23/02/2022
El difícil arte de delegar
¿Por qué algunos líderes poseen una visión limitada sobre la acción de encomendar tareas? Delegar no implica una necesaria pérdida total de control, pero aunque puede parecer simple en teoría, en la práctica no siempre es fácil.
Un escenario conocido y frecuente
Emprendedores, CEO y gerentes ocupan su tiempo hasta no dar más, sin darse cuenta de que querer “hacerlo todo” puede ser sinónimo de no hacerlo o empezar a hacerlo mal. Desempeñar todas y cada una de las tareas de forma eficaz puede resultar misión imposible, impidiendo el buen desarrollo del negocio – empresa por la simple obstinación de no delegar. Una de las causas de que cueste tanto delegar es pensar que somos los únicos capaces de hacer un buen trabajo. Eso puede ser correcto en algunos casos. Sin embargo, el hecho de hacer realmente una tarea mejor que otro no implica que ocuparse de ella sea la mejor decisión para el aprovechamiento del tiempo.
Delegar (del latín delegare)
Es el proceso que seguimos para encomendar y responsabilizar a un colaborador una tarea sobre la que tenemos responsabilidad y cuya realización nos interesa y hasta nos afecta. Aunque delegar ofrece múltiples beneficios, en la práctica es increíble cómo muchos ejecutivos aún siguen sin delegar o, si lo hacen, tal vez no sea de la mejor manera. De modo que si no se llega al resultado, tienen una escusa perfecta para no seguir haciéndolo, siguiendo la premisa de “si quieres el trabajo bien hecho, hazlo tú mismo”.
Muchos de estos ejecutivos son y han sido muy eficientes en su trabajo
Saben hacer las tareas, alcanzar los objetivos y probablemente son un poco perfeccionistas consigo mismos y con los demás, pero deberán preguntarse si no están pagando un costo muy alto —tanto personal como profesional— por no delegar. Cuando se cede la responsabilidad de ciertas tareas a otras personas que tienen las habilidades necesarias para llevarlas a cabo, se obtiene una gran libertad para dedicarse a las actividades donde realmente se puede aportar mayor valor.
El motivo fundamental para la delegación es el tiempo, o la limitación de él
Quienes toman la decisión de delegar parte de sus obligaciones son conscientes de que están liberando tiempo para poder desarrollar otras que, seguramente, son indelegables o no es conveniente hacerlo. Pero también liberan tiempo para sí mismos o para su ámbito familiar. Esto es más visible en el caso de los emprendedores, para quienes uno de sus mayores costes de emprender es el coste personal en términos de tiempo y dedicación a su familia o su vida particular.
El típico reparo que suele aparecer tiene que ver con la idea de que «nadie lo hará como yo»
Pero ésa es la clave, no lo van a hacer como nosotros, lo harán de forma diferente. Cuando delegamos en otra persona, le encargamos una tarea que nosotros no podemos asumir, con la confianza de que la persona encargada aporte su saber hacer, su experiencia, conocimientos, creatividad, talento, etc. Y todos ésos son diferentes a los nuestros.
Otra ventaja de delegar tiene que ver con el ritmo o velocidad de acción en la empresa
Aquellos que no delegan someten al resto del equipo a diferentes ritmos, cambiantes en función de su ritmo vital. La empresa sufre retrasos ocasionados por la espera a que quien dirige se ocupe de esas tareas que no ha podido asumir, retrasando a todos los demás. Al delegar, el ritmo «se reparte» entre todo el equipo, con una mejor distribución de la carga de trabajo, sin depender excesivamente de una sola persona.
Delegar no implica una necesaria pérdida total de control
Muy al contrario, si se delega bien, se libera tiempo para las tareas propias de dirección o tareas de tipo estratégico, confiando las tareas delegadas a alguien que las desarrollará con garantías y siempre con una supervisión o control por parte de quien delega.
Por Omar Romano
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