divulgador de la práctica de la plena consciencia (“mindfulness”) y que visita estos días nuestro país.

Uno de los aspectos que menos me gustan de algunos textos del mundo de la autoayuda es negar el dolor. La vida no se somete a hojas de Excel cuadriculadas. La vida la vamos descubriendo y en el camino nos topamos con personas o con acontecimientos que difieren completamente de lo que esperamos o necesitamos. Ahí surge el dolor o el sufrimiento y es cuando entramos en desiertos emocionales, como hemos hablado alguna vez.

Pero no se puede avanzar si no lo reconocemos, si lo negamos o nos peleamos con él. Nuestra alternativa es integrar lo que nos duele: aceptarlo y abrazarlo sin necesidad de entender su origen. Al igual que una madre abraza al bebé que llora para calmarlo sin comprender el motivo, Thich sugiere que contemplemos con cariño nuestras energías más oscuras como la rabia, el miedo o la tristeza. Pero para lograr todo lo anterior y poder desarrollar una mirada más amable ante lo que nos rodea, necesitamos trabajar la energía de plena conciencia, según el maestro zen.

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El ejercicio de plena conciencia es el modo de estar en el momento presente sin perdernos en el pasado o en las incertidumbres del futuro. La trampa de la felicidad está en presuponer que cuando alcance ciertos objetivos seré feliz: más poder, más dinero, más éxito, más amor… Cada persona tiene su propia fantasía de felicidad. Sin embargo, es un error.

“Podemos ser felices en el aquí y en ahora. Si escribiéramos todas las cosas que tenemos ya mismo por las que alegrarnos no tendríamos suficiente con diez páginas”
Thich Nhat Hanh

Tenemos agua corriente, no vivimos en medio de un conflicto, la mayor parte de nosotros no sufrimos enfermedades terminales, podemos caminar y sonreír… En definitiva, tenemos un listado de posibilidades por las que alegrarnos y, sin embargo, seguimos atrapados en lo que deberíamos conseguir en el futuro. Ya lo decía el filósofo Erich Fromm, “vivimos en la dualidad del tener o ser”.

Si la felicidad la ubicamos en el tener, sabemos que estamos apostando a un número perdedor. Sin embargo, si nos centramos en lo que somos, tenemos muchas probabilidades de abrazar la felicidad (por supuesto, eso no significa que no sigamos avanzando o tener sueños). Para ello, un buen ejercicio es entrenar la capacidad de estar en el aquí y en el ahora; y como punto de partida, debemos regresar a nuestro cuerpo, a nuestra respiración.

Cuando prestamos atención a nuestra espiración e inspiración, silenciamos un poco nuestra mente. Digo un poco, porque aunque los pensamientos surgirán, no los elaboraremos con tanta intensidad. Aquí es donde quizá los occidentales nos veamos un poco más atascados. No nos han enseñado a prestar atención a nuestra respiración y, curiosamente, es el ejercicio más saludable para reducir los nervios. Saber respirar es un arte, que ayuda a mejorar la oxigenación de nuestras células y, al mismo tiempo, a calmarnos y a estar en el momento presente.

Abrazar nuestro dolor, desarrollar una mirada más amable hacia lo que tenemos y vivir el momento presente nos ayuda también a mejorar la comprensión hacia el otro. La comprensión es la base para querer a la otra persona y reducir el enfado o la decepción hacia sus comportamientos. Como dice Thich Nhat Hanh: “La comprensión nos hace libres de la rabia y del miedo”. No es de extrañar que esta sea un ingrediente básico para la felicidad.

En definitiva, me gustó mucho el seminario que impartió Thich Nhat Hanh el pasado domingo en Madrid y en este artículo he intentado recoger algunas de sus enseñanzas. La técnica que ofrece para sentirnos más felices (que está apoyada en una filosofía de vida) ha sido corroborada por la ciencia occidental, siempre más necesitada de datos. En alguna ocasión hemos hablado de los beneficios de la meditación que han constatado universidades prestigiosas estadounidenses y no es de extrañar que en empresas punteras de Silicon Valley se promueva este modo de entender nuestro cuerpo y nuestra felicidad.

Es cierto que nos cuesta pero poco a poco, si dedicamos unos minutos al día a prestar atención a nuestra respiración y a calmar un poco la elaboración de ideas, podemos conseguir resultados físicos beneficios que nos ayuden a contemplar la vida de un modo mucho más amable. Por ello, vale la pena hacerlo.

Por Pilar Jericó | Fuente: http://blogs.elpais.com/laboratorio-de-felicidad/

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