18/04/2024
10 ideas para usar bien tu freezer
Abrir el Freezer suele ser una fuente de sorpresas: “¿y esto que será?”, “¿desde cuándo estarán aquí estas pechugas?”. ¡Hagamos que este sector de tu cocina se convierta en un aliado infalible!
A pesar de la incertidumbre, el freezer nos ayuda a disfrutar de algunos alimentos estacionales durante más tiempo, contribuir al ahorro y, lo más valioso, a comer mejor.
1. Cuída bien tu freezer
Asegurate de que la temperatura esté a -18 grados y de no hacerla subir rápido metiendo demasiada comida a la vez (algunos congeladores disponen de un botón de acelerado para este tipo de situaciones). Nunca metas en él alimentos calientes: le harás trabajar más, y cuánto más tiempo tarde la comida en congelarse más fácil es que se formen grandes cristales de hielo y las bacterias se reproduzcan.
2. Envasar bien los alimentos antes de congelarlos
El frío quema, seguro que más de una vez te encontraste una bolsita mal cerrada con una pechuga de pollo deplorable: si la hubieras colocado dentro de una bolsa zip o cubriendo bien con film, la tenias apta para la cena. Esto también evitará la contaminación cruzada entre diferentes comidas.
Si envasás al vacío para congelar, con cuidado. El agua aumenta de tamaño al congelarse, así que todo debe tener un mínimo de margen para expandirse. Por eso mismo no es recomendable congelar líquidos en tarros de vidrio ni llenar demasiado los tápers con caldo, guisos u otras recetas con mucho líquido. Cuando la física haga su trabajo te podés encontrar parte del contenido desparramado por fuera.
3. Organizar mejor el espacio en el freezer
Aunque logran mantener los alimentos comestibles durante mucho tiempo, el sabor y la textura se resienten con el paso del tiempo. No se recomienda tener comida cruda en el congelador más de tres meses (un mes en el caso de carne picada, mariscos y otras texturas más delicadas).
Llevar una rotación y ser conscientes de lo que tenemos en reserva es imprescindible para que ésta aventura termine bien. Si tomas nota de lo que lo que tienes congelado y en qué fecha entró, evitarás comprar alimentos que ya tienes, darás salida a los que ya llevan tiempo allí y ahorrarás dinero.
4. No uses el congelador como un sustituto del basurero
Si metes en el congelador un pescado que lleva tres días en la heladera pero no vas a cocinar, sacarás algo en aún peores condiciones. El congelador sirve para aprovechar las buenas ofertas en productos frescos, para abastecerse durante más tiempo de una sola vez y optimizar el tiempo que empleamos en comprar o las energías que empleamos en cocinar, no para que le arrojes comida en malas condiciones, que nunca te vas a comer.
5. Pero tampoco tires nada...
Hay casos en los que sí se puede utilizar el congelador para reciclar. Por ejemplo, si vives solo/a y cada vez que cortas un cuarto de cebolla, berenjena, zucchini o morrón (chile, ají) para un salteado y te quedan restos que ves languidecer en el cajón de abajo, la sugerencia es: pícarlo entero y ponelo a congelar en un recipiente pequeño. Para el próximo salteadito no tendrás que buscar otras hortalizas.
6. Congela en el formato que vayas a consumir
Si compras carne picada para hacer unas albóndigas o un pollo para guiso, es mucho más práctico que lo congeles una vez cocinado que en crudo. Lo bien que va a venir tener comida lista para llevar al trabajo, o comer algo elaborado y reconfortante esos días en los que estás al limite y no tenes ni tiempo ni fuerzas para cocinar.
Congelar pan es genial. Asegúrate de separar un poco las rebanadas con las manos antes, una vez congeladas podrás irlas sacando de una en una, tostarlas y tener pan fresco cada día. Busca una bolsa de zip grande para tenerlo cerrado herméticamente y que no se seque.
7. Blanquea las verduras (y deshidrata las setas)
Los champignones son un producto de temporada que dura poco. Un estupendo truco para conservarlos es pasarlos por la sartén –enteros o cortados– sin aceite y dejar que pierdan parte de su agua. Una vez fríos, estarán para congelarse en óptimas condiciones. Las verduras como chauchas, acelgas, etc también se pueden congelar, siempre que estén previamente blanqueadas durante unos segundos en agua hirviendo.
8. El tamaño importa
La congelación tarda menos en llegar al centro en las piezas más pequeñas, así que si tienes un lomo entero que vas a consumir en filetes, congélalo directamente en ese formato. Es mejor siempre congelar cortes finos y poder intercalarlos con separadores o film de cocina, así vas a retirar solo lo que necesites.
9. Cosas que se pueden congelar (y seguramente no sabías)
Puedes guardar en tu freezer un pan de manteca y un tarro de crema de leche «por si surge una emergencia». Cuando te compras la oferta de la segunda al 80% menos.
Las legumbres –ya cocidas o después del remojo– también soportan bien el frío, y si van mezcladas con grasa, aún más, así que la próxima vez que prepares hummus, cúbrelo con una capa de aceite y tendrás reservas siempre a mano. Algo parecido pasa con el pesto: si te pasas la vida tirando medios manojos de albahaca mustia, ponlo todo y tendrás una sesión extra de deliciosa pasta.
10. Cosas que no se deben congelar
Cualquiera sabe que no se puede congelar una verdura u hortaliza que se vaya a comer cruda. Tampoco se pueden congelar huevos con cáscara –se romperían al crecer su contenido–, pero sí batidos y en un recipiente bien cerrado. Las papas crudas o cocidas se vuelven terrosas e incomestibles, y el arroz tampoco saca lo mejor de si mismo.
Los lácteos como el yogur cambian de textura cuando se congelan pero, mezclado con alguna mermelada, miel o compota, en un recipiente adecuado –puede ser su mismo envase– y un palito se convierte en un estupendo helado para un postre.
Descongelar en condiciones
La manera ideal de descongelar los alimentos –especialmente los crudos– es en la parte menos fría de la heladera, sobre una rejilla para que no se empapen de sus propios jugos y de un día para otro. Así los alimentos mantendrán al máximo su textura y sabor originales.
Como en todo, hay excepciones: las verduras que hemos escaldado y congelado deben meterse directamente en agua hirviendo (o al vapor), y los guisos, estofados y alimentos cocinados en salsa son los que menos sufrirán si los descongelamos en el microondas. Es recomendable hacerlo siempre a la mínima potencia, en tandas, vigilando el proceso de cerca y removiendo si es necesario para ayudar a distribuir bien el calor. Si lo hacemos así, podremos disfrutar de un guiso bien descongelado cuando la ocasión se presente.
Por Dr. Alejandro Ugarte
Síguenos en Facebook
Síguenos en Twitter
Síguenos en Instagram