01/05/2013
El trabajo dignifica al ser humano
Una antigua pero muy cierta frase dice lo siguiente: “el trabajo dignifica”. Este adagio es totalmente cierto ya que realizando una labor podemos desarrollar nuestro intelecto y nuestras habilidades tanto físicas como mentales
Con el trabajo expresamos lo que sentimos, lo que anhelamos, podemos manifestar nuestras ideas, desarrollamos la creatividad y los conocimientos que tenemos y cada vez más nos convertimos en seres humanos importantes para nuestra familia así como para la sociedad en la que vivimos. El trabajo es un medio que tiene el hombre para alcanzar su desarrollo personal, el de su familia y el del conjunto social en el que vive (trabajar en supermercados, en hospitales, en oficinas, en bancos…). Es un derecho básico del ser humano, que le permite crecer con dignidad.
Desde que el hombre es hombre debió trabajar para subsistir. En sus inicios, quizás su labor se limitara a la caza y a la pesca, tareas a las que con el tiempo le fue agregando variedad en función de mejorar su calidad de vida. Así habrá descubierto la agricultura para comenzar a trabajar la tierra y obtener de ella numerosos frutos, y con el correr de los siglos diversos desarrollos comenzaron a significarle mayor trabajo pero también mayor bienestar: con varias ofertas de trabajo construyó viviendas, creó medios de locomoción, se organizó en sociedad y continuó trabajando para dotar a estas sociedades de renovados beneficios y continuar aportando a su bienestar.
Desde la educación familiar
Los padres tienen que ir enseñando a los hijos desde muy pequeños, a realizar y comprender las virtudes y valores humanos del trabajo, preparándoles para el futuro, cuando tengan que trabajar en los estudios, en la empresa o en la sociedad. Pueden empezar mandándoles pequeñas actividades y responsabilidades, dentro de la casa, para que se vayan acostumbrando a obedecer y a sentir la satisfacción del trabajo bien hecho. Así cuando llegue la hora de trabajar profesionalmente, tendrán ya la costumbre convertida en hábito y posteriormente en virtud y sabrán organizar y administrar el tiempo, para poder hacer lo que sea necesario, sin poner pretextos para no cumplir con sus obligaciones.
El verdadero trabajo de los hijos dentro de la familia es estudiar, ayudar a los padres y a sus hermanos, también ayudar a los familiares y amigos. Deben esforzarse en prepararse muy bien para el futuro, aprovechando todos los medios a su alcance, procurando siempre recorrer una milla de más, en las obligaciones. El trabajo del estudiante es estudiar, hacer lo que le manden sin tratar de esquivarlo o buscando disculpas, incluyendo las tareas para después de la escuela. Los padres deben inculcarles a los hijos que se puede y deben trabajar bien, aunque el resultado no sea bueno, ya sea por una equivocación involuntaria o por causas que no dependen de uno mismo y que hay que tratar de superar las contrariedades, en vez de rebelarse contra ellas.
El trabajo debe estar bien realizado, a conciencia, con la mejor perfección humana posible, con sentido de responsabilidad, con amor y perseverancia, sin abandonos ni ligerezas, con empeño y constancia, con rigor, con calidad humana y poniendo todo el esfuerzo necesario. En el trabajo deben tenerse en cuenta, el buen cumplimiento de todas las obligaciones familiares, profesionales, religiosas y sociales.
El buen trabajador es diligente y no se precipita
El que es laborioso aprovecha el tiempo, que es oro, hace lo que debe y está en lo que hace, no por rutina, ni por ocupar las horas, sino como fruto de una reflexión atenta y ponderada.
Nunca se debe aplazar lo que cuesta hacer, ni dar prioridad a las cosas que gusten más o exijan menos esfuerzo. No se debe dejar el trabajo para mañana, si se puede hacer hoy. No debe dejarse llevar por la falsa excusa de la comodidad, conformándose con lo que basta hacer, para salir del paso, dejándonos arrastrar por razonadas sinrazones, para estar mano sobre mano. Después no debe extrañarnos si nos llaman vagos, informales, frívolos, desordenados, perezosos o inútiles . La virtud y valor humano del trabajo, puede perderse si se descuida la atención al detalle o a las cosas que no le gustan al que lo hace, como la puntualidad al comenzar y terminar el trabajo. No basta querer hacerlo bien, sino que hay que saber hacerlo bien, ya que siempre requiere preparación, competencia, no sólo técnica, sino moral, humana y religiosa.
No basta la “buena voluntad” o la rectitud de intención, para ser un buen médico o una buena ama de casa, sino que se requiere, conocimientos mejorados continuamente y poseer y aprender a practicar, las virtudes y valores humanos para desarrollarlos con sinceridad veracidad, ecuanimidad y serenidad.
Fuente: El Caribe
http://diariode3.com
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