28/09/2014

Ciudades en el camino: Trieste, Italia

Llamada la “puerta de los Balcanes”, esta bella ciudad enclavada en el noreste italiano siempre me había despertado curiosidad por su rica historia y porque mi padre la citaba frecuentemente en sus relatos de viajero.

Al visitarla comprobé que sobran argumentos para incluirla en el itinerario. Dada su ubicación en el extremo septentrional del Adriático, entre Italia y Eslovenia, Trieste es un punto de conexión de diversas culturas, lenguas e influencias. Tal diversidad la hace interesante y misteriosa.

Un primer reconocimiento del casco céntrico nos lleva a la “Piazza dell Unita dell Italia” que es muy recomendable para ver iluminada por las noches y luego a toda una zona peatonal muy agradable donde se puede apreciar una arquitectura elegante de estilo neoclásico austrohúngaro. Es muy disfrutable caminar lentamente estas anchas calles donde hay gran cantidad de bares con mucha vida e historia. También librerías, museos como el Revoltella o el Teatrale Fondazione Carlo Schmidl y mercados populares. Trieste es una ciudad dinámica y en ella también encontramos la segunda sinagoga más grande de Europa e Iglesias ortodoxas serbias y griegas, en sintonía con el origen multiétnico de la población.

Una vez visto el casco histórico a poca distancia el “lungomare”, muy arreglado y tranquilo, con muchos espacios verdes, es ideal para hacer un descanso, caminar, recorrerlo en bicicleta o simplemente contemplar el mar y los barcos que van desfilando en el horizonte. En la costa barrancosa se observan villas muy bellas de estilos clásicos y cuidados jardines.

Caminando apenas unos minutos la costanera ya se comienza a divisar la silueta del Castillo Miramare, hermoso y relativamente reciente (construido por el Arquitecto vienés Carl Junker entre 1856 y 1860) que es todo un capítulo aparte. Por su belleza, ubicación e intensa y finalmente trágica historia de sus hacedores y moradores Charlotte o Carlota Princesa de Bélgica (única hija de Leopoldo I ) y Maximiliano de Habsburgo ( archiduque de Austria, luego virrey del Reino Lombardo Veneto y finalmente II Emperador de México de 1864 a 1867 año en que es fusilado en Querétaro) es a mi modo de ver la visita indispensable y principal en Trieste. Recorrer sus veintidós hectáreas de jardines, tomar un café en ellos y luego realizar la visita al bellísimo interior del castillo es sumergirse en una historia con todos los condimentos imaginables.

Para aquéllos a los que les interese la historia más reciente es muy recomendable visitar el Museo Civico della Risiera di San Sabba a muy poca distancia del centro y de acceso gratuito, que fue el único campo de concentración nazi ubicado dentro del territorio italiano. Realmente impresionante y muy bien presentado a nivel didáctico.

También se puede recorrer la ciudad a través de la historia de sus escritores del siglo XX como Italo Svevo, Umberto Saba, Scipio Slataper y ya contemporáneos como Claudio Magris o Paolo Rumiz. La sombra de James Joyce y su etapa como profesor de inglés entre Pula (Croacia) y Trieste mientras comenzaba a escribir el Ulises también sobrevuela los cafés y rincones bohemios.

Así es Trieste activa, bella, multicultural. Ideal para viajeros curiosos a los que les guste descubrir a cada paso nuevas perspectivas y misterios.

Gentileza, Miguel J. Culaciati

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