13/11/2019
El piropo, ¿un halago en extinción?
Las diferencias entre el halago público y el ataque verbal.
Según la catedrática en la lengua española, Esther Forgas, el piropo pierde su vigencia a medida que crece la concientización en materia de igualdad.
Los hay para enamorar, conquistar, provocar o simplemente para sacar una sonrisa. El piropo es un arte callejero que desde hace muchos años puede alegrar o hacer enojar a muchas mujeres.
Pero parece ser que las nuevas generaciones no han adoptado esta costumbre, a través de la cual muchos hombres de épocas anteriores tenían como única vía para comunicarse fugazmente con una señorita desconocida.
La especialista en lengua española Esther Forgas explica que el piropo tiene sus lugares en el mundo. "Los piropos son como fuegos artificiales y estas expresiones se dan en sociedades extrovertidas porque se trata de una explosión hacia fuera. Aquellas sociedades que tienen tradición de piropo, como las mediterráneas y árabes, tienden asimismo a la hipérbole, al empleo habitual de la retórica y los juegos de palabras y a la proliferación de metáforas en el lenguaje", señala.
Entonces, en una sociedad en la que la mujer se ha posicionado de otra manera, ocupando y conquistando roles diversos, ¿el piropo entra en contexto o ha quedado fuera de cuadro? Hermógenes Domingo, miembro del grupo Prometeo de Hombres por la Igualdad, afirma que el nuevo status de la mujer ha dejado al piropo un tanto descontextualizado. "Ante el avance de la mujer y la conquista de los derechos que tanto merecían, el emisor del piropo que veía a la mujer como un objeto - explica- ya no tiene sentido. Es decir, de manera inconsciente el hombre cree tener una especie de derecho de acceso a una mujer que vaya sola o a un grupo de mujeres que camina por la calle sin compañía masculina".
Así, el piropeador no tiene como objetivo central conquistar a la mujer sino más bien hacer oír su voz por lucimiento personal. "Principalmente lo hace para que lo oigan los demás -afirma Forgas- Es una realidad que un hombre no dirige un piropo a una mujer si está solo, sino más bien cuando se encuentra acompañado de otros hombres, o donde pueden oírlo otros hombres".
El piropo de alguna manera es intimidatorio, ya que si la mujer contesta perdería su gracia. Pero, ¿el piropo siempre es ofensivo o en algunos casos hasta le saca una sonrisa a su destinataria? La psicoanalista Clara Bermant considera que no siempre el halago callejero es sexista o agresivo: "Hay que saber diferenciar entre el piropo con intención elogiosa y el comentario con función violenta y ofensiva. Los comentarios apuntan a la fragmentación del cuerpo de la mujer, o suponen un ánimo exhibicionista a la destinataria, y lo que muestran, más bien, es más la impotencia del hombre por poseerlas que el deseo de hacerlo".
En este contexto, el halago romántico se diferencia claramente de una agresión verbal. El contexto ha cambiado tanto que las redes sociales se han sumado a la tendencia. Muestra de ello es Hollaback, una red social que tiene como objetivo denunciar "comentarios lascivos" realizados en la vía pública. Allí las mujeres cuentan su historia y en algunos casos incluso publican la foto de su agresor. El portal reivindica el derecho de todas la mujeres de "poder sentirse bellas, seguras, confiadas e incluso atractivas, y sin por ello convertirse en el objeto o fantasía de un pervertido".
Detrás de la ventanilla de un auto o en lo alto de una obra en construcción, el piropo puede desatar una tímida sonrisa o un enojo, ante un comentario sexista y agresivo. Mientras el piropo sea esa construcción semántica que apunta a la galantería y el cortejo inocente, ya sería hora de sacarlo de "terapia intensiva" y lanzarlo nuevamente a las veredas.
Redacción
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