21/09/2013
Por el transcurso de 24 horas las ciudades y los pueblos se convierten en los escenarios de la juventud
Hay un día en el cuál las calles, los espacios verdes y cada rincón del país se convierte en patrimonio de los jóvenes. Coincidiendo con el día de la primavera, cada 21 de septiembre en la Argentina se celebra el Día del Estudiante, y por el transcurso de 24 horas las ciudades y los pueblos se convierten en los escenarios de la juventud. El origen de esta celebración en la Argentina tuvo como protagonista al entonces estudiante y luego reconocido arqueólogo Salvador Debenedetti quien en 1902, cuando tenía 18 años y era presidente del centro de estudiantes de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, propuso que en su universidad se realice un festejo por el Día de los Estudiantes como un modo de reivindicación y tributo a Domingo Faustino Sarmiento. Por una de esas “causalidades” de la vida la repatriación de los restos del histórico educador llegaron al país desde Asunción un 21 de septiembre de 1888, y por ello Debenedetti propuso esta día como una fecha relevante y significativa para los estudiantes argentinos. En la mayoría de los países del mundo, el Día del Estudiante se celebra con el comienzo de la primavera, pero en Argentina el verdadero origen se vincula con la figura y la memoria de Sarmiento, que además coincide con el inicio de esta estación tan representativa para la juventud. Así, se produce una armoniosa y justificada unificación del sentido y el significado de celebrar el valor de la educación. Durante la primera década del siglo XX, la conmemoración del día del estudiante se limitaba a los alumnos universitarios y así, se realizaban actos en las altas casas de estudio en dónde los directivos y docentes reconocían el desempeño del alumnado. Fue en 1908 cuando en Montevideo, se realizó el Primer Congreso de Estudiantes Sudamericanos, en el cuál se estableció también el 21 de septiembre para celebrar su día y convocaron a los jóvenes brasileños para festejar en conjunto. Esta iniciativa instó a todos los países de la región a invitar a estudiantes de otras provincias o localidades para celebrar juntos el Día del Estudiante. Así, recién comenzado el siglo XX los alumnos de La Plata se reunieron con los jóvenes de la ciudad de Buenos Aires y así festejaron su día. Por aquel entonces, también se comenzaron los típicos rituales y escenarios hoy emblemáticos para la juventud como el delta del Tigre o los bosques de Palermo, en la Capital Federal. Además, los festejos comenzaban el 20 de septiembre y terminaban al día siguiente. Por ejemplo, era frecuente que los estudiantes sean homenajeados en distintos hoteles de la ciudad de Buenos Aires y luego realizaran actividades recreativas al aire libre en distintas plazas y espacios públicos. Con más de un siglo de historia, el Día del Estudiante no sólo sigue vigente sino que invita a quienes han trascendido esta etapa a celebrar la creatividad, la alegría y la felicidad como valores imprescindibles a toda edad.
Por Eugenia Plano
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