09/12/2014
Los 10 nunca, en el matrimonio
La convivencia se logra a base de pequeños detalles diarios
Para que la vida en común de la pareja tenga armonía, lo más importante es que tanto el marido como la esposa, tomen un tiempo dedicado sólo a conocerse y aceptarse cada uno a sí mismo, pensando qué quieren cambiar personalmente y poner manos a la obra.
Otro paso importante es conocer al ser amado, aceptarlo tal como es, sin pensar en cambiarlo.
La convivencia se logra a base de pequeños detalles diarios, tal vez no perceptibles, pero que si dejan de existir, hacen que poco a poco la armonía vaya desapareciendo.
La felicidad del hogar puede compararse a una planta. Si se le retira el agua, no se seca el mismo día que se deja de regar, sino que poco a poco va perdiendo el frescor y se va apagando, hasta que se seca irremediablemente.
Por ello, he aquí 10 pequeños consejos que pueden ayudar a la vida matrimonial:
- Nunca se enojen los dos al mismo tiempo, pues en lugar de dar paso a la calma y lograr resolver la causa del enojo, pueden llegar a una fuerte discusión. Al no tener dominio de uno mismo, se puede llegar a lastimar al otro. Es mejor aprender a escuchar el retumbar de los cañones como el que no oye, sin dejar que las palabras del otro lo hieran, y después, ya con tranquilidad, discutir calmadamente, llegar a un acuerdo y lograr la solución.
- Nunca se griten. ¡A menos que se esté quemando la casa!, pues al gritarse se va perdiendo el respeto mutuo, tan importante en la convivencia de la pareja, y también para el respeto que se debe a los hijos y por el ejemplo que ellos observarán día a día.
- Nunca se pongan a recordar errores y culpas pasados. A nadie le gusta que le digan sus errores, más si éstos tuvieron alguna consecuencia como generalmente sucede. Es mejor cantar ya lo pasado, pasado..., que arrieros somos, y en el camino andamos...
- Descuiden al mundo entero pero... nunca se descuiden entre sí. Dense mutuamente su tiempo, pero con la mejor calidad de presencia. No basta saber quién es lo más importante para uno, hay que demostrarlo.
- Nunca se separen sin decirse palabras tiernas que puedan recordarse durante la ausencia, por breve que sea. Cuando novios, recordaban la ultima palabra cariñosa y la saboreaban todo el tiempo. Ahora con mayor razón hay que decirlas.
- Nunca dejen que el día termine sin aclarar situaciones de enojo y lograr una reconciliación. El beso de las buenas noches ayuda a suavizar el coraje, muerdete el horgullo y buzca a tu pareja y muchas veces ahí surgirá la reconciliación.
- Nunca se reúnan sin poner ternura, cariño y respeto en la bienvenida. Él debe ser el rey y ella la reina del hogar. Incluso es bueno dejar de hacer lo que se éste haciendo, con tal de atender, escuchar e interesarse en las cosas del cónyuge.
- Nunca olvidar los momentos felices del principio de su relación. A pesar de los reveses, hay que tratar al otro con mucho amor y seguir disfrutando de ese tiempo juntos, aunque haya inconvenientes.
- Nunca suspirar por lo que pudo haber sido sino sacar el mayor provecho de lo que es. (Todo es según el color del cristal con que se mira). Aprovechar esas energías que un joven matrimonio tiene, en crecer juntos, en lugar de gastarlas en pequeñeces.
- Nunca sentirse satisfechos hasta saber que ambos van caminando por la misma senda que conduce a la felicidad, por ese camino que han ido limpiando día con día y que se ha ido preparando, no sin esfuerzo y con una que otra pena.
Estas reglas funcionan los trescientos sesenta y cinco días del año. El error es pensar: Hoy tal vez no lo haga, mañana sigo. Es...como las dietas: si se van posponiendo nunca llegará el día de empezar.
Se necesita mucha fuerza de voluntad inundada de amor, jovialidad, optimismo y una mente siempre joven dispuesta a amar y a perdonar los errores del otro.
Gebtileza, Camilo Huarca Santander
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