01/01/2020
La interpretación de los sueños
El sueño es una función vital. Sin él, los seres humanos no podríamos sobrevivir.
La interpretación de los sueños fue identificada en origen como oniromancia u oniromancía representando aquella técnica o arte por el cual se pretendía adivinar o predecir acontecimientos futuros a través de los sueños.
Con posterioridad, sobre todo con la irrupción a principios del siglo XX del Psicoanálisis y la Psicología analítica, por una parte, y a través de movimientos artísticos como el Surrealismo o el Dadaísmo por otra, y finalizando con las Neurociencias, éstos y su correspondiente interpretación resultaron amplificados a través de diferentes postulados e hipótesis, tal y como se adelantan a continuación.
La oniromancia se basaba en la antigua creencia de que los sueños son usualmente premonitorios avisando así de la posible ocurrencia de un acontecimiento o situación.
El sueño es una función vital, sin él, los seres humanos no podríamos sobrevivir.
Sin embargo, el sueño, no sólo se presenta cuando se duerme, en estado de vigilia también se sueña, ocurre durante esos cortos instantes de evasión en el que la mente deriva, se desconecta y divaga. Denominado ensoñación diurna o sueño diurno, se podría considerar éste un estado intermedio situado entre la vigilia y el sueño.
El psicoanálisis moderno no fue el primero en cuestionarse si los sueños en sí tenían algún significado más allá de ser simples recuerdos aleatorios que cruzan la mente del durmiente.
En culturas milenarias como la babilónica, egipcia, israelita, persa, india o china, esta cuestión ya había sido planteada incluso antes de la aparición de la escritura.
Y se le asignaron efectos terapéuticos de la interpretación de los sueños. De este modo, el hombre antiguo daba y encontraba un sentido a sus sueños utilizando el lenguaje de los signos, de los símbolos, de los mitos y de las creencias.
Más tarde, en los países islámicos la oniromancia fue el último arte adivinatorio aceptado por el profeta y predicado a los creyentes. Estos elaboraron un verdadero código moral o deontológico para su práctica.
Desde el punto de vista neurológico, la función del sueño es una consecuencia de la actividad cerebral y orgánica.
Los Psicoanalistas de la escuela de Sigmund Freud ven en ella efectos compensatorios y fantasmas producidos por la libido, entendido aquí como energía de los instintos y de las tendencias que constituyen el fondo de la personalidad: su finalidad sería un cumplimiento de deseo.
Por otra parte, los Analistas de la escuela de Psicología analítica de Carl Gustav Jung explican que nuestros sueños son portadores de mensajes simbólicos, cuya interpretación es un medio de autoconocimiento, que proveen orientación en la solución de problemas psíquicos, y sirven como amortiguador cuando se atraviesan momentos de confusión: su finalidad sería múltiple.
Las antiguas culturas entendían los sueños como mensajes enviados por los dioses, para iluminarles, prevenirles, advertirles y guiarles.
La creencia actual más aceptada desde el punto de vista tanto neurológico como psicológico es que los sueños resultan naturalmente de las funciones cerebrales y orgánicas, que son fruto de deseos insatisfechos o inhibidos, o bien, que son simplemente un reordenamiento mental inconsciente que a su vez facilita la interpretación de posibles fallos en la conducta y favorecen tomas de conciencia mediante mensajes simbólicos esenciales que se manifiestan en forma de advertencias, avisan de ciertas situaciones, circunstancias, o acontecimientos que podrían presentarse en un futuro, si no se corrige una situación presente.
Dada la dificultad que presenta el recordar los sueños, la mayoría se desvanecen de la mente del soñante a los diez o quince minutos después del despertar.
El método más sencillo, inspirado en las técnicas de la oniromancia tradicional, consiste en redactar un diario en donde se consignen los sueños inmediatamente al despertar.
Ello ayuda a que símbolos importantes sean registrados cuando aún son vívidos, antes de que desaparezcan de la mente el soñante.
La principal idea buscada con este método es que al escribir su sueño, el soñante se libera de él, y le da tiempo para reflexionar más cómodamente, buscar analogías y nexos comunes entre sueños.
Finalizando el siglo XIX y adentrándonos en el siglo XX, Sigmund Freud publicará su obra «La interpretación de los sueños» y con ella tratará de posicionar el análisis de los sueños en un contexto científico, abandonando la tradición oniromántica.
Se pasaría de una interpretación generalista donde se podría interpretar el sentido de un sueño a través de un manual o diccionario común, es decir, por medio de un agente externo al soñante, sea un tratado o el propio oniromante, hacia un análisis en donde cada sueño es único y remite por lo tanto a una ideosincrasia onírica, siendo la propia persona que sueña el agente encargado de desentrañar su significado.
En palabras del propio Freud, el psicoanalista cumpliría realmente una función similar al de una persona que ayuda en el momento del parto.
Cada significado o interpretación individual solo tendría cabida entonces en el contexto de una vivencia histórica personal.
Deja de tener primacía y exclusividad el uso del diccionario. De hecho, ni Freud ni Jung, quien ampliaría su interpretación al ámbito de lo inconsciente colectivo, escribirían diccionario de sueños alguno.
Redacción
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