29/06/2016

El nido vacío, una oportunidad positiva

El síndrome del nido vacío puede resignificarse en el encuentro o el re encuentro con uno mismo, con los sueños, las metas y los objetivos que habían quedado en el olvido

Es una etapa en la cual la contradicción está a la orden del día. Si bien, los padres sienten una gran satisfacción al presenciar como sus hijos han conseguido forjarse una identidad vinculada al trabajo, a la propia familia o a la realización personal, la sensación de angustia ante una nueva realidad sin ellos como parte de la vida cotidiana, es un sentimiento casi inevitable.

El “síndrome del nido vacío” es el nombre que recibe esta conducta que experimentan los padres cuando sus hijos parten de su casa. Los expertos coinciden en que este síndrome me ha vuelto más frecuente en los tiempos modernos ya que hace tan sólo algunas décadas atrás coexistían dos pautas sociales. La expectativa de vida en la tercera edad era menor o bien, existía como pauta la familia extendida; hijos que vivían con su propia familia en la casa de sus padres.

Además, de extenderse la perspectiva y la calidad de vida para las personas de la tercera edad también ha cambiado la valoración y status que se le da a los mayores. Los nuevos valores están vinculados a la productividad. La posmodernidad trajo consigo la sobre estimación de la producción económica como prioridad y en este contexto, la ausencia de tiempo para el ocio o la familia es una constante. Esta es una de las variables que ha generado, entre otras, que se acreciente una mayor cantidad casos de padres que experimentan el síndrome del nido vacío, ya que saben que a partir de la partida de los hijos del hogar la cantidad y calidad de tiempo para compartir será notablemente, menor.

“Lo que sucede es que los padres que estuvieron ocupados muchos años en la tarea de cuidar, proteger, educar y querer a los niños que trajeron al mundo, de repente se dan cuenta que el trabajo ha concluido, no sólo porque se van sino porque ya no los necesitan de la misma manera”, explica la Lic. Patricia Gubbay de Hanono, psicóloga y Directora de Hémera.

El síndrome del nido vacío puede experimentarse en ambos miembros de la pareja, pero en algunos casos puede acrecentarse con fuerza sólo en uno, y los motivos se vinculan con los proyectos, metas y objetivos que se tienen o han tenido en la vida individual. “Por ejemplo, el caso de una mujer que ha dedicado su vida entera a la tarea de ser madre, la partida de los hijos del hogar es un cambio que va a ser mucho más difícil de transitar, que alguien que sí ha tenido un proyecto personal, amistades y actividades fuera del ámbito familiar”, explica la Lic. Gubbay de Hanono. En este marco, si las madres tienen proyectos e intereses personales ha desarrollar, la partida de los hijos se atenuará y hasta puede ser una gran oportunidad para el crecimiento personal y la concreción de áreas de la vida personal que se habían visto relegadas en una etapa anterior.

La Directora de Hemera advierte que este capítulo en la vida familiar puede ser una gran oportunidad para disfrutar del placer de dedicarse a uno mismo o a la vida en pareja: “Es frecuente que cuando los hijos crecen y dejan el hogar aparece también cierto alivio ya que los padres tienen más tiempo disponible para dedicarse a sus propios intereses y la responsabilidad del cuidado diario desaparece. He escuchado a padres decir que pueden dormir tranquilos, cuando antes se quedaban despiertos hasta que llegaban sanos y salvos a la casa después de una salida. También que tienen más dinero disponible para pagar otro tipo de cuentas que antes no podían ni siquiera pensarse. Cuando ellos se van ese dinero puede encontrar otros destinos como más salidas, viajes, o simplemente ahorrar para otra etapa de la vida“.

La pareja se pone en el centro de la escena cuando los hijos abandonan el hogar. Así, tanto las parejas que han criado a sus hijos juntos durante veinte o treinta años o aquellos hombres y mujeres que han concretado una nueva relación tras una separación, tienen la oportunidad de reencontrarse en un nuevo contexto y resignificar este nuevo desafío.

Entonces, ¿cómo pueden lograr este cambio? “Deben situarse en su nueva realidad transitándola de manera creativa, aprovechar el tiempo de manera positiva encarando nuevos proyectos como viajes, cursos y todas esas asignaturas pendientes que ahora pueden hacerse realidad”, recomienda la Lic. Gubbay de Hanono.

El síndrome del nido vacío puede resignificarse en el encuentro o el re encuentro con uno mismo, con los sueños, las metas y los objetivos que habían quedado en el olvido. Ahora puede ser el tiempo de las causas que estaban esperando su tiempo.

Por Eugenia Plano

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