16/06/2013
Cómo diseñar la vida que quiero tener
Desde que nacemos, tenemos la capacidad de generar nuevas ideas y conceptos, de encontrar alternativas más originales. ¿Cuáles son las herramientas que necesitamos para desarrollar nuestra creatividad?
Domingo 16 de junio de 2013 | Publicado en edición impresa
Foto: Alma Larroca Alguna vez apareció la frase “ Usa la creatividad contigo mismo para cambiar tu vida”. La sugerencia tiene gran potencial, pero las investigaciones científicas sobre el tema dejan en claro que hasta el más incrédulo o desmotivado puede llegar a encontrar una salida. Todos tenemos la posibilidad de crear, transformar, innovar, cambiar nuestra realidad y estar más cerca de quien queramos ser.
"Más creatividad en nuestras vidas significa no sólo la capacidad de resolver problemas, destrabar conflictos o lucirse en el trabajo, sino de tener una vida mejor y más disfrutable", introduce Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular.
El autor del libro Ágil mente está convencido de que, tal como lo certifican las neurociencias, "ya somos creativos desde el nacimiento, pero luego la escuela y la sociedad van pidiendo que dejemos de usar esos circuitos neuronales para enfocarnos principalmente en los otros: la lógica y el análisis. Estos, en detrimento de la creatividad, se convertirán en nuestros patrones de pensamiento dominante". Eso sí: que se nos encienda la lamparita no es lo mismo que frotar la lámpara; la creatividad no es cuestión de magia ni bendición de los dioses.
La creatividad es una capacidad, un potencial a descubrir y ejercitar que le permite al hombre generar nuevas ideas y conceptos, encontrar soluciones o alternativas originales, y tener, incluso, la voluntad de modificar el mundo. Como dijo Steve Jobs, fundador de Apple: "Consiste simplemente en conectar cosas. Los conceptos más remotos -aclaró- surgen usualmente de combinaciones de cosas que ya existen. Apple no inventó los reproductores de MP3 ni las computadoras tipo tableta, sino que se limitó a mejorarlos e incorporó elementos de diseño".
Los dichos de Jobs ayudarán a entender que quien desee mejorar o transformar su vida tendrá que hacer las conexiones neuronales necesarias y suficientes (ponerse a disposición de los procesos de asociación, los atajos de la memoria, la capacidad de síntesis, la recuperación de datos) como para darle más recursos a nuestro cerebro. En definitiva, darle cuerda a nuestra existencia hasta el último de nuestros días.
En un artículo publicado por LA NACION, el experto en innovación Álvaro Rolón destaca: "Estudios recientes demostraron que las personas alcanzan sus aportes más creativos, en cantidad y calidad, entre los 30 y 60 años, con un dato nada menor: una enorme cantidad de casos dejaron huella siendo longevos. Por citar dos: Frank Lloyd Wright finalizó el Museo Guggenheim a los 91 años, y Miguel Ángel, a los 89, pintaba frescos de la capilla Paulina en el Vaticano. "Los estudios biográficos -agrega Rolón- dejan un mensaje que provoca y entusiasma: nuestro aporte significativo se da en la segunda mitad de la vida. La primera mitad sirve de plafón sobre el que edificaremos la obra maestra, nuestra master piece. Ser flexibles, desaprenderse rápido y reaprender más rápido todavía son requisitos imprescindibles. El impacto de nuestra segunda mitad puede ser significativo no sólo en nuestra vida personal, sino en el desarrollo de la sociedad."
El doctor en Psiquiatría Juan Manuel Bulacio, experto en estrés y ansiedad, apasionado por la creatividad como herramienta terapéutica, nos invita a pensar en una simple escena de la vida cotidiana: "¿Qué pasaría si un día modificamos el recorrido habitual que hacemos a pie, en bicicleta o en auto? Seguramente, nuestro cerebro desplegará toda su energía para ponerse a prueba, hacer ajustes o recalcular. Esta es una forma simple y cotidiana de ejercitar nuestra mente creativa con un propósito".
En medio de este juego sencillo donde, dice Bulacio, "tampoco se trata de estar a toda hora buscando variantes, porque la rutina es compleja y tenemos otras urgencias", el psiquiatra nos ayuda a pensarnos como conductores de nuestra vida: "Un auto modesto con un buen conductor va a llegar mucho más lejos que un gran auto sin un buen chofer. El auto solo no va a ningún lado. Es el conductor el que mueve el vehículo para llegar a destino".
Permitirnos y animarnos a ser más creativos será la posibilidad que tendremos de encontrar la salida (y la llegada) o pensar en un mejor camino. Somos nuestros conductores, quienes disponemos qué pasos seguir y en qué dirección.
¿CUÁL ES EL CAMINO?
Así como tenemos una tendencia hacia las soluciones con el menor esfuerzo posible para responder a la supervivencia (entropía), tenemos también la posibilidad de programarnos hacia la exploración y la búsqueda de lo novedoso (creatividad). Desde hace millones de años, nuestro cerebro está entrenado para sobrevivir, pero el tiempo demuestra que la vida nos pide ir más allá de lo esencialmente conocido. Bachrach, en este sentido, dibuja en su libro a un hombre tirado por dos caballos. La ilustración ayuda a que identifiquemos hacia qué lado suele movernos a menudo nuestro cerebro, en qué sentido pugnan nuestras fuerzas e intenciones: ¿hacia el ahorro de energía y la preservación o hacia la curiosidad y el deseo por estar mejor? ¿Solemos recorrer el camino de siempre o nos atrevemos a explorar otras alternativas en busca de mayores beneficios? ¿Somos choferes o pasajeros de nuestra vida?
Esto de que hay una forma de pensar distinta al pensamiento lógico o racional es una manera de diferenciar creatividad de inteligencia. Es lo que, en 1967, Edward de Bono definió como pensamiento lateral, cuando publicó su libro New Think: The Use of Lateral Thinking. Pero si bien es una preocupación moderna, la creatividad como objeto científico comenzó unas décadas antes de este psicólogo de reconocimiento en Oxford. Fue en 1950, durante la conferencia Creativity, organizada por la Asociación Americana de Psicología, cuando el psicólogo Joy Paul Guilford sorprendió a todos con la propuesta de un Modelo sobre la Estructura del Intelecto (MEI), en el que formula la existencia del pensamiento productivo.
Un primer gran indicio para dar cuenta de que la usina de ideas funciona dentro de todos y de cada uno de nosotros, y que, como confirmaron años después las reiteradas investigaciones, no es propiedad exclusiva de los genios del arte y de las ciencias.
Según comprobó Guilford en un estudio sobre rasgos de personalidad realizado en 1967, "la creatividad es un rasgo normalmente distribuido en la población". Pero antes que nada planteó que, así como hay un tipo de pensamiento convergente, que suele encontrar una única salida al problema, contamos con un tipo de pensamiento divergente, que busca múltiples respuestas y alternativas. Es el pensamiento divergente el que nos permite hablar de imaginación y creatividad. Serán más creativos quienes pongan en práctica las aptitudes que necesita como combustible el pensamiento divergente: fluidez, flexibilidad, sensibilidad para detectar problemas, originalidad, capacidad de elaboración y transformación, entre otras. Este pensamiento productivo, divergente, lateral, no dominante, es ese refugio de nuestra mente en el que todo puede pasar.
INGENIOSO, POR NECESIDAD Y URGENCIA
Los estudios sobre los determinantes ambientales, sociales y culturales hacen hincapié en la creatividad como herramienta de adaptación e influencia. Si hay algo que es fundamental son las posibles motivaciones (recompensas internas y del mundo exterior) que prometa el entorno familiar, escolar, laboral, cívico, político. Los contextos complejos entorpecen los procesos creativos de progreso, crecimiento y expansión, aunque suelen ser disparadores de lo que se conoce como creatividad primaria por emergencia. Es evidente la relación de la creatividad con la resiliencia (la capacidad que tenemos todos de superar y revertir situaciones adversas). La crisis de 2001 así como otros episodios desfavorables permiten analizar la creatividad de los argentinos en el intento por superar conflictos.
El argentino Tony Waissman, director de la escuela de creativos Underground, sorprende con una reflexión sociológica más que artística a la hora de diferenciar al creativo argentino con los del resto del mundo. "Por un lado -explica-, la publicidad argentina es mejor que cualquier otra, porque, valga la humorada, los argentinos creemos que somos los mejores. Por otro, y esto es propio de América latina, estamos culturalmente acostumbrados a vivir sorteando crisis políticas y económicas. En el mundo nos conocen por poder atarlo todo con alambre (pero bien atado). Las crisis nos ayudan a ser creativos, a disponer mejor de nuestros escasos o mayores recursos. Un ama de casa argentina es una experta creativa para llegar a fin de mes."
"Empresas, gobiernos y organizaciones -retoma Bachrach- requieren de la creatividad de su gente para sobresalir del resto. Son las personas más empáticas y creativas las que hacen la diferencia en la sociedad, la economía, la educación y el comercio." Es hora de pensar también, entonces, en variables como calidad, conveniencia, utilidad. A propósito del mundo de los negocios y la producción, la profesora de Harvard Teresa Amabile definió en 1963: "Un producto o respuesta es creativa en el momento en el que los observadores apropiados, de forma independiente, están de acuerdo en que lo es. Un producto o respuesta será juzgado como creativo en la medida que sea novedoso, apropiado, útil, valioso, a la hora de dar respuesta a un problema dado y la tarea en cuestión sea heurística, más que algorítmica".
Si nacemos creativos, cuán saludable sería poder volver a ese estado natural donde el mundo fantástico y el reino de lo lúdico nos permite ir, incluso, más allá de lo imaginable. Y si es la educación formal la que, por estandarizada, inhibe la creatividad, tenemos la responsabilidad de estimular la exploración en nuestros hijos o alumnos. Ofrecer los conocimientos básicos y fundamentales con una cuota de educación emocional, donde les ofrezcamos la posibilidad de llegar a un resultado por los caminos que sean posibles.
Para los que pasaron la línea de los primeros años de vida, tener siempre presente que cada día está la posibilidad de recuperar la magia creativa de la infancia. Cuando creemos necesitar ayuda para lograrlo, deberíamos considerar la relación de la psicología con la creatividad. "Cuando buscamos un psicólogo o psiquiatra -explica Bulacio- es porque no podemos enfrentar alguna situación traumática o porque ya hemos explorado muchos caminos y ninguno nos ha resultado satisfactorio." La rigidez o el racionalismo extremo de tener que encontrarle respuesta a todo; la inseguridad, baja autoestima; la soberbia de no prestar atención a otras voces y no capitalizar la crítica saludable; no tener curiosidad por el conocimiento; ser dependientes, responder todo el tiempo a las expectativas de los otros. Suelen ser enemigos de la creatividad.
Siempre estamos a tiempo de ser quien queramos ser, desde la gestación hasta el último de nuestros días.
SUGERENCIAS PARA PROMOVER LA CREATIVIDAD
• Estudiar, explorar, tomar contacto con las escenas de la vida cotidiana.
• Incorporar la práctica de actividades que nos den placer y nos ayuden a la relajación.
• No obsesionarse con encontrar la solución adecuada en dos minutos.
• Tener una actitud positiva, más allá de las adversidades.
• ENTUSIASMARSE. Cuando hay intención, hay ideas
• Una cuota justa de humor distiende y facilita el hallazgo.
• Saber cruzar la calle y ver la vida desde la vereda de enfrente.
• Permitirse crecer poniendo en práctica el juego del ensayo y error.
• Hacer deportes, aunque más no sea caminar
• Elongar, recordando que el cerebro también es un músculo que debe ganar flexibilidad.
• Pensar por momentos como cuando niños; sin juicios ni prejuicios, perdernos en el tiempo como en un juego.
• Animarnos a hacer un bollo con lo que hasta hoy hemos aprendido.
• Darle sentido al persevera y triunfarás.
• Aceptar que podemos y que de nosotros también depende que podamos aún más.
• Distinguir en qué momento del día solemos estar menos tensos, ansiosos, preocupados. Son esos los buenos momentos para la posibilidad de crear.
• No compararnos con los otros, eso nos limita.
• No hay fórmulas universales porque lo creativo es inespecífico y particular.
• Promover espacios saludables, evitar los lugares de tensión y competencia.
• Creer que la idea que tuvimos es una revelación autogenerada y no un milagro o una estrella fugaz mensajera.
• Atrevernos a pensar distinto. Como dice Estanislao Bachrach: "Pensar distinto es empezar a conocernos más".
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